miércoles, 11 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 87

– Buenos días – dijimos Pedro y yo al mismo tiempo.
– Buenos días, hijos – respondió Ana con una tierna sonrisa.
– Vaya, pensé que no se levantarían a tiempo, par de… tórtolos – exclamó Federico.
– Amor, es muy temprano para que empieces a molestar – dijo seria Rosa.
– Cierto, mi hijo no debe enterarse de las travesuras de sus tíos – señaló mientras le acariciaba el abdomen – aunque quizá pronto podrías tener con quien jugar – añadió.
Rosa tomó un trozo de piña con el tenedor y se lo puso en la boca a Federico mientras todos nos reímos. Pedro y yo nos sentamos en una orilla de la mesa, frente a Luciana y Gastón que se veían nerviosos.
– ¿Listos para el gran momento? – les pregunté.
– Sí, más que lista – respondió Luciana entusiasmada.
– Yo también, aunque la verdad, tengo un poco de nervios – exclamó Gastón.
– Es comprensible, pero estoy segura que les va a ir muy bien, se ve que se adoran.
– Eso sí, esta hermosa niña me conquistó desde la primera vez que la ví.
– Y tú a mí, osito, nunca imaginé pasar mi vida con alguien más.
– Sha la la la la la – empezó a tararear Federico la canción Historia de amor.
– No nos critiques – dijo Luciana y le sacó la lengua – o te grabo dándole de comer a tu esposa y lo subo al Youtube para que te vean tus seguidores – agregó riéndose.
– Pequeña malévola, no serías capaz.
– Sabes muy bien que sí, no me retes.
– Tranquilos chicos, discúlpalos Pau, creo que les dimos demasiada libertad de niños y por eso ahora se comportan así – aclaró Armando.
– No te preocupes, yo soy hija única y me hubiera encantado tener hermanos, supongo que nos llevaríamos así.
– Pues ya nos tienes a nosotros – aseguró Luciana guiñándome un ojo.
– Gracias, la verdad estoy muy sorprendida, pensé que eran la típica familia millonaria que no se prestaba atención y que cada quien andaba por su lado.
– No Pau, a nosotros nos interesa mucho la integración familiar y desde pequeños se la inculcamos a nuestros hijos, sé que se molestan entre ellos porque es su forma de demostrarse cuanto se quieren – dijo Ana.
– Eso es lindo.
– Corazón, no sabes lo que acabas de decir, le estás dando armas al enemigo.
– ¿Me estás llamando enemigo Pedro Alfonso?, no le hagas caso Pau, no lo soy , al contrario, te admiro porque lograste conquistar al soltero más codiciado del mundo hotelero… aunque tengo una ligera sospecha de cómo fue que eso sucedió – exclamó en tono pícaro levantando las cejas.
– Amor, deja de darle ese ejemplo a nuestro hijo – intervino Rosa dándole un ligero golpe en la cabeza y todos nos reímos de la expresión de Federico.
Seguimos desayunando entre bromas y anécdotas, me sentía tan a gusto rodeada de todos ellos, era una verdadera familia y deseé con toda el alma pertenecer a ella. Pedro me miraba y me sonreía, creo que estaba feliz por la aceptación que yo había tenido y por lo rápido que me había integrado a ellos. Luciana nos pidió a las mujeres que a mediodía fuéramos a su recámara para que nos arreglara el estilista que había contratado. Mientras tanto Pedro terminó por mostrarme el resto de la casa.
Como cinco minutos antes de las doce entré a la habitación de Luciana que estaba sola y, me puse a curiosear las fotos que tenía en su mueble, me llamó la atención una donde pedro se veía muy sonriente abrazando a una linda chica, ambos lucían muy jóvenes, debían estar en la adolescencia.
– ¿Quién es ella? – pregunté y Luciana se acercó a mí.
– Tanya, su primera novia, ahí tenían quince años.
– Es muy bonita.
– Sí… lo era y una gran chica también.
– ¿Lo era? – pregunté asombrada.
– Fue una trágica historia, ¿no te la ha contado Pedro?
– No, no hemos tocado ese tema.
– Espero que no me mate por decírtela, siéntate.
Me arrimó una silla y ella se sentó en la cama.

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