domingo, 22 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 122

Miré el calendario en mi blackberry y me di cuenta que el día que la conocí era su cumpleaños, pero, ¿qué clase de novio tenía que la había dejado sola en una fecha tan importante?, eso era muy extraño y más que el nombre de mi rival me resultara conocido, ya lo había escuchado antes, pero ¿qué había pensando?, ¿mi rival?, ¿acaso me estaba volviendo loco?

El viaje resultó muy productivo, conseguí financiamiento para la construcción del hotel en Londres y descubrí que Facundo Pieres trabajaba en una importante casa de bolsa en Nueva Jersey y que uno de mis socios era su cliente, muy conveniente.

El lunes por la mañana le pedí a mi asistente que consiguiera el teléfono de ese lugar y que me sacara una cita directamente con él. Los negocios me habían enseñado que al enemigo había que tenerlo cerca si se quería acabar con él.

Paula seguía sin buscarme, hoy justamente se cumplían dos semanas de nuestro último encuentro. Ah, pero, ¿qué hacía yo pensando en ella y buscando conocer a su novio?, sonreí malévolamente, ¿qué cara pondría ella si me viera en algún lugar con él?, ¿cuál sería su reacción al enterarse que lo conozco?, tal vez le devolvería el golpe que ella me dio cuando yo la vi con él, aunque no sería lo mismo.

El martes llegue a las once en punto a la casa de bolsa, la asistente de Facundo me dijo que estaba en una junta, que me sentara a esperarlo, tomé una revista y me senté en el sillón. A los quince minutos llego él y al verlo de inmediato vino a mi mente la escena que presencié afuera del departamento de Paula y la misma sensación me recorrió nuevamente. Él se acercó y me estrechó la mano cordialmente.
– Disculpa la tardanza, la junta se prolongó más de lo previsto, tú eres…
– Pedro Alfonso, soy socio de Peter Montgomery y él me recomendó contigo, Facundo, ¿verdad? – respondí estrechándole la mano y ahí agradecí las clases de actuación que había tomado en la preparatoria, porque le sonreí sin que él notara que en realidad quería golpearlo.
– Sí, Facundo Pieres, mucho gusto.
– Igualmente – le mentí categóricamente.
– Pasemos a mi oficina.

Estuvimos platicando de inversiones, era bastante bueno en su trabajo y conocía a la perfección el manejo de la bolsa, sería un negocio bastante productivo trabajar con él, un negocio redondo. Sonó su celular y sonrió enormemente al leer el mensaje, supuse que era de Paula porque hasta le brillaron los ojos. Salió de su oficina por unos documentos que tenía que firmar y el muy torpe dejó su celular sobre el escritorio, así que lo tomé y leí el mensaje que le había llegado, la tenía registrada como “princesa”.

“Hola bombón, ardo en deseos de que sea viernes para verte, ¿no podrías hacer hoy una excepción y salir conmigo en lugar de con ella? Besitos en Jake Jr.”

Dejé el celular de nueva cuenta en el escritorio y sonreí, ¿así que Facundo escondía un secretito? Que conveniente resultó eso para mí. El ******* ignoraba que su novia le estaba pagando con la misma moneda y que ahora él mismo sería quien me la pondría en bandeja de plata. Paula no se merecía a un tipo como él y si ella no me buscaba yo llegaría a ella y, esta vez, sin reglas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario