viernes, 27 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 140

– Pedro, ¿qué haces aquí? – preguntó al salir.
– Esperándote para bañarme, el otro baño está ocupado.
– Ah ok, por cierto, anoche sin querer pude comprobar si Pau se ponía celosa de Facundo.
– ¿Qué hiciste? – pregunté sorprendido.
– Nada, fui por mi antifaz para dormir a la habitación de ellos, no había nadie y al salir me topé con Pau que según me dijo había bajado a tomarse una pastilla, pero, en realidad estaba contigo, ¿verdad?
– Sí, estuvimos platicando.
– Claro, ahora así se le dice.
– Bueno, ya dime que te dijo cuando te vio salir de la recámara.
– Me preguntó que hacía ahí y ya le expliqué, buenas noticias para tí amigo, no la ví nada celosa, sólo desconcertada, pero quedó bastante satisfecha con mi respuesta, nada que ver con la mirada de odio que me dio en la tarde en la cocina.
– Gracias amiga, de verdad, sin embargo, me gustaría que siguieras con tu actitud cariñosa conmigo, por favor.
– Esto sí voy a cobrártelo, ¿por qué no hablas con ella de una vez por todas y le dices lo que sientes?
– Lo haré en algún momento, ahora me voy a bañar.

Después que me vestí bajé a la cocina y vi que estaban las dos, Jennifer me saludó demasiado amable y Paula me miró con enfado y cuando se volteó sonreí, era grandioso verla celosa, aunque el gusto me duró poco ya que Facundo entró y luego de saludarnos le dio a ella un beso en los labios, entonces decidí que mejor saliéramos a desayunar, al menos en público no se estarían demostrando su supuesto amor.

Como el restaurante quedaba cerca nos fuimos caminando, Jennifer siguió con su teatro y me tomó de un brazo mientas Paula y Facundo iban tomados de la mano, que rabia sentía, así que opté por cargar a Jennifer, no iba a ser el único incómodo de los cuatro.
Al llegar nos sentamos y casualmente yo quedé frente a Pau, una vez que nos llevaron lo que habíamos pedido, Facundo empezó a platicarle a Jennifer lo rara que es Paula para comer, al verla llevarse un pedazo de piña a la boca, recordé la vez que comimos en el hotel y entonces me quité el zapato y puse mi pie sobre su pierna, ella me miró frunciendo el ceño y no pude evitar sonreír, debía reconocer que me encantaba ponerla nerviosa, así que, a pesar de que retiró su pie yo seguí con mi juego acariciando su pierna aunque la moviera, hasta que se levantó al baño.

Cuando salimos de ahí, a Jennifer se le ocurrió que fuéramos a un hotel a apostar, entonces regresamos a la casa por el auto, de nuevo ellos iban tomados de la mano y yo hice lo mismo con Jennifer que me dedicó una mirada de desacuerdo. En cuanto subimos al Volvo, Facundo abrazó a Paula, no pude evitar mirarlos por el espejo retrovisor y enfadarme, como odiaba que ese tipo la tocara, así que en respuesta yo jugaba con Jennifer en los altos y a través del espejo me daba cuenta de la expresión que tenía Paula en el rostro, estábamos iguales, ambos nos moríamos de los celos, claro que ella sin fundamento, a diferencia de mí.

Al llegar al hotel, Facundo y yo nos dirigimos a las mesas de póker y ellas se fueron a las maquinitas de dinero rápido, me sorprendió ver lo hábil que era Facundo con las cartas, yo logré ganar mil dólares en una partida y en la siguiente él ganó el doble. Como ya era la hora de la comida dejamos de jugar y al encontrarnos con ellas Facundo cargó a Paula dándole la noticia del dinero que había ganado, volví a sentir rabia al presenciar esa escena, es que al verlos así me daban ganas de golpearlo y decirle que ella era mía, que quitara sus sucias manos de encima, gritarle que yo no tenía ojos para nadie más, como él sí los tenía para esa tipa con la que se revolcaba y más rabia me dio cuando vi que Paula lo tomaba amorosamente de la mano y se alejaban.

– Por dios, Pedro, trata de controlarte – me dijo Jennifer en voz baja.
– Es que no soporto verlos así, me dan ganas de contarle toda la verdad.
– Pues hazlo, sería lo mejor para todos, ya me estoy hartando de este jueguito, ten las agallas para pelear por lo que quieres, pero como hombre no como niño.
– Aunque quiera decírselo, no puedo, está de por medio la reputación de Paula, no puedo hacerla quedar mal frente a él, tal vez no me lo perdone.
– Entonces compórtate, si sigues así, Facundo se va a dar cuenta, respira profundo y cuenta hasta cien en alemán.
El comentario de mi amiga me hizo reír, yo no tenía ni idea de ese idioma. Entramos al restaurante del hotel y Paula de inmediato se sentó frente a Jennifer, me ganó la risa, ella quería evitar a toda costa que la toqueteara por debajo de la mesa, yo moría por hacerle algo más que eso, pero tenía que aguardar hasta la noche, tenía que ir buscando el pretexto o el chantaje para estar a solas con ella otra vez.

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