viernes, 13 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 97

– No tengo hambre – dije y volteé mi cara del lado contrario a donde ella estaba.
– Eso dices tú, pero tu cuerpo no creo que opine lo mismo, necesitas recuperar las fuerzas que perdiste en la enfermedad, además aún tienes que tomar antibióticos, no puedes vivir dependiente de un suero de por vida – dijo untando mermelada al pan.
– No quiero vivir, punto, quiero estar con ella, ¿por qué nadie lo entiende?
– Tú tampoco entiendes que estuvieron juntos el tiempo que tenían que estar, que su ciclo en esta vida terminó, pero el tuyo sigue – aseguró con su característica madurez, demasiada para su edad, por cierto.
– Eso es tan injusto, ¿cómo puedo yo comer y seguir viviendo cuando ella está enterrada tres metros bajo tierra? – exclamé exasperado.
– Su cuerpo está enterrado, su esencia está en otro lugar y te apuesto que en uno mucho mejor que esté. – Pues yo quiero estar con ella, no me importa dónde sea.
– No puedes ser tan egoísta Pedro, ¿acaso no te importa ver sufrir a tu familia?, ¿quieres que ellos pasen por lo mismo que tú estás sintiendo?, no tienes idea del enorme dolor que le estás causando a Ana, está desesperada, ya no sabe qué hacer, y Horacio, dios, tú sabes que es mi héroe y jamás me imaginé verlo caído y derrotado… nunca pensé decir esto, pero extraño las bromas y los chistes de mal gusto de Federico y en cuanto a Luciana, es una niña con el brillo apagado, hablas de injusticias, ¿no te parece una enorme de tu parte lo que le estás haciendo a tu familia?, los estás arrastrando contigo, si se tratara de que te dejaras morir sin afectar a nadie, perfecto, no es la mejor opción, pero adelante, hazlo, sin embargo, te tengo noticias Pedro Alfonso, no estás solo en este mundo, ¿en serio quieres afectar a cuatro personas maravillosas que están dispuestas a dar su vida con tal de que tú vuelvas a ser el mismo de antes?, eso sí es injusto.
– Comeré sólo un poco, ¿ok?
– Está bien, hoy un poco, mañana otro y así sucesivamente, por cierto, te traje un regalo – se levantó después de darme el vaso de leche y sacó un libro de su mochila – “Todo pasa… y esto también pasará” – leyó en voz alta el título y continuó.
Y eso fue haciendo todos los días, casi me daba de comer en la boca y una vez estuvo a punto de desnudarme y bañarme, pero me ganó el pudor y la saqué del baño. Me llevaba al parque, nos sentábamos en los columpios a ver la gente pasar, quería demostrarme que la vida seguía, me leyó infinidad de libros que hablaban sobre pérdidas y como sobre llevarlas y poco a poco fui recuperando las ganas de vivir lo único que no, fueron las de volverme a enamorar.
Déjame contarte la historia
De la llamada que cambió mi destino
El sonido de mi celular me trajo de vuelta del recuerdo, estaba sobre la mesa de noche y la vibración lo fue moviendo casi hasta la orilla, lo tomé y vi que era número restringido, lo cual me sorprendió un poco.

– Hola – respondí extrañado.
– ¿Estás libre esta noche? – escuché decir a una voz femenina extremadamente sensual.
– ¿Quién habla? – pregunté al no reconocerla.
– Respuesta equivocada “cariño”, sabes muy bien que eso no te lo puedo decir, ¿puedes o no puedes verme? – sonó determinada y eso me gustaba en una mujer.
– Claro que puedo, ¿en dónde, a qué hora y cómo te reconozco?
– ¿Conoces el hotel Ambassy?
– Sí, estoy como a 40 minutos de ahí.
– En 45 minutos, en el bar, vestido rojo – y colgó sin darme ningún otro detalle.

Sonreí y moví la cabeza, “vestido rojo, muy original”, pensé, seguro era alguna de mis compañeras queriendo jugar un poco. En eso me había convertido yo, en un tipo frío que sólo disfrutaba de un buen sexo.
Cuando cumplí 16 años mi tío Gabriel me llevó a un club para que me quitaran lo virginal, me dijo que nada como el sexo para superar las tristezas y que yo ya estaba en la edad perfecta para iniciarme. Debo reconocer que yo ya tenía tiempo de haber descubierto lo bien que se sentía acariciarse y que lo hacía seguido, como todo típico adolescente pero aquella experta mujer, que calculé yo me ganaría con unos diez años, me llevó al cielo y de regreso tres veces en esa noche. Así que le tome el gusto al sexo y seguí practicándolo recordando las palabras de mi tío:

“Pedro, sé que eres muy joven, pero mientras más temprano lo sepas y lo entiendas es mejor, ¿quieres saber el éxito de un matrimonio?, la fidelidad, que tu pareja pueda ser tu esposa y tu amante a la vez y para encontrarla tienes que conocer a muchas mujeres hasta que te topes con la que tenga esa dualidad, así que anda con varias hasta que aparezca esa mujer, sé que todavía te duele lo de Tanya, pero eres muy joven y podrás superarlo y algún día, en el futuro, encontrarás esa mujer que sea tu complemento y a la que le serás fiel porque ya habrás vivido lo suficiente como para tener aventuras clandestinas”.
Así que entre sus consejos y la pérdida de Tanya me guardé muy bien mi corazón y sólo entregaba el cuerpo.


2 comentarios:

  1. Se me cayeron algunas lagrimitas con el accidente de Tanya y la desesperación y abandono de Pedro. Está buenísima esta parte contada x él.

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  2. Muy buenos y tristes capítulos! Tan chico y haber sufrido el amor así, es lógico que le haya dejado secuelas! Me encanta leer lo que sintió Pedro, para entenderlo mejor!

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