sábado, 7 de marzo de 2015

Una Cita con el Amor: Capítulo 76

En un movimiento me hizo girar y quedo encima de mí, nos besamos mientras seguía introduciéndose en mí cada vez con mayor intensidad, lamió mi cuello y luego mis senos, yo subía y bajaba mis manos por su espalda hasta sus nalgas, aumentó aún más sus movimientos y sentí como ambos llegábamos al orgasmo gritando al unísono.
– Al demonio con las reglas, me fascinas Pau, me vuelves loco y cada vez tengo más ansias de tí – susurró en mi oído, aún con la respiración agitada.
– Tú también me enloqueces como nadie Pedro, te quiero.
– Yo te quiero más – respondió y me besó.
Recargó su cabeza en mi hombro, yo se la acaricié y no supe en que momento nos quedamos dormidos. El despertador volvió a hacer de las suyas a la mañana siguiente regresándome a la realidad, podría quedarme con él todo el día en la cama, pero los deberes me llamaban. Pedro lo apagó, ya que estaba de ese lado, acarició mi abdomen mientras me regalaba una hermosa sonrisa.
– Buenos días, señorita, creo que será la causante de un fuerte disgusto con mi novia por haberme quedado a dormir con usted y no con ella.
– Seguro encontrará la forma de reconciliarse con ella, dicen que eso es lo mejor de las peleas – le di un beso en los labios – buenos días.
– Y lo he comprobado, gracias por darme un pretexto para discutir con ella – puso un mechón de mi cabello detrás de mi oreja – creo que es hora de tomar un baño, ¿tú si dejarás que te lave la espalda?
El tiempo se había pasado volando después del susto que me llevé al creer que estaba embarazada, ahora me encontraba en mi departamento esperando a Pedro, que al fin regresaba de Londres, para irnos al aeropuerto, ya que había llegado la fecha de la boda de Luciana. Scott sí me había dado permiso de ausentarme un día, Irene, la nueva chica que trabajaba en la agencia, había resultado muy eficiente y de inmediato se puso al corriente de las cuentas, incluso llevó un par de clientes nuevos, así que no hubo ningún problema para tomarme el día.
Cuando escuché que tocaban la puerta mi corazón se aceleró, un mes alejados había sido una eternidad, a pesar de que a diario hablábamos y nos veíamos frecuentemente por la webcam, pero no era para nada lo mismo a sentirlo, olerlo, tocarlo y demás. Abrí y lo recibí con un gran abrazo, nos besamos desesperadamente, su sabor era realmente exquisito, mucho mejor a como lo recordaba y mi cuerpo se estremeció al sentir sus brazos rodearme y sus manos acariciando mi espalda en tanto yo le acariciaba el cuello y sus cabellos, cortamos el beso hasta que ya no podíamos respirar. Pedro tomó mi rostro con sus manos.
– Hola corazón, me alegra tanto volver a estar contigo, te extrañé horrores.
– Yo también te extrañé muchísimo, cariño.
– Este fin de semana será inolvidable, lo prometo – me dio un beso en los labios – vámonos ya, corazón.
Tomó mi maleta y bajamos, volvimos a besarnos en el ascensor mientras con nuestras manos acariciábamos nuestros sexos encima de la ropa, anhelaba que me hiciera suya en ese momento, pero teníamos el tiempo contado. Salimos del edificio y nos estaba esperando un taxi, el chofer subió mi maleta a la cajuela y luego de subir, arrancó. Después de poco más de media hora llegamos al aeropuerto, registramos las maletas y caminamos a la sala de espera, yo me senté y Pedro fue a comprar unos dulces.


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