martes, 6 de enero de 2015

Una Dulce Inocencia: Capítulo 69

Sonreí subiendo los escalones poco menos con un baile. Había sido un momento simple, pero con tanto significado. Mis padres me habían dejado sólo en el cuarto con mi pequeña y podía decir que mi pecho no daba más cabida a mi hinchado corazón. Y ella parecía entender inconcientemente el momento que vivíamos, su sonrisa en su rostro dormido me hacia creerlo…
Toqué la puerta de Paula y esperé… Esperé y esperé, y terminé sentado con mi espalda apoyada en su puerta ¿Dónde estaría? Veinte minutos después, una Paula entretenida hablando con la mascota de Lulu subían los peldaños animadamente sin percatarse de el espectador que tenían.
- ¿Tú también decidiste cambiarme por ese perruno?.- cuestioné poniéndome de pié.
- Pedro ¿Desde cuando estás acá? ¿Por qué no me llamaste?.
- Quería darte una sorpresa y el sorprendido fui yo.- rocé su mejilla con mis dedos.
- Pasa.- me indicó.
- ¿Dónde estabas?.
- Saqué al perrito a hacer sus necesidades. No me iba arriesgar que lo hiciera en el taxi y el chofer nos terminara bajando en cualquier lugar ahora de noche.- me reí de sus conjeturas.
- Ok, pero ahora el perrito está satisfecho y soy yo el que necesito atenciones.- jalé su camiseta y la acerqué hasta dejarla envuelta en mis brazos.- Siento lo de esta tarde.- suspiré apoyando mi frente en la suya.
- No te preocupes, pero voy a dejarte en claro algo.- levanté mi cabeza al oírla hablar con firmeza.- Será la primera y la última vez que haré algo así. Me importa un reverendo pepino si la próxima me hechas a patadas de tu lado… Porque me voy a quedar igual.
- No pondré objeción.- sonreí sobre sus labios.- Pero ahora quiero esto.- finalicé acortando las distancias.
Nos besamos durante largo rato. Pedimos algo de cenar y cada tanto que podía, le robaba un beso ganándome más de un regaño al interrumpir el recorrido de su mano hacia su boca con alimento. Tuvimos la idea de salir a algún lugar, pero desistimos cuando nos dimos cuenta de lo bien que estábamos allí, sin nadie más… La acompañé a su cuarto mientras ordenaba su ropa.
Mientras estaba allí, varias ideas pasaron por mi cabeza. Unas más descabelladas que otras, pero todas apuntaban a lo mismo, comenzar a vivir bien y sin inconvenientes. Paula terminó sus quehaceres y se recostó a mi lado… Sentirla así me hizo querer con más fuerza hacer lo que tenía previsto…
- ¿En qué piensas?.- apoyó su barbilla en mi pecho y quedó atenta a mi respuesta.
- Mi cabeza está trabajando en varias ideas.- sonreí, mientras mi mano acariciaba sus rizos casi disueltos.
- ¿Y cuáles serían esas ideas Señor Alfonso?.- me estiré y capturé su labio inferior entre mis dientes.
- Quiero conversarte algo Señorita Chaves.- lloriqueó cuando mordí más fuerte su labio y lo solté.
- Te escucho.- su cara se volvió algo seria cuando no hablé inmediatamente.
- Quita esa arruga de tu frente.- pasé mis dedos por ella.
- ¿Qué querías decirme?.- preguntó acurrucada en mi pecho.
- Sólo quiero pedirte que no actúes precipitadamente ¿Si?.- pedí a sabiendas de su poca paciencia.
- Me estás asustando Pedro.- se sentó a mi lado y pude ver el temor en su rostro.
- Déjame hablar y explicarte todo. Luego puedes decirme tu opinión.- expresé con calma.
- ¿Tienes que ver con… contigo o Lulu?.- entrecerró sus ojos hacia mí.
- Con todos, pero en especial con ella.- admití con un largo suspiro. Me veía venir un arrebato.
- Te escucho.- declaró seria y esta vez se sentó erguida en la cama.
- No quiero que sigas siendo la niñera de Lourdes- solté son titubeos.
- ¡¿Qué?.- gritó prácticamente saltando de la cama.
- Escúchame.- me cortó con otro grito.
- ¡Sabía que esto pasaría! ¡Lo sabía!.- y sus ojos inmediatamente comenzaron a desbordar lágrimas ¿Por qué era tan acelerada para sacar sus conclusiones?.
- Paula…- intenté volver a tomar la palabra infructuosamente.
- ¡No! ¡Se acabó!.- rugió y salió corriendo del cuarto dando un sonoro portazo.
- ¡****!.- mascullé y salí tras ella.- ¡Paula!.- grité abriendo la puerta y dando otro golpe al cerrarla.
Estaba andando de aquí para allá por la sala sin hacer nada con sentido. Veía como su cuerpo se levantaba y bajaba debido a la respiración acelerada que provocaba su enojo ¿Es que nunca podía escuchar hasta el final mis palabras?.
- Creo que es hora de que te vayas. No olvides llevarle su mascota a Lulu. Yo estaré…- se quedó callada de pronto.
- ¿Podrías algún día esperar a que yo pueda acabar de hablar? Siempre tienes esa maldita manía de cortar mis palabras y sacar tus propias conclusiones con lo primero que escuchas.- sentencié molesto por su actitud infantil.
- Te fuiste durante la tarde, me apartas de tus cosas y ahora vienes a decirme esto ¿Qué quieres que piense?.- se giró y estaba llorando. Me dolió, pero me quedé en mi mismo lugar. Era hora que ella aprendiera.
- Eres mi novia, sé que llevamos poco tiempo, pero no estoy interesado en una relación pasajera.- hablé sin darle oportunidad a réplica.- Yo quiero estar contigo, te he demostrado que quiero seas parte de mi y de lo que vivo día a día con Lourdes. Entonces ¿Por qué demonios sacas una conclusión acelerada?
- Tú… tú lo haz dicho.- se defendió.

2 comentarios:

  1. Muy buenos capítulos! que carácter Paulita! Es obvio que lo q le tiene q decir Pedro no es nada malo!

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  2. Ayyyyyyy, mi vida Pau, siempre apurándose a sacar las conclusiones jaja. Pero Pedro podría no ser tan lento para explicar las cosas. Buenísimos los 2 caps.

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