viernes, 30 de enero de 2015

Eternamente Juntos: Capítulo 36

Paula se humedeció los labios con la lengua.
—A mí me pasa lo mismo.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer? —preguntó Pedro.
Paula contuvo la respiración, el bajo vientre empezó a latirle.
—No lo sé —respondió Paula—. ¿Esperar a ver si se nos pasa esto?
Pedro esbozó una sonrisa.
—Típico de tí —dijo él sin malicia en la voz—. No te gusta enfrentarte a los hechos. Prefieres esconder la cabeza bajo la sábana, ¿verdad?
Paula sonrió al oír la acertada definición de su carácter.
—Lo sé, es horrible, ¿verdad?
Pedro le cubrió una mejilla con la mano.
—Ésa es una de las cosas que hicieron que me enamorara de tí. No deberías cambiar.
Paula abrió mucho los ojos y así recibió su beso.
De repente, su cuerpo se encendió. Mientras seguía besándola, le oyó gemir. Pronto, las manos de Pedro le desabrocharon loa botones de la blusa, despojándola de ella. Después el sujetador y, al instante, la boca de Pedro le chupaba los henchidos pezones.
Por fin, Pedro apartó la boca de ella y la miró a los ojos.
—Eres la única persona que, en cuestión de segundos, me pone en este estado —dijo él—. Me había jurado no tocarte, pero ahora que lo he hecho no quiero parar.
Paula se aferró a él con desesperación.
—No quiero que pares. Quiero que me hagas el amor. Te he echado tanto de menos…
—No puedo aguantar más —dijo él levantándole la falda y moviéndole la braga para penetrarla.
—Oh, Dios mío… —gimió ella mientras Pedro la acariciaba íntimamente—. Oh, por favor, por favor…
Pedro se bajó la cremallera de los pantalones y lanzó un gemido de placer al entrar en Dulce.
Era una locura, todo precipitado, casi salvaje, pero imparable. Paula se preguntó por qué estaba permitiendo que aquello ocurriera, pero había perdido el control de su cuerpo.
Cada  empujón de Pedro engrandecía su placer. Sus cuerpos se movían al mismo ritmo. Paula le conocía tan bien que logró anticipar el momento en que Pedro alcanzaba el éxtasis.
Ella, sin embargo, no había llegado a ese punto cuando le sintió perder el control. Habría necesitado algo más de tiempo. Por otra parte, le extrañó que Pedro hubiera tenido un orgasmo sin asegurarse de que ella lo hubiera tenido primero. No sabía si Pedro lo había hecho intencionadamente, con el fin de dejar claro que no la consideraba más que un objeto de placer, o si realmente no había podido controlarse. Esperaba que se tratara de lo último.
—Lo siento —dijo Pedro al tiempo que se separaba de ella—. No debería haber ocurrido.
Paula bajó los ojos.
—No te preocupes, ha sido cosa de los dos.
—No obstante, yo no debería haber permitido que las cosas llegaran tan lejos —declaró Pedro mientras se arreglaba la ropa—. No tenía intención de tener relaciones sexuales contigo. Te lo digo porque no quiero que te hagas ilusiones.
—Lo comprendo —contestó Paula al tiempo que se daba media vuelta para ir al cuarto de baño—. Voy a darme una ducha, espero no tardar.
Pedro se pasó la mano por el cabello mientras la veía alejarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario