miércoles, 4 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 70

– Aún no sé si pueda – dije en tono juguetón.
– Pues, si no puedes te secuestro, pero de que irás a esa boda conmigo, irás – respondió pegando su frente a la mía.
– Está bien, pero ya déjame trabajar o nunca saldremos de esta oficina.
– Yo no tendría ningún inconveniente en quedarme aquí contigo encerrado.
– Ya basta Pedro, en serio.
Me dio otro pequeño beso en los labios y nos soltamos, me hizo la silla hacia atrás para que me sentara, como todo un caballero, y seguí trabajando en la computadora. Él se sentó frente a mí y sacó su blackberry. Hizo un par de llamadas mientras yo seguía trabajando con el logotipo, después vi que escribía y escribía en el aparato. Cuando terminó con sus asuntos, movió la silla para sentarse a mi lado, le expliqué un poco lo que estaba haciendo, luego respondí unos mails y terminé un par de pendientes más. Y finalmente como a las ocho salimos de la oficina, cargo al oso y después tomo su pequeña mochila que había dejado en recepción, mientras yo me reía divertida, saqué mi celular y le tomé una foto con el oso en las manos.
– ¿Podemos ir a tu departamento corazón?, ahora Jennifer está en el mío y no quiero que nadie sepa que estoy aquí – dijo al salir del edificio.
– No lo sé, podrías quedarte en alguna suite del Hotel Rose Imperial.
– Por supuesto, siempre y cuando tú te quedes conmigo, recuerda que vine única y exclusivamente para estar contigo.
– Claro que te puedes quedar en mi departamento – respondí sonriendo.
Le hice la parada a un taxi y subimos los tres, porque al oso lo pusimos en el asiento de adelante, al lado del conductor que nos miro extrañado, le sonreímos y subimos a la parte trasera, íbamos abrazados sin decir nada, escuchábamos la música de fondo que traía el taxista.
Al cabo de unos veinte minutos llegamos a mi departamento, Pedro volvió a cargar el oso y yo volví a reírme, se veía tan lindo, entramos y le indiqué donde estaba mi habitación para que lo dejara ahí en tanto yo entraba a la cocina a ver que había para cenar, pero no tenía nada digno y se lo dije, entonces propuso pedir una pizza y se sentó en el sillón mientras le servía un vaso de agua. Se lo llevé y me jaló para que me sentara en sus piernas, me quejé porque no alcanzaba el teléfono y me lo pasó, pedí una pizza de peperoni mientras él me besaba el hombro, yo le recriminaba con la mirada, pero él seguía y se reía por mis expresiones.
– Listo, en media hora llega – dije entregándole el teléfono de vuelta.
– Bien, tiempo suficiente– exclamó acostándome en el sillón y se colocó encima de mí.
– Eres insaciable Pedro, ¿te tomas algo? – exclamé acariciando su cabello.
– Tú eres mi mejor estimulante y esta noche lo único que quiero es hacerte feliz, amarte como mereces – respondió para luego besarme apasionadamente mientras sus manos se deslizaban por mi cuerpo.
Aún estaba perdida en la intensa sensación del clímax que acababa de alcanzar, gracias a sus profundos besos en mi parte más intima, cuando tocaron la puerta, miré asustada a Pedro y me dio una gran sonrisa y un ligero beso en los labios.
– Yo abro, no te preocupes – dijo y se levantó del sillón. Yo me quedé ahí, sumida para evitar que el repartidor me viera y cuando Pedro cerró la puerta me enderecé, tomé mi blusa del suelo y me la puse, aún seguía dándome vergüenza que Pedro me viera desnuda y más si él estaba completamente vestido, puso la pizza en la mesa del comedor mientras yo me levantaba y caminaba.
– ¿Adónde vas, corazón?
– A ponerme algo encima.
– ¿Para qué si te lo voy a quitar? – exclamó divertido y sensual.
– Bueno, no voy a comer desnuda mientras tú estás vestido.
– Eso se arregla muy fácil, ahorita me quito la ropa.
– No te atrevas, eso es algo que quiero hacer yo con mis propias manos.
– Uy, siendo así no moveré un dedo y te obedeceré.
Le sonreí y entré a mi habitación, me puse una polera larga y amplia, aproveché para ver lo que realmente me interesaba, el calendario, no quería llevarme una sorpresa, no estaba preparada para una responsabilidad tan grande y menos sin planearla, además, aún no sabía exactamente el rumbo que tomaría la relación con Pedro, así que para que tomar riesgos innecesarios, sólo esperaba que estuviera preparado como siempre si resultaba que estaba en uno de esos días peligrosos para tener relaciones sin protección. Afortunadamente no lo estaba, y me hice una nota mental de llamar al día siguiente al ginecólogo para sacar una cita.
Salí y me senté al lado de Pedro, que estaba en el sillón mirando el televisor, me dió un pedazo de pizza y él tomó otro. En eso pasaron un sensual comercial de Federico y Rosa, donde anunciaban una marca de preservativos que de inmediato reconocí.


3 comentarios:

  1. Cada caps es más lindo que el anterior

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  2. Totalmente de acuerdo Gloria, uno mejor que otro. Está buenísima esta historia!!! Gracias Naty x subirla!!!

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  3. Geniales los 2 capítulos! q lindos son juntos!

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