domingo, 11 de enero de 2015

Una Dulce Inocencia: Capítulo 79

Levantó su torso y su mano se perdió entre la unión de nuestros cuerpos… Llegó a mi punto exacto y me volví a entregar al éxtasis… Sus gemidos se hicieron más rápidos y feroces y los míos le hicieron compañía… Su rostro se contrajo de placer, y supe que su rendición había llegado… Pero me llevó por segunda vez con él… Sus dedos me llevaron a la cima y me devolvieron al terrenal…
- Te amo.- me posicioné con la mitad de mi cuerpo en el suyo. Minutos después de todo.
- Yo más. Gracias.- susurró y me besó.
- Necesito seguir aprendiendo.- juguetee con los vellos que adornaban su pecho.
- Todos los días y las horas que quieras. Pero ahora tu cuerpo tiene que reponerse.- hice un puchero.- ¿Todavía tienes ganas?.- preguntó sonriendo sorprendido.
- En realidad estoy bien… ¡Por hoy!.- me reí. Una pequeña incomodidad se alojaba allí.
- Duerme amor.- me besó mi frente.- Y desde hoy dormirás aquí. No creo poder acostumbrarme solo nuevamente.
- Y soy yo la que quedó con ganas.- me burlé.
...
Desperté sintiendo un cálido cuerpo enrollado al mío. No tuve que hacer memoria para que los destellos de una noche como ninguna volvieran a mí… Pasé mis dedos por su espalda desnuda ¡Estábamos comenzando algo! Y de qué manera… Pero el rostro de un hombre con bigote, vestido de uniforme y un arma colgando de su cinturón… Mataron todas mis ilusiones y mi amigo se escondió nuevamente… Gracias a Dios mis neuronas no habían quedado muertas por el calor del cuerpo y nos habíamos protegido…
- ¿Qué hora es?.- gimió Paula sobre mi pecho.
- Temprano amor. Vuelve a dormir.- levantó su cara y su pelo era una maraña.
- No me mires, sé que tengo un nido de pájaros en la cabeza.- bufó.
- Tendremos que acostumbrarnos. Y nadie dijo que al despertar fueramos modelos de pasarela.
- A tí poco te falta.- acusó haciendo un mohín.
- Te amo con o sin nido de pájaros. Y para mí estás preciosa.- capturé sus labios antes que pudiera escabullirse.
- ¿Qué es ese ruido?.- levantó más su cabeza y se dispuso a escuchar.
No escuché, no me aseguré y sólo advertí cuando dos adultos, una niña y una bola de pelos abrieron la puerta de mí habitación de par en par y quedaron estancados allí. Mientras Paula se tapaba entera y rebuscaba sus ropas por la cama… ¡Mala idea! Estaban a los pies de Michael y Lucy.
- ¡Oh, ****!.- dijeron los dos al mismo tiempo.
- ¿Tienen calor?.- preguntó mi princesa. Oí a Paula gemir y quise enterrarme.- Están sin ropa. Esta es la pijama de Paula.- cogió todas las prendas y yo sentía mi cara arder.
- Michael. Lucy.- dije entre dientes ¿Pensaban quedarse parados allí?.
- ¡Seh!.- gritó Michael.- Vámonos Lulu  tu papá y Paula  deben buscar el tesoro perdido.- sonrió y quise golpearlo.
- ¿En serio?.- consultó emocionada.- Yo también quiero.
- ¡No!.- gritamos todos cuando la vimos con claras intensiones de tirarse sobre la cama y rebuscar como lo estaba haciendo Paula.
- Ustedes dos ¡Abajo!.- les ordenó Lucy. Luego se volteó a nosotros.- Y ustedes dos, a tomar un curso para cerrar puertas ¡Par de pervertidos!.
Solté todo el aire retenido cuando por fin cerraron la puerta. Paula se destapó y su cara llegaba a brillar de tan roja que se encontraba… Se levantó de un salto y comenzó a correr de aquí para allá tratando de vestirse… Y yo me quedé embobado observando su cuerpo…
- Amor, si no quieres otra bochornosa escena ¡Levántate!.- tomó mis manos y tiró de mi descubriendo mi desnudez. Me soltó veloz y se giro.- ¡Y tápate!.
- Anoche no te quejabas.- me carcajee de ella.
- No había mucho de qué quejarse.- puso sus manos en jarra y se giró nuevamente a mí. La miré entrecerrando mis ojos por su broma.
- Cuidado con tus palabras.- le advertí jocoso.
- Y tú con las tuyas.- me devolvió.- El regalo de anoche puede convertirse en obsequio de Navidad ¡Una vez al año!.- dijo seria y tragué saliva como loco.
- Bromeas.- me reí.
- Pruébame.- sonrió con maldad y no quise arriésgame.- Saca tu lindo trasero Alfonso. Esta ropa se va al lavado.- quitó la sábana que seguramente tenía huella y salió de mi habitación.
...
Los días y semanas que sucedieron, fueron simplemente perfectas. Teníamos nuestras pequeñas diferencias, pero al menos yo, había aprendido a hablar con franqueza hacia ella… Lucy dejó la casa para irse a vivir con Liam y Michael cada día se veía más ****a por Vanessa. Aunque su esencia no lo abandonaba del todo, pero ahí estaba el carácter hecho mujer de Vanessa y en más de una ocasión, cuando mi amigo se hacía el demasiado amable con alguna interna. Ella no reparaba en dejarles claro a todos, que ya estaba apresado.
Los papeles de adopción de Tiger iban encaminados en buena dirección. Y ahora se le permitía dormir en ocasiones bajo el techo de los que serían sus padres; Ángela y Ben… Chad y Jess estaban trabajando, junto a Fox y Steph en el mismo lugar donde habían realizado sus residencias, al igual que nosotros. Y cada día oía el repiqueteo de campanas de boda más cerca… Esperaba que mi hermana no se contagiara con ese virus.
Riley había tenido que tragarse todos y cada uno de los abusos que había cometido contra mi amigo. Ahora estaban al mismo nivel, y le jugaba en contra cualquier movimiento en falso hacia el novio de la hija del dueño del Hospital… Y Amanda, aun no entendía que estaba formando una familia y no tenía intensiones de estropearla por ella… Ni el hecho de  que Paula trabajara aquí mismo, la ahuyentaba…
- ¿Cómo haz estado Pedro?.- seguí tomando mi café, mientras ella se sentaba frente a mí.
- Muy bien. Aun decorando la casa.- fui sutil en mi indirecta.
- Aun no entiendo que siendo un médico con futuro estés involucrado con la secretaria de Vanessa.- fue mordaz.
- Creo haberlo repetido antes.- dije fastidiado.- Ella tiene, lo que otras no me dan.
- Deberías probar antes de asegurar eso.- fue sugerente.
- No estoy hablando del plano físico.- escupí.- Aunque en eso tampoco puedo quejarme.- sabía que no era educado pregonar nuestros encuentros íntimos, pero esta mujer no se agotaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario