viernes, 20 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 116

De pronto, se escuchó el rugir de su estómago y le propuse cenar, ella estaba a punto de contarme algo personal, pero el subconsciente me traicionó y levanté una ceja, así que omitió la información y sólo dijo que no había tenido tiempo para comer. Me levanté del sillón para tomar el teléfono y le sugerí las hamburguesas, que eran mis favoritas, se me hizo extraño que pidiera las papas en un plato por separado, sí que era diferente en todos los aspectos.

Me tumbé en la cama y encendí el televisor, necesitaba una distracción antes de que la cuestionara sobre su fin de semana y con eso romper por completo las reglas, aún no estaba del todo seguro de querer hacer eso. Ella se metió al baño. Entonces, me reí de mí mismo, las reglas las estaba rompiendo de a poco, sobre todo la tercera, ¿a quién quería engañar?, jamás me había tomado la molestia de verlas dormir como en mi primer encuentro con ella, aunque hayan sido escasos segundos; tampoco había explicado que estaría ausente como lo hice la segunda vez y mucho menos había compartido otra cosa que no fuera sexo como ahora que cenaríamos juntos, no tenía muy claro porque lo estaba haciendo, pero me inquietaba verla en otras circunstancias, conocerla en otros aspectos.

Me levanté para retirarme el condón y después me puse una bata que saqué del clóset. Minutos más tarde tocaron la puerta, la abrí y me entregaron la charola con la comida, la puse sobre la mesa y ella salió del baño envuelta en una toalla.

Se sentó frente a mí y empezamos a cenar en silencio y de nuevo se me ocurrió tentarla, así que empecé a seducirla acariciándole su pierna por debajo de la mesa y su respuesta fue exquisita, tomó una larga papa y la metió a su boca de una forma demasiado sexual, evidentemente haciendo alusión al miembro masculino, me mordí el labio ante la insinuación, en verdad moría porque me hiciera eso, ¿a qué hombre no le gusta?, sin embargo, no me atrevía a proponérselo, no la obligaría a hacer algo que no quisiera.
Continuamos comiendo de la manera más increíblemente sensual que pudiera existir, definitivamente ya no podría comer una hamburguesa y unas papas sin evitar recordar este momento. Cuando terminamos de cenar me levanté para ponerme otro condón y volví a hacerla mía, esta vez en la mesa, me agradaba sobre manera que se dejara llevar y permitiera experimentar otras formas de tener sexo. En esta ocasión terminé segundos antes que ella, después me levanté y fui al baño, me quité el condón y me lavé las manos para quitar el olor de la hamburguesa y las papas, cuando salí la ví vistiéndose.

– ¿Qué haces? – pregunté contrariado, no podía irse tan rápido.
– Vistiéndome.
– Aún no terminamos o, ¿ya te tienes que ir? – dije desconcertado.
– No, es sólo que… bueno, entre las reglas y tu actitud, no sé cuando esto se acaba.
– Cuando veas que yo me visto esa es la señal – exclamé tajante.

A veces no podía dominar mis emociones, sobre todo la ira, la incertidumbre y la preocupación, reaccionaba irasciblemente. Me acerqué a ella y lamí sus delicados labios, incitándola poco a poco hasta que metí mi lengua en su boca buscando el roce con la suya, la besaba con mucha más frecuencia que a las demás, aparte de su sabor me gustaba su forma de besar, apasionada, sí, pero a la vez suave con un toque de ternura, nadie me había besado de esa manera. Terminé por quitarle las pocas prendas que se había puesto y mientras seguíamos besándonos caminamos hacia la cama para volver a hacerlo.

Fui por el último condón que tenía y me subí en ella, besé sus senos mientras ella enterraba sus manos en mis cabellos y gemía una vez más a causa de mis caricias, fui subiendo dándole besos cortos hasta su cuello que mordisqué ligeramente, no quería dejarle marcas, entonces, ella tomó el control de la situación y me hizo girarme, ahora fue ella la que besó y lamió mi cuello, oh sí, que diferente se sentía que lo hiciera ella, me quitó el condón de la mano y se hincó para colocármelo en tanto sus dedos rozaban mi miembro y empecé a jadear, se montó sobre mí y fue moviéndose lentamente en círculos con mi miembro dentro de su centro, era una sensación deliciosamente placentera y mis jadeos aumentaron.

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