lunes, 9 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 82

Me dí una rápida ducha y salí envuelta en una toalla, Pedro traía puesto solo su bóxer y me miró pícaramente, pero yo moví negativamente la cabeza, él cambió su mirada a súplica y yo miré hacia el techo, pero aún así me abrazó.
– Pedro, basta, por favor – dije mientras me besaba el cuello – tenemos que estar listos en 35 minutos, repliqué mientras mi temperatura se elevaba.
– Es suficiente tiempo, podemos hacerlo rápido como en el avión – respondió metiendo su mano por debajo de la toalla para masajear mi nalga.
– No, tengo que arreglarme bien, quiero verme linda – refuté quitando su mano.
– Pau, ya eres linda, no necesitas hacerte mucho – dijo acariciando mi mejilla – corazón, por favor, un mes de abstinencia fue mucho tiempo, estoy muy ansioso por ti.
– Yo también Pedro, pero no podemos dejar que el fuego nos nuble la razón, no podemos hacer esperar a tu familia, además, recuerda que dormiremos juntos.
– Corrección Pau, compartiremos la cama, pero ni creas que te voy a dejar dormir y menos si me dejas con las ganas ahorita.
– Está bien, no dormiremos en la noche, pero ahora tenemos un compromiso que cumplir, por favor, piensa en Luciana… además, ¿no vamos a ensayar la canción?
– Está bien, sólo porque cantarás conmigo me meteré a duchar en este instante.
– Y de preferencia con agua helada.
– Que cruel eres conmigo, pero en la noche me desquitaré.
Moví la cabeza sonriendo mientras sacaba mi ropa de la maleta, me puse la interior y encima un sencillo vestido beige de tirantes que me llegaba a la rodilla, unas sandalias del mismo color y después cepillé mi cabello, empezaba a maquillarme cuando Pedro salió del baño y se me quedó viendo.
– ¿Qué?, ¿hoy tampoco podía usar un vestido de este color?
– No es eso, levántate por favor – dijo extendiéndome sus manos, yo las tomé y me levanté mirándolo extrañada, me hizo darme una vuelta – wow, te ves hermosa.
– Pero, aún no me maquillo.
– No lo necesitas, ya eres hermosa.
– Adulador.
– Encantadora.
– Ya date prisa, anda.
Me dió un beso en los labios y empezó a vestirse mientras me explicaba las instrucciones para la canción. Yo estaba muy nerviosa por eso, no sé cómo pude aceptar, empecé a hacer respiraciones con los ojos cerrados y Pedro me abrazó por la cintura y me aseguró que todo saldría bien, abrí los ojos y fue mi turno de asombrarme, Pedro se veía bellísimo, con un pantalón y una camisa blancos que hacían resaltar sus hermosos ojos color topacio, notó la expresión en mi rostro y me sonrió para luego darme un pequeño beso en los labios, entrelazó mi mano y bajamos.
Atravesamos un gran salón en el que había varias personas corriendo de un lado a otro arreglando unas mesas y unas sillas, salimos a la enorme terraza que ya estaba prácticamente lista para la boda, había un pasillo en medio de una cantidad considerable de sillas y una chica le estaba dando unas indicaciones a Luciana, supuse que era la organizadora. Había otras parejas además de la familia y cuando Luciana se desocupó me los presento, eran la madrina, las damas y sus respectivos novios, así como los papás de Gastón y Rosa. El sacerdote llegó y nos acomodamos en nuestros lugares para ver el ensayo que dio inicio, tanto Luciana como Gastón traían ropa de color durazno. Sus votos fueron muy conmovedores y en cuanto terminó pasamos al salón.
Sólo había dos mesas preparadas y en ese momento me invadieron los nervios y me mordí el labio inferior. En una nos sentamos la familia y en la otra las amigas de Luciana, y nos sirvieron la cena.  Federico estuvo bromeando casi todo el tiempo y acariciando las mejillas de Rosa que sólo se reía por las ocurrencias de su marido. Luciana y Gastón derramaban miel y casi podría estar segura que no sabían de qué estábamos hablando. Horacio y Ana estaban sonrientes mirando felices a sus hijos y yo entré en pánico cuando sentí la mano de Pedro recorrer mi muslo por debajo de la mesa y lo miré casi fulminándolo, en cambio, él me sonrió mientras me apretaba suavemente el muslo casi a la altura de la ingle y lo miré aún más seria, pero contrariamente a lo que quería lograr, él estaba de lo más divertido deslizando su mano por mi pierna hasta que afortunadamente la madrina dijo que era el turno de que hablara el padrino y entonces Pedro tuvo que ponerse de pie, levantó la mano y en ese momento entraron cuatro personas con un piano.

– Bueno, como la verdad no soy muy bueno para los discursos y como sólo tengo el oficial, hoy haré algo diferente – anunció y fue a sentarse frente al piano y probó el micrófono – pero, para esto necesito la ayuda de la señorita Paula Chaves, mi hermosa novia, por cierto, un aplauso, por favor.

Yo sentí que me ardían las mejillas por el intenso rubor que había en ellas mientras todos los presentes aplaudían y yo me ponía de pie mucho más nerviosa que en un principio y camine hacia él que me esperaba con una gran sonrisa, me senté a su lado y puso la hoja con la letra de la canción sobre el piano.

2 comentarios: