domingo, 22 de marzo de 2015

Una Cita con el amor: Capítulo 121

– Ay por dios Jennifer, sabes que yo no me engancho.
– Siempre hay una primera vez para todo, es eso, ¿verdad?
– No, de sobra sabes que mi único amor es y será Tanya.
– Está bien, veo que estamos en la etapa de la negación.
– ¿Quieres dejar de usar tus rollos psicológicos conmigo?
– Uy, que susceptible amaneciste, o ¿será que toqué una fibra sensible?
– Ya basta Jennifer, por favor, suficiente tengo con el dolor de cabeza como para estar soportando tus cosas.
– Está bien Pedro, si no me quieres contar nada no te presionaré, pensé que no había secretos entre nosotros.
– No los hay, no me emborraché por ninguna mujer, estaba estresado, tengo mucho trabajo, se vienen proyectos nuevos muy importantes y se me pasó la mano con el alcohol, no fue planeado.
– Ok, si esa es tu versión, te creeré – dijo moviendo la cabeza nada convencida.
– Jennifer – le tomé una mano – si algún día alguien me llega a interesar, te aseguro que serás la primera en saberlo.
– Eso espero – suspiró resignada – ay Pedro, ya madura por favor, deja de andar con una y con otra, no creas que no me di cuenta que anoche te perdiste un buen de tiempo con una tipa que casi te viola en la pista de baile.

Le sonreí sin comentarle nada al respecto, a pesar que me había gustado la aventura, hoy, extrañamente, sentía que no debí haberlo hecho, me estaba arrepintiendo, como si hubiera cometido una traición, pero, ¿qué demonios?, ¿por qué no?, yo era soltero y podía divertirme cuantas veces quisiera y con quien fuera. Terminé de desayunar y volví a dormirme, así pasé la mayor parte del día y del domingo también.

Si alguien era un ángel en mi vida, esa era Jennifer, sin duda, estaba conmigo sin importarle nada, apoyándome siempre al 100%, ojala hubiera podido enamorarme de ella, sería la mejor pareja que podría tener; cariñosa, entusiasta, amable, leal, simpática, confiable, pero, no, sólo la podía ver como amiga, fue tan extraño haberla besado en aquel juego de botella cuando éramos adolescentes, sentí que estaba besando a mi hermana, ahí supe que jamás la vería de otro modo.
Lunes y martes transcurrieron sin ninguna novedad, sólo trabajo, juntas, leer y responder mails, firmar documentos, la misma rutina de siempre. El miércoles por la tarde mi asistente me anunció que un hombre insistía en entregarme unos papeles en persona, se identificó como Mike Lopez y dijo que iba de parte de Ethan Trudeau y que la información que llevaba era confidencial y sólo me la podía entregar a mí, en seguida supe de que se trataba y le dije que lo hiciera pasar.

Me entregó un sobre cerrado bastante grueso, por cierto, del cajón del escritorio saqué mi chequera y llené un cheque con la cantidad que me indicó, por sus honorarios, no fue nada barato, pero en fin, ya no había vuelta atrás. Cuando él salió de mi oficina tomé el sobre en mis manos, lo estuve mirando varios minutos y decidí que ya no importaba así que lo metí hasta abajo del cajón y continué con mi trabajo.

A las seis se empezaron a marchar todos los empleados y me quedé solo en mi oficina terminando de llenar unos formularios que necesitaba llevarme a mi viaje. Una hora después partí a mi departamento, cuando abrí el cajón para sacar las llaves de mi auto vi el sobre, dudé en un principio, pero la curiosidad me ganó y lo agarré.

Llegando a mi departamento me puse la pijama y me tumbé en la cama, abrí el sobre y había muchos papeles y varias fotografías de Paula, algunas sola y otras con ese tipo con el que la había visto una semana atrás. Tomé una fotografía y la miré, era tan hermosa y sentí que el corazón me latía más aprisa.

Comencé a leer y me enteré de muchas cosas, su fecha de nacimiento, acababa de cumplir 23 años, vivía sola, sus padres eran divorciados, su mamá vivía en Phoenix y su papá en Forks, ella tenía un año viviendo en Nueva Jersey y trabajaba en la misma agencia que estaba llevando la publicidad de la línea de ropa de Luciana, pero, ¿sería posible que la chica de la que me habló fuera ella? Seguí leyendo, no tenía mascotas, sus flores favoritas eran los alcatraces, le gustaba el cine y llevaba siete años con su novio Facundo Pieres, quien es dos años mayor que ella, eso me dejó perplejo.

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