miércoles, 25 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 130

Les pregunté qué querían de tomar y luego de servirles, entregué sus respectivos vasos a cada uno y rocé a propósito los dedos de ella que se puso más nerviosa. Tomé a Jennifer de la mano para caminar a nuestros lugares, no me gustaba nada ver a Paula con Facundo y quería corroborar si a ella le molestaba verme con una mujer, claro que desconocía que se trataba de mi mejor amiga.

A pesar de estar poniendo atención al partido y celebrar con Jennifer las anotaciones, estaba pendiente de Paula, la miraba de rabillo y, aunque quería ser discreta, me di cuenta de la forma en que miraba a Jennifer, ¿sería posible que estuviera celosa?, ¿acaso su novio no le importaba tanto? Entonces se puso de pie y supuse que iba al baño, dejé pasar unos minutos y me levanté con el pretexto de ir por otra bebida y la vi parada sirviéndose un jugo, en verdad moría por besarla, pero debía guardar la compostura, aunque no estaba de más ver si ella tenía las mismas ganas que yo.

– ¿Disfrutando del partido? – susurré en su oído parado detrás de ella.
– No tanto como tú – dijo seria y ahí obtuve mi comprobación, sí estaba celosa.

Me cuestionó de dónde conocía a Jacob y le respondí con la verdad, entonces me preguntó la razón por la que la había llamado antes y le mentí, no era tonta, sí había percibido que yo sabía que estaría ahí. Me dio risa escuchar que dijera la frase que le había escrito en el papel sobre que la vida era un equilibrio y más el que agregara que no se la pasaba teniendo sexo todo el día, le respondí que yo tampoco, sin embargo, le hice saber que con ella sí podría, no estaba seguro de eso, era mucho alarde, francamente, sólo quería que supiera que era especial para mí.

Después de que terminó el partido nos dirigimos al estacionamiento, Jennifer propuso que fuéramos a cenar, pero ellos se negaron, Paula argumentando que le dolía la cabeza y Facundo que tenía que trabajar al día siguiente, le rebatí que no todo en la vida era trabajo y dinero, que había que darse tiempo para disfrutar de los placeres, Paula repitió la frase del equilibrio, me agradaba escuchar que me tuviera en mente.

Cuando nos despedimos le sonreí amablemente y deslice mis dedos por su mano mientras la retiraba y la vi partir abrazada de Facundo, eso me quitó la sonrisa de la cara, que ganas de gritarle que la dejara, que ella me pertenecía, pero, en realidad no era cierto, yo seguía siendo un intruso en su vida, aunque ahora supiera mi nombre.

– No puedo creerlo – exclamó Jennifer haciendo que dejara de mirarlos y centrara mi vista en ella – te gusta la novia de Facundo, ¿de dónde la conoces? – agregó cruzándose de brazos dejándome boquiabierto.
– Por dios Jennifer, me la acaba de presentar, ¿de dónde sacas que la conozco de otro lado y que me gusta? – dije esperando sonar convincente.
– Otra vez negando las cosas – movió la cabeza exasperada – ¿de verdad piensas que soy tonta?, se te olvida que por ser mujer soy muy intuitiva, además de que te conozco de toda la vida, ¿vas a negarme que entre tú y ella había una tensión muy fuerte?, que no es para nada normal cuando acabas de conocer a alguien.
– Estás equivocada Jennifer, ya deberías de escribir un libro, últimamente andas muy fantasiosa.
– Y tú sigues insultando mi inteligencia, está bien, si no me quieres decir la verdad, no lo hagas, pero después no vengas a pedirme ayuda porque no sé si te la dé.

La abracé para tranquilizarla, en verdad había olvidado lo perceptiva que era y francamente no pensé que se notara tensión entre Paula y yo, ¿la habrá percibido Facundo?, esperaba no haberla metido en problemas, aunque él la engañara, seguro actuaría como el típico macho si se enteraba que ella le hacía lo mismo.

Al día siguiente, quise llamar a Paula, después de todo ella había preguntado si nos podíamos ver, claro que las cosas habían cambiado desde esa llamada, ahora ella sabía quién era yo y la verdad no estaba seguro de que la relación con Facundo fuera del todo mal, debía quererlo o no estaría con él, la cuestión era averiguar qué tan profundos era sus sentimientos hacia él, pero para eso necesitaba tenerlos cerca, convivir con ellos, ver como se trataban, quizá era buena idea seguir la sugerencia de Jennifer e invitarlos a cenar uno de estos días, o tal vez, debía dejar que las cosas siguieran su curso, faltaba poco para el desfile de Luciana y ahí era seguro que la viera, aunque no sabía si él la acompañaría.

Dos días más tarde Facundo me invitó a almorzar en agradecimiento por haberlo invitado al partido y de paso veríamos unas nuevas inversiones, así que quedamos de vernos a las dos en el restaurante del Rose Imperial. Llegó muy puntual y mientras esperábamos que nos llevaran la comida hablamos de negocios y después hizo un comentario sobre tomar vacaciones que me dio una gran idea.

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