domingo, 25 de enero de 2015

Eternamente Juntos: Capítulo 25

Paula quería tener la última palabra, pero Pedro no le dió tiempo, ya que salió de la habitación y cerró la puerta antes de que ella pudiera abrir la boca.
Paula lanzó un suspiro y se volvió a cubrir la cabeza con la sábana.

El hambre fue lo único que la hizo levantarse dos horas después. Se duchó, se peinó y se fue a la cocina, donde encontró a Marietta pasando innecesariamente un paño a la encimera.
—¡Vaya, ya se ha levantado! —exclamó Marietta con una sonrisa—. Sin duda, su marido la ha tenido ocupada hasta altas horas de la noche, ¿eh?
Paula se sintió enrojecer al instante.
—Bueno… sí…
Marietta le guiñó un ojo.
—Necesita descansar, ¿verdad? Tiene que reposar y recuperarse para estar lista otra vez esta noche.
Paula no soportaba tener que engañar al ama de llaves, que claramente estaba encantada con la reconciliación.
Marietta se le acercó y le dio unas palmadas en el brazo.
—Escuche bien lo que le digo porque, aunque soy mucho mayor que usted, sé alguna que otra cosa sobre los hombres. Su marido es como muchos hombres italianos, a él no le gusta compartir. Pero hay muchas mujeres que van detrás de él, ¿no? ¿Por qué va usted a quedarse en la casa y a sentirse mal? He leído los periódicos y he oído rumores. Él es un hombre muy rico y hay muchas mujeres que le quieren para sí. Usted cometió un error, pero… ¿y quién no? Olvídelo y siga con su vida. Ése es mi consejo.
—Gracias, Marietta —dijo Paula—. Estoy haciendo lo posible por seguir con mi vida.
Marietta sonrió.
—Usted le quiere, eso salta a la vista. Usted no ha dejado de quererle. Por eso conservé su ropa en el armario, sabía que volvería. Ésta es su casa.
—Sí… ésta es mi casa —respondió Paula, pensando en las semanas que le esperaban en la casa de Pedro bajo la vigilancia de su ama de llaves.

Su madre le llamó justo cuando estaba a punto de salir de casa para ir a comprar un vestido para la función de aquella noche. Marietta le llevó el teléfono y la dejó en el salón con vistas al río Yarra.
—¿Es verdad, Paula? —preguntó Alejandra—. ¿En serio has vuelto con Pedro?
—Sí, es verdad —por algún motivo desconocido, mentir a su madre no le causó sentimiento de culpabilidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario