jueves, 8 de enero de 2015

Una Dulce Inocencia: Capítulo 72

- ¿Lo dices en serio?.- pregunté con la emoción a flor de piel. Creía en sus palabras, pero de todas formas pensaba que quizás era un reflejo de las mías.
- Esperaba este día para decírtelo, porque desde hoy puedo ofrecerte mucho mas amor. Todo lo que yo quiera.
- No quiero nada más que tu amor.- expresé con mis ojos aguados.
- Pero yo quiero darte mucho más.
- Me imagino y se me pone la piel de gallina al pensar lo que quieres darle Pepe.- rompió el momento Chad.
Saludamos y felicitamos a todos los graduados. Liam, el ahora novio de Lucy, llegó justo en el momento que todo comenzaba a terminar, pero la cara de ambos reflejaba que sólo importaba que estuviera allí. El uno para el otro.
Nos dirigimos hacia un restaurante cercano, junto a la familia del novio de Liz. Los demás se fueron cada uno con sus respectivas familias. Tim, Diana y los padres de Steph les dirigieron unas palabras a los ahora profesionales y me emocioné al ver cómo Pedro les agradecía de corazón a ellos por este logro. Para luego darnos un granito de ese a su hija y a mí.
Terminada la celebración familiar, volvimos a casa con una dormida Lourdes. Había jugado hasta cansarse con los demás niños que se encontraban en el local. Me embobada viendo como cada día la veía más feliz que antes.
- Paula. Esta noche iremos a celebrar. Así que te quiero lista y preparada en unas horas más.- apuntó Liz, sin derecho a réplica.
- Iremos solo un momento amor.- se acercó Pedro a mí.- Luego quiero enseñarte algo.
- ¡Ew! Creo que me iré a casa.- contestó asqueado Steph, dándole un doble sentido a las palabras de Pedro.
- Ya, ya, ya… No molesten a mis niños.- terció una divertida Diana.
- No tienen que preocuparse por nada. Nosotros cuidaremos de Lourdes- tranquilizó de inmediato Tim al ver mi mirada dirigida a ella.
...
- ¿Y de quien es este local?.- pregunté cuando bajamos del auto.
- Mi hermana trabaja aquí, y también lo hicieron Jess y Lucy durante un tiempo. Por eso decidieron venir aquí.- respondió Pedro. Lo noté extraño.
- ¿Pasa algo?.- inquirí mientras juntaba nuestras manos.
- Nada.- me dió un beso rápido.- Es solo que hubiera preferido ir a otro sitio.
- No le veo nada malo ¿O me equivoco?.- proseguí. Seguía sintiéndolo incómodo.
- Estando contigo, cualquier lugar es bueno.- cortó la plática.
Ingresamos al recinto y los chicos ya estaban todos allí. No me pasó desapercibido que todos miraron a Pedro como disculpándose, excepto Vanessa y Liam, que estaban ajenos a esas miradas extrañas. Nos sentamos y a pesar de ser una actitud normal que él tomara mis manos, sentía que hoy había cierta aprehensión de su parte.
- Hola chicos.- saludó una joven a la que llamaron por el nombre de Irina.
- ¿Qué quieres tomar?.- me consultó Pedro sin voltearse a ella.
- Algo suave.- observé como la chica no quitaba los ojos de nuestras manos unidas.
Hicieron los pedidos y la chica se marchó. Pedro me miró y sonrió, pero su sonrisa era con un toque de perturbación en ella. Trajeron los tragos y la chica volvió a centrar su atención en nuestras personas. Una vez que se hubo alejado nuevamente, seguimos conversando.
- Tengo que hacer un anunció.- se puso de pié Michael. Vanessa estaba totalmente colorada.- Antes que hagamos un brindis por nosotros, quiero anunciar que… Por fin, puedo anunciar que compartimos un beso pasional con mi querida Vanessa ¿Cierto?.- le consultó a ella quien se tapó la cara con sus manos.
- Eres el ser más romántico que he visto.- dijo sarcásticamente Chad.- Por poco y no anuncias que intercambiaron fluidos ¡Ouch! ¿Y qué hice ahora?.- miró a Jess que le había dado un golpe seco.
- Que tú hiciste lo mismo querido.- lo regañó.- Con la diferencia que detallaste nuestro primer encuentro en la cama.- estallamos en risas. Definitivamente eran todos especiales.
- Es que amor, eres una diosa en…- Jess levantó la mano nuevamente.- En el amor.- terminó ampliando una sonrisa de oreja a oreja.
- Bueno. Yo quiero tomar la palabra en serio.- cortó Liz.- Quiero hacer un brindis por mi amor, mi hermano y mis amigos, que hoy comienzan un nuevo paso en esta vida ¡Salud por ellos!
- ¡Salud!.- coreamos todos.
La noche siguió transcurriendo entre conversaciones, bromas y risas. Me percaté que otra de las chicas que atendían como camareras, miraba de forma más insistente hacia nuestra mesa. Saludó con un movimiento de cabeza a algunos, y cada vez que eso pasó, miraban con disimulo a Pedro. Sabía que ahí había algo, pero no encontraba el momento para preguntarlo.
- Ok. Vamos a mover las curvas.- se levantó Chad y comenzó su sensual, según él, movimiento de caderas.
- ¿Vamos?.- invitó Pedro, extendiendo su mano hacia mí.
- Voy, pero te advierto que el baile no es mi fuerte.- me puse el parche antes de la herida.
- No hay problema si es que caes en mis brazos cada vez que pierdas el equilibrio.
Me besó y nos paramos a la pista. Sutilmente rodee su cuello con mis brazos y pegué todo lo que podía mi cuerpo al de él. Dirigí mi mirada hacia la chica morena y ahora ya no había duda alguna. Su furiosa mirada hacia mí posición, me dejó en evidencia que algo había habido con Pedro.
- ¿Quién es ella?.- pregunté y sentí como los músculos de su cuello se tensaban.
- ¿Quién?.- se hizo el desentendido.
- La chica morena tras la barra.- expliqué, aun sabiendo que estaba enterado de quien hablaba.- Aquella que te ha mirado en forma insistente toda la noche y quisiera arrancarme el cuello en este momento.- dije burlesca, pero el no sonrió ni un ápice.
- Ella… es una vieja amiga.- murmuró incómodo y sin devolverme la mirada.
- ¿Vieja amiga o vieja novia?.- fui directa.
- Paula…- comenzó, dejando de bailar y haciendo una mueca.
- Creí que habíamos quedado en hablar las cosas con la verdad.- me separé de él.
- Lo sé.- afirmó.- Vámonos de aquí. No estoy cómodo.- propuso y asentí.
Nos despedimos de todos y en silencio salimos del lugar. Sé que fue infantil, pero a pesar de sentirme algo molesta con Pedro, tomé igualmente su mano para dejarle claro quien era la novia de él en este momento. Manejó en torno a una conversación trivial todo el trayecto. Llegamos a una hermosa casa, pero no la que de sus padres.
- ¿De quien es esta casa?.- pregunté una vez entrando en ella.
- Es propiedad de mis padres.- explicó quitando su chaqueta y la mía.

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