martes, 3 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 63

– Me dijiste que estabas enferma Geraldine, que no podías cuidar de Helena, por eso fui contigo – exclamó sorprendido, al parecer, no conocía ese lado oscuro de ella.
– Facundo, ya basta de mentir, sí te dije eso para que fueras, pero al llegar al departamento te diste cuenta que estaba bien y no te marchaste, por el contrario, te quedaste toda la noche en mi cama, no tengo que darte los detalles, ¿verdad Paula?, supongo que conoces sus dotes en ese arte, así que comprenderás porque ya no quise compartirlo más contigo, hasta por teléfono lo hace sensacional, sí Paula, durante sus vacaciones era conmigo con quien hablaba y me extrañaba tanto, que todas las noches me llamaba sólo para que tuviéramos sexo telefónico mientras tú dormías.
– ¡Que te calles ya!, no tienes que ser tan mordaz, Helena está presente – gritó Facundo tironeándola de un brazo.
– Es que ya me cansé Facundo, ya no quiero ser tu amante, quiero ser tu novia, quiero que Helena al fin tenga un padre y tú lo habías prometido, maldita sea, ¿por qué no terminaste con ella en el viaje?, tú me orillaste a hacer esto, ¿acaso crees que es muy fácil para mí decirle esas cosas cuando hemos sido amigas desde que nos conocimos?, a pesar de todo, te estimo Pau, yo no quería que esto pasara, se dio solo un día y no sabes cómo te envidiaba cuando te veía de su brazo en los eventos, como me dolía ver que te mandara flores con tal de seguir pareciendo el novio perfecto que nunca ha sido, no soy la única con la que te ha engañado Paula.
– Ya basta Geraldine, nos vamos ahora mismo.
– No, la que se va soy yo – no sé cómo pude hablar y me dí la vuelta.
– Pau, por favor, déjame hablar a mí, sé que soy un canalla pero…
– Ahora no Facundo, ahora no es un buen momento – lo interrumpí.
– Déjala ir ya, no creo que te ame Facundo, su reacción no es la de una mujer enamorada, si hubiera sido al revés yo estaría ahogada en llanto.
– La verdad no creo que tú tampoco me ames, ¿cómo has podido hacer esto?
 Me dí la vuelta para bajar por las escaleras y dejé de escuchar su conversación, no podía dar crédito, me dolía, sí, porque a pesar de todo, le tenía cariño y me dolía ver en que había terminado nuestra relación, además, me dio coraje que yo sintiera remordimientos y culpa por haber estado con Pedro cuando Facundo tenía meses revolcándose con una de mis mejores amigas y los dos mintiéndome descaradamente, ¿cómo es que no me di cuenta antes?, ahora comprendía tantas cosas.
Salí del centro comercial y caminé rumbo a mi casa, necesitaba un poco de aire libre. Al llegar, me tiré en el sillón a pensar, ¿en qué momento Facundo y yo dejamos de amarnos?, ¿qué nos orillo a buscar otras personas?, ¿por qué tenía que acabar así lo nuestro?
La puerta empezó a sonar insistentemente y escuché la voz de Facundo rogando por entrar, me levanté a abrirle, era mejor acabar con esto de una buena vez.
– Pau, por favor, escúchame – dijo suplicante al entrar.
– ¿Y qué vas a decirme?, ¿qué lo lamentas?, ¿qué fue una tontería?, ¿un momento de calentura?, ¿que pensabas terminar conmigo y no supiste cómo para no herirme?
– Merezco tu odio, sí, lo lamento enormemente y sí fue una estupidez, Geraldine supo bien como envolverme, jamás me imaginé que resultara tan ruin.
– ¿Vas a echarle toda la culpa a ella?, no esperaba eso de ti, creí conocerte mejor.
– No, ella no tiene la culpa de todo, no me puso una pistola para obligarme, poco a poco se fueron dando las cosas y yo jamás puse un alto, dejé que esa relación fuera creciendo y nunca vislumbre el daño que iba a ocasionar.
– No te preocupes por mí, no te odio, no podría hacerlo cuando yo – tomé un fuerte respiro – he hecho lo mismo que tú.
– ¿Qué? – exclamó de lo más sorprendido y su cara de remordimiento cambió por una de enojo.

1 comentario: