sábado, 10 de enero de 2015

Una Dulce Inocencia: Capítulo 76

- Paula.- llamó en un susurró Pedro.
No lo miré y no miré a nadie. Solté la mano que Pedro me tenía sujeta y salí de esa habitación al exterior. Sabía que había llegado lejos con mi comentario y que mi padre estaba dolido por él, pero a mi me dolía que pensara siempre que cometería los mismos errores que ellos… Había oído alguna vez que ellos habían tenido que casarse porque mamá estaba embarazada, pero yo no sería igual… Los tiempos habían cambiado… Y nosotros no estábamos tomando decisiones obligadas…
- Nunca me he arrepentido de haberme casado con tu madre…- me giré lentamente al oír a mi padre.- Y menos, haberlo hecho para que nadie pudiera hablar mal de ella.
- Papá…- levantó su mano para silenciarme.
- Nuestro matrimonio no fue obligado por alguien. Fue por nosotros mismos, pero nunca dudes de la existencia de amor…- me miró fijamente.- Y de ese amor naciste tú.
- Lo sé papá.
- Siempre vas a ser mi pequeña. Sólo tú y Seth han sido mi creación. Mi mejor y mayor creación y sería capaz de dar mi vida por no verlos sufrir.
- Papá.- me acerqué y tomé sus manos.- Entiendo tus preocupaciones, pero es la ley de la vida… No siempre podrás estar ahí para nosotros. Y tendremos que aprender a vivir y a enfrentarnos a lo que nos depare el destino por nosotros mismos.
- ¿Por qué no esperas un tiempo más, hija? ¿Por qué no esperas que el tiempo te diga lo que hacer?
- Porque estoy lista ahora papá.- respondí segura.- Quiero a Pedro y a Lourdes en mi vida… Estoy amando ahora, y quiero hacerlo bien…
Respiró profundamente y supe que esta batalla la había ganado… Me miró y tomó de mis hombros hasta tenerme aprisionada en sus brazos. Observé por sobre él como Pedro y Sam no perdían detalle de nosotros a través de la ventana. Estaba segura de querer esto y segura del paso que estaba dando… El tiempo diría si había errado, pero algo en la mirada de Pedro, me hacía creer que eso nunca pasaría…
...
- Quiero que vengas a verme a mi casa para que juguemos con Tiger y mi perrito.- volvió a repetir Lulu a Seth. Y Pedro volvió a poner esa mueca graciosa al oír a Tiger.
- ¿Quién es Tiger, pelusita?.- cuestionó David con tono de maldad.
- Es mi mejor amigo y será el hijo de Tía Ang y Tío Ben.- contó ella emocionada.
- Así que tú mejor amigo ¡Wow! Estás creciendo rápido pelusita. Tu papá ni cuenta se dará cuando lleves a tu primer novio.- Pedro gruñó y David siguió riendo a sus expensas.
- Parecen dos niños pequeños.- los regañó Sam.- Y al parecer, también te tocará lidiar con un sobre protector Paula.- rodó sus ojos.
- Me temo que sí.- gimotee. Y Pedro me miró feo.
- Mi hija es aun una bebé, y lo seguirá siendo hasta que tenga 30.- exclamó orgulloso él de su analogía.
- Réstale unos 15 años Alfonso.- se carcajeó Hector.- Porque tu hija es más sociable que tú y Paula juntos.- y apuntó con su barbilla.
Seth y Lulu se habían alejado de nuestro lado y estaban fascinados conversando con 2 niños más que escuchaban atentos y embobados alguna cosa que mi pequeña relataba. Uno de los niños se le acercó y tomó uno de sus rizos entre sus dedos… Y Pedro explotó.
- Ok, el viaje nos espera y no quiero convertirme en un asesino de infantes ¡Lourdes!
- Adiós.- nos despedimos de todos.
Pedro tomó a mi pequeña y se la puso al hombro sin esperar que se despidiera de sus amiguitos. Sam, David, Hector, Leah y Seth observaban doblados de la risa la actitud de Pedro. Y yo, era arrastrada por él a través de los pasillos.
- Estoy pensando seriamente en enviarte a un colegio de monjas hasta tus 18 años.- le expuso. Puse mis ojos en blanco y Lourdes miraba sin entender las palabras de su padre.
- ¿Irá conmigo Tiger?.- preguntó y Pedro vio rojo.
...
Llegamos a casa y Pedro se arrulló en el sofá para dormir. Estaba realmente agotado y yo también, pero otra personita tenía claras intensiones de lo que menos haríamos, era dormir aunque fueran unas horas.
- Extraño a mi perrito.- se sentó con sus piernas al estilo indio frente a Pedro.
- Si amor, lo iremos a buscar mañana.- habló él con sus ojos cerrados.
- Y él también me extraña a mí.- siguió ella. Yo los observaba del otro sofá y me reía disimuladamente.
- Estoy seguro que sí princesa.- la voz de Pedro era casa vez más un susurro.
- Si yo estuviera en otro lado tantos días sin verte, me gustaría que fueras ahora mismo a buscarme.- tape mi boca para evitar una carcajada. Mi pequeña era una chantajista.
- Y yo haría lo mismo.- Pedro aun no comprendía los ribetes de esa conversación.
- Paula.- mi angelito me miró con sus ojitos de pena.- Los animalitos también sufren ¿Cierto?.
- Claro que sí bebé.- miré a Pedro que abrió un ojo para observarnos a ambas.
- Papá.- lo sacudió justo cuando Pedro volvió a cerrar sus ojos.- Papito.- se comenzó a revolver inquieto.- Papito, yo te quiero mucho.
- Ok ¿Qué pretendes pequeña bribona?.- preguntó con voz cansina.
- ¿Vamos a buscar mi mascota?.- sus ojitos brillaron.
Pedro se sentó y nos miró. Pero cuando sus ojos cruzaron los de su hija, supe que ella había salido triunfante. Asintió y Lulu se colgó de su cuello para besarlo por toda su cara… Quince minutos más tarde, estábamos entrando en el edificio tras un torbellino que corría escaleras arriba en busca de su bolita de pelos.
- ¡Hola!.- gritaron Ben y Ángela, en cuanto nos vieron en su puerta.
- Vengo a buscar mi perrito ¿Y Tiger?.
- ¿El entusiasmo era por esa cosa peluda o por el enano ese?.- me susurró Pedro.
- Se llama Tiger, y aunque te moleste creo que era por ambos.- sonreí para ver a Pedro refunfuñar.
- ¿Cómo les fue?.- preguntó Áng.
- Todo bien.- contesté.- ¿Y Tiger?.
- Estamos bastante avanzados.- comentó Ben con una amplia sonrisa.- Vanessa está agilizando los trámites de adopción, pero sólo podemos traerlo algunos días y hasta cierta hora.
- Para que se vaya familiarizando.- terminó Ángela.
- Estoy seguro que todo saldrá bien.- afirmó Pedro.- Nosotros también tenemos noticias.- expuso tomando mi mano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario