jueves, 12 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 94

– ¿Nunca se dijeron te amo?
– Sí, cuando él estaba encima de mí, eso era lo que amábamos, el sexo no a nosotros como personas, sonará tonto, pero ni siquiera sé cuál es su color favorito, pero bueno ya no hablemos más de mí, mejor cuéntame, ¿cómo te fue en las fiestas?
– Genial, fueron las mejores de mi vida, su familia es tan cálida, me hacen sentir parte de ella, todos me regalaron algo en Navidad y Pedro se porta súper lindo conmigo.
– Me da mucho gusto por ti amiga, es un gran detalle de su parte que te haya llevado con su familia en esas fechas tan especiales, la primera vez que me platicaste de él jamás me imaginé que iban a terminar así.
– Yo tampoco.
Cuando terminamos de comer nos despedimos con un gran abrazo, no sé si Zaira amaba o no a Steve, pero definitivamente sí le había dolido mucho el divorcio. Mientras caminaba pensaba en todo lo que me había dicho y vino a mi mente el terrible sueño que había tenido la noche anterior, ¿en verdad Pedro podría dejar de estar con otras mujeres y serme fiel?, ¿me amaba a mí o el sexo que teníamos?, tampoco habíamos ido al cine, claro que llevarme con su familia no se compara, no llevas a la amante, llevas a la novia. Saqué mi celular y marqué al que le llamaba al principio.
“El número que usted marcó se encuentra desactivado”
Escuchar eso me dio un alivio, pero entones recordé las mentiras que me había dicho, lo que me gritó cegado por los celos, ¿me ocultaría más cosas?, ¿cómo sabía que mis flores favoritas son los alcatraces? Sin encontrar respuestas llegué a la oficina y me concentré en el trabajo.
El tiempo pasó en un abrir y cerrar de ojos, tal como se lo dije a Pedro. Me encontraba en mi departamento terminando la cena para recibirlo, cuando escuché la puerta abrirse salí de la cocina a recibirlo. Me abrazó fuertemente y me dio varias vueltas, después me besó ansiosamente mientras con una mano apretaba mi nalga.

– Te extrañé tanto Pau..
– Yo también a ti.
Me cargó y me dejó sobre el sillón, se quitó la chamarra y se colocó encima de mí besándome y acariciándome un seno mientras sentía como su sexo reaccionaba.
– Te necesito tanto Pau– dijo presuroso levantando mi falda y quitando la ropa interior para después bajar su pantalón y su bóxer.
Volvió a colocarse sobre mí y desabrochó mi blusa en tanto lamía mi cuello y yo también desabrochaba su camisa, él terminó por quitársela y después besó mis senos haciendo que mi respiración se elevara y mi cuerpo estuviera ya listo para recibirlo. Abrió mis piernas y se introdujo de un tirón, mordiéndome el labio inferior en tanto yo sujetaba con fuerza su espalda, entraba y salía de mí sin parar, lamió mi oreja y gemía en ella, yo tenía los ojos cerrados y jadeaba también, lo había echado tanto de menos, incrementó la velocidad de sus movimientos y sus gemidos se hicieron más audibles, mezclándose con los míos, hasta que un fuerte grito escapó de mis labios cuando sentí que ambos llegamos al orgasmo. Pedro me besó apasionado y después me dio un beso en la nariz y puso su frente sobre la mía.
– Te amo – dijo mirándome con sus ojos llorosos por el placer.
– Yo también te amo y te extrañé mucho.
Se enderezó y se subió el bóxer y el pantalón, yo me levanté, me puse la ropa interior y la blusa. Después fui a la cocina por la cena, ya estaba lista la mesa, así que le serví, me serví yo y me senté frente a él. Me estuvo platicando sobre su viaje y de repente, me vinieron las palabras de Zaira a la mente y empecé a reflexionar que era lo que habíamos extrañado el uno del otro, lo primero que hicimos al vernos fue tener relaciones, ¿sería eso lo único que habíamos echado de menos?, dejé de escuchar lo que me decía y en cambio recordé las últimas pláticas con Zaira, sobre conocerse el uno al otro y el equilibrio que debía haber entre el amor y la pasión.

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