jueves, 19 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 113

La luna brillaba en todo lo alto iluminando parte del jardín y, entonces, me sentí solo, ¿qué estaba haciendo yo con mi vida?, acababa de cumplir 27 años y no tenía a nadie a mi lado, alguien digno que estuviera ahí conmigo compartiendo este gran día para la familia. Mi hermanita de 24 años estaba próxima a casarse y yo estaba solo, siendo mayor que ella. De repente, la imagen de esa chica volvió a mi mente, ¿qué tenía de especial para pensar en ella?, era la primera vez, en el tiempo que llevaba en la sociedad, que pensaba en alguna, que deseaba que el tercer encuentro no llegara, no quería alejarla, quería seguirla viendo indefinidamente.

– ¿En qué piensas hermanito? – escuché la voz de Luciana y sentí su mano sobre mi hombro.
– En que no puedo creer que mi hermanita se va a casar tan pronto… ¿no deberías estar allá dentro con los demás?
– Vi que saliste y me llamó la atención, te estaba observando a lo lejos y mi curiosidad aumentó, ¿qué te sucede Pedro?
– Nada, ¿por qué lo preguntas?
– Te noto extraño, demasiado pensativo, sé que no son problemas en los negocios, esos marchan muy bien, ¿qué es Pedro?, ¿se trata de alguna chica?
– ¿Tú como supiste que Gastón era el indicado? – respondí evadiendo su pregunta.
– Fue amor a primera vista, desde el instante que nuestros ojos se cruzaron, hubo algo en su mirada que no había visto en nadie más, con el trato me sentí libre de ser yo misma, sin tener que posar para impresionarlo, y cuando más lo confirme fue aquella vez que chocó mamá, ¿te acuerdas?
– Como olvidarlo, estuvo cinco días en coma y mi papá no se despegó ni un solo segundo de ella, yo más que nadie lo comprendía.
– Yo estaba muy asustada Pedro, pero cuando Gastón me abrazaba el miedo se desvanecía por completo y me daba esperanzas de que todo iba a salir bien y, así podría enumerarte miles de cosas, la alegría que no cabe en el pecho, el regocijo del corazón, hablar sin palabras, mirarlo dormir, desearlo de tal manera que sientes que te quemas por dentro, pero todos percibimos el amor de diferente forma, lo único que te puedo decir es que cuando llegue, simplemente lo sabrás, con mínimos detalles te darás cuenta, cuando quieras reír y llorar, cantar y callar, volar y aterrizar, soñar y despertar, cuando sea la última persona en la que piensas antes de dormir y la primera cuando despiertas y la veas en todas partes aunque sepas bien que no está ahí, en fin hermanito, son tantas cosas.
– Sí ya lo veo, me había olvidado de todo eso.
– Pero, creo que finalmente, después de tantos años, estás listo para abrirte de nuevo al amor, definitivamente ella debe ser muy especial para haber logrado ese cambio en tí.
– ¿Ella?, no hay ninguna ella, Luciana, no he mencionado a nadie.
– Pedro, soy mujer y además muy perceptiva, por supuesto que la hay, me dí cuenta como mirabas al vacío con lo que yo te estaba diciendo, como analizando situaciones y me da muchísimo gusto, mereces a alguien en tu vida, no sólo en tu cama, no sé porque te empeñaste en volverte así, eres mucho mejor que eso y mereces conocer y disfrutar del amor verdadero, sólo espero que ella te valore, te corresponda y te haga muy felíz.
– Gracias hermanita, pero de verdad te aseguro que no hay nadie.
– No te creo, pero está bien, si insistes, quizá no haya nadie aún, pero existe el anhelo de que la haya y ese es ya un gran paso para conseguirlo.
– Te adoro duendecillo.
– Y yo a ti – me abrazó fuertemente – en serio que me encantaría verte tan enamorado como yo lo estoy.

No pude responderle nada, francamente no sabía si estaba preparado, había cerrado mi corazón en una caja fuerte y arrojado la llave al océano, no sabía si existiría alguien tan valiente como para buscarla, rescatarla y liberar mi frío corazón. Era sencillo conseguir a una chica, lo difícil era conservarla, alimentar la llama día con día para evitar que se extinga. Sonreí por mis pensamientos, ¿que sarta de cursilerías estaba pensando?, ¿desde cuándo el soltero más codiciado hacía ese tipo de analogías?, seguí sonriendo, ¿a quién rayos se le había ocurrido catalogarme de esa manera y ponerlo en el internet?, poco sabía de mi vida.

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