lunes, 19 de enero de 2015

Eternamente Juntos: Capítulo 7

Paula escuchó atentamente mientras él informaba a un periodista que, a partir de ese día, Paula y Pedro Alfonso habían suspendido su proceso de divorcio y reanudaban sus relaciones.
Indefinidamente…
Pedro  colgó el teléfono y la miró.
—¿Cuándo podrías mudarte a mi casa? —Mmmm…
—¿Te serviría de algo que enviara a Marietta a hacerte el equipaje?
Ella asintió. Pedro no estaba haciendo aquello sólo por su sobrino, también lo hacía por Gonzalo. El gesto la enterneció.
—Tendré que darle a Marietta las llaves de tu casa —dijo él pasándole una hoja de papel y un bolígrafo—. Anota lo que creas que vas a necesitar durante las próximas seis semanas y ella y Salvatore lo solucionarán esta misma noche.
Paula agarró el bolígrafo y trató de pensar en lo que iba a necesitar con el fin de representar su papel de esposa reconciliada, pero le resultaba difícil concentrarse debido a la proximidad de él.
—Creo que deberíamos cenar juntos esta noche —dijo Pedro cuando ella le pasó la lista con las llaves—. Dará credibilidad a nuestro anuncio público.
Paula se miró la ropa, llena de manchas de pintura.
—Tendré que cambiarme…
—Todavía queda algo de tu ropa en mi casa.
Sus ojos se encontraron.
—¿No la has tirado todavía?
Pedro le dedicó una de sus inescrutables miradas.
—Marietta insistió en guardarla en el armario hasta que nos dieran el divorcio. Creo que esperaba que volvieras.
—¿Le has dicho que jamás permitirás que vuelva? —preguntó ella.
Pedro tardó en contestar.
—Le dije que lo que había entre los dos se había acabado para siempre —respondió él—. No dí detalles, ni a ella ni a nadie; aunque, naturalmente, Marietta se ha enterado de lo nuestro por los medios de comunicación. Los periodistas aún están en ello y más aún debido a que tu padre se presenta como candidato al Senado.
Pedro le pasó el teléfono.
—Me parece que deberías llamar a tu hermano al colegio. Será mejor que se lo digas tú antes de que lo lea mañana en los periódicos.
Paula  se quedó mirando el teléfono que tenía en las manos. ¿Podría mentir a su hermano menor? Aunque había una diferencia de ocho años entre ellos, Gonzalo y ella siempre habían mantenido una relación muy estrecha.
Paula  marcó el número y esperó a que su hermano respondiera a la llamada.
—¿Sí?

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