lunes, 30 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 154

Al llegar al aeropuerto registramos las maletas y caminamos hacia la sala de espera, Pau se sentó y yo fui a comprar unos dulces. Debí tardarme menos de cinco minutos y al girarme para regresar a su lado la ví muy sonriente abrazando a un tipo que después la sostuvo de las manos, la sangre comenzó a hervirme y la ira me inundó por completo, ¿quién demonios era ese ******* que se atrevía a tocar a mi mujer?

– De verdad luces maravillosa y radiante – le dijo muy entusiasmado.
– Porque la felicidad se refleja en el rostro – intervine abrazándola – y Pau y yo somos muy felices, ¿verdad corazón?, por cierto, ¿no me vas a presentar?
– Sí, claro, Javier Yorkie, un ex compañero de la preparatoria, él es Pedro Alfonso.
– Su novio, para mayor información – me enfureció más el que ella no lo aclarara.

Reconoció mi apellido y empezó a alabar a Federico, ¿estaba pretendiendo quedar bien conmigo?, ¿pensaba que por eso iba a pasar por alto lo que acababa de ver? Cuando se marchó no pude evitar recriminarle a Pau , la muy inocente no se había dado cuenta de las miraditas de ese *******, me importaba muy poco si habían estudiado juntos, eso no lo eximía de haberle coqueteado. En respuesta, Pau me recriminó lo de Valery, entonces respondí sin pensar con un muy desagradable e hiriente comentario del que fui consciente al momento de sentir la fuerte bofetada que Pau me dió con toda la razón.

– No quiero volver a verte en mi vida – exclamó molesta y se alejó.
– Perdóname Pau, por favor, perdóname no quise decir eso – dije corriendo y abrazándola.

Había sido un completo *******, pero no tenía idea de cómo manejar los celos, me cegaban completamente y perdía totalmente el raciocinio, no sabía cómo canalizarlos y la herí sin proponérmelo, me odié en ese momento por ser tan estúpido, mi única justificación era el inmenso amor que sentía por ella y haría lo imposible por lograr su perdón, no me importaba arrodillarme y recorrer todo el aeropuerto de esa manera con tal de que me perdonara, la amaba con todo mi ser y me aterraba la idea de perderla, mucho más si yo era el causante por mis *******.
Accedió a subir al avión, pero no me dirigió la palabra para nada, eso me dolía, aunque no podía esperar que su actitud fuera diferente después de la gran idiotez que le había dicho, me daban ganas de romperme yo solo la boca por no saber tenerla cerrada. Se levantó y supuse que iba al baño, esperé unos minutos y después la seguí, otra de mis locuras se había hecho presente en mi mente y, más que nada, estaba buscando reconciliarme con ella, así que toqué discretamente la puerta del baño, me respondió que estaba ocupado y seguí insistiendo hasta que me abrió y la obligué a entrar, me dijo que estaba loco y le respondí que sí, por ella, no había otra verdad.

Comencé a besarla, pero su boca permanecía cerrada, sin un pequeño atisbo que me indicara que en algún momento me correspondería, mis manos recorrían su cintura y sus muslos, las de ella estaban a sus costados y ese rechazo me dolió mucho más que la bofetada que me había dado. Pero no me iba a rendir, no quería que siguiera enojada conmigo, mi lengua recorría sus labios tratando de entrar a su boca y mis manos subieron a sus senos, entonces Pau se rindió finalmente y su lengua recibió la mía que se unieron presurosas al tiempo que ponía sus manos en mi cuello y lo hicimos con urgencia en ese estrecho baño, cuanto había echado de menos su cuerpo.

Volví a pedirle perdón y me pidió que no abusara de ella, le di mi razón, aunque quizá no era suficiente para que me perdonara y finalmente me dijo que dependería de mi comportamiento, como deseaba volver el tiempo atrás para cambiar las cosas.

Regresamos a nuestros asientos y la abracé, después le entregué la letra de la canción y le comenté mis planes de cantársela a Luciana, pero se negaba a aceptar porque le daba vergüenza cantar en público, hasta que debido a mi insistencia terminó por decirme que lo pensaría. Después le conté la historia de amor de Luciana y ella me platicó sobre sus padres, la información que me dio yo ya la sabía, lo que ignoraba era la relación tan fría y distante que mantenía con ellos.

Llegamos a la casa y tomé su mano para entrar, de inmediato sentí sus nervios al ver a toda mi familia en la sala, se la apreté para infundirle confianza, yo sabía muy bien que la recibirían cálidamente. Todos la abrazaron y yo estaba emocionado viendo las muestras de cariño para con ella, no podían faltar las bromas de Federico,  pero, ni siquiera me incomodaron, toda mi atención estaba puesta en ella, que no daba crédito a la actitud de los Alfonso.

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