domingo, 8 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 78

– Haré lo que sea con tal de que me perdones, eres lo más importante en mi vida, ya te lo he dicho y no me cansaré de repetirlo – dijo con lágrimas en los ojos.
– Vaya forma de demostrarlo.
– Perdóname, el amor que siento por ti es demasiado intenso, por eso me enferma verte con alguien más, pero no es que dude de ti, por favor, perdóname, ya llamaron para abordar el avión, te juro que te lo recompensaré, no me dejes y menos ahora, mi familia nos espera, te lo suplico – agregó y una lágrima resbaló por su mejilla.
– Eres increíble pedro – guardé silencio unos segundos – iré contigo, porque Luciana me invitó directamente, pero no sé si pueda perdonarte, me dolió muchísimo lo que me dijiste, me llamaste una cualquiera.
– No, te juro que no quise decir eso, la rabia me hizo decir semejante estupidez, pero jamás he pensado que lo seas.

Volvieron a llamar para abordar el avión, así que caminé y él me alcanzó, abordamos y tomamos nuestros respectivos lugares, me abroché el cinturón de seguridad y cerré los ojos, no quería hablar con él, había sido un golpe muy bajo y no me lo merecía, él era el menos indicado para reprocharme ese tipo de cosas, con todo el historial que tenía. Minutos después me levanté y fui al baño, me eché agua en la cara y me quedé apoyada en el lavabo después de secarme, tocaron a la puerta y dije que estaba ocupado, pero insistieron, resignada suspiré y la abrí, era Pedro que me hizo entrar de nuevo y él también entró cerrando la puerta con seguro.
– ¿Qué haces?, ¿estás loco?
– Sí, completamente loco por tí – respondió y me besó, pero no le correspondí.
Sus manos acariciaron mi cuerpo mientras su boca luchaba por abrirse paso en la mía, quería resistirme, pero el lugar era tan estrecho que nuestros cuerpos estaban muy juntos y la verdad es que lo necesitaba con urgencia, a pesar de que a veces jugábamos por la webcam no se comparaba a tenerlo en vivo, a sentir su aliento, percibir su delicioso olor, sus manos acariciándome y el sabor de sus besos que me habían excitado desde que pasó por mí al departamento, así que dejé de luchar y le correspondí el beso desenfrenadamente mientras nuestras manos presurosas desabrocharon los pantalones de ambos que bajamos hasta los tobillos.
Pegó aún más su cuerpo sin entrar todavía en mí en tanto seguíamos besándonos con desesperación, yo estaba lista para recibirlo, así que él separó sólo lo suficiente mi pierna para entrar en mí, finalmente, me mordió el labio inferior, mientras se movía rápidamente dentro y fuera de mi cuerpo, yo me aferré a su espalda y eché mi cabeza hacia atrás que topó con la pared, él me mordisqueó el cuello siguiendo con sus movimientos veloces hasta que ambos alcanzamos el clímax y nos besamos para acallar los gemidos.
Yo tenía los ojos cerrados y nos separamos sólo lo mínimo, él seguía estando dentro de mí y sus labios rozaban los míos, después abrí los ojos y lo miré fijamente al igual que él a mí.
– ¿Ya me perdonas?, por favor – dijo con un hilo de voz.
– No abuses de mi vulnerabilidad en este momento.
– Sé que soy un ******* y no merezco tu perdón, la única defensa que tengo es este amor que cada día crece más y me supera, por eso dije eso, sin pensar.
– ¡Dios!, Pedro, en verdad quiero estar enojada contigo, muy enojada, incluso quisiera odiarte en este instante, pero no puedo, ejerces demasiado poder en mí, estoy completamente enamorada de tí y abusas porque lo sabes.
– Jamás he querido abusar de tí, entonces, ¿sí me perdonas?
– La verdad no lo sé, no será fácil olvidar lo que me dijiste.
– Haré que lo olvides, lo juro por nuestro amor.
– Si no te quisiera tanto juro que no hubiera subido a este avión por nada del mundo.
– Sabes que yo te quiero tanto como tú a mí, eso jamás lo olvides.
– Tú tampoco Pedro, porque el amor puede acabarse en cualquier momento, yo lo sé muy bien y no me gustaría que esto acabará mal.
– Entonces, ¿sí me perdonas? – insistió en tono más suplicante.
– Depende como te portes, salgamos ya, ¿sí?, no quiero que alguien nos descubra.

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