sábado, 10 de enero de 2015

Una Dulce Inocencia: Capítulo 78

¡Oh, Dios! Su cuerpo esta totalmente adherido al mío y cuando digo adherido es pegado, unido, anexado… Sentía todo su cuerpo tras mi espalda… Y mi impaciencia pudo más. Tomé suavemente su brazo y lo elevé lo justo para voltearme cara a cara hacia él. Tenía los labios entreabiertos y su hálito se colaba en el aire. No pude evitar de evidenciar si el mío era malo… Sería una total vergüenza, pero no… Parecía que no había dormido mucho…
Con mi dedo índice delinee todo su rostro y acerqué mi boca a sus labios con pequeños roces… ¡Era hermoso! Y no pude evitar hinchar mi pecho, al saberlo mío ¡Solamente mío! Mi otra mano se situó en su pecho y comencé a acariciarlo también suavemente… Pero pasados unos minutos mis toques empezaron a hacer sus efectos y poco a poco sus ojos se fueron abriendo.
- No puedo recordar mejor despertar.- susurró cogiendo mi cintura y pegándome más a él.
- Puedo encargarme que todos los días sea así.- dije coqueta.
- No me niego.- finalizó para besarme con mayor intensidad.
Nuestros brazos se ciñeron al cuerpo del otro en un afán de dejar inexistentes los espacios. Me volteó quedaron sobre mí y pude regocijarme de haberlo despertado completamente… Sus brazos se apoyaban a mis costados, dejando un pequeño espacio que aproveché para bajar mis manos por su cuerpo hasta su pequeño gran amigo… Si el estaba así de excitado, mi cuerpo estaba en llamas…
Sus besos descendieron por mi cuello, hombros y el nacimiento de mis senos ¡Bendito el momento que tuve la idea de despertarlo! Tomé su cadera y la fusioné a la mía, sintiendo como su masculinidad frotaba de manera exquisita mi centro de placer… Mientras nos volvíamos a besar con desespero… Una pugna, no por ganar, sino por dar más placer al otro…
En un movimiento rápido quitó la parte superior de mi ropa de dormir y llevó sus labios empapados en saliva a mis montes deseosos de ser absorbidos por él… Masajeaba el otro con sus expertos dedos, endureciendo aún más los pequeños brotes rosas que coronaban… Volví a introducir mis manos entre nuestros cuerpos y pude sentir esa carne cálida que ansiaba ser tocada…
- Paula.- gruñó cuando tomé toda su longitud.
- ¿Qué?.- gesticulé aparentando inocencia.
- No… No voy a poder detenerme.- quise gemir cuando sus labios rodearon con fuerza mi pecho.
- Nadie ha dicho que te detengas.- laboree más rápido mis caricias en su miembro.
Quitó mis manos y sin esperar más tiempo bajó delineando con su lengua por mi vientre ¡Santa madre de Dios! Exclamé en mi mente cuando mis ropas inferiores estuvieron en tiempo record fuera ¡Experto! Besó con sensualidad mi monte de Venus y su lengua fue llegando poco a poco al lugar que clamaba por él…
Sus dedos masajearon el lugar y aferré con mis dientes mi lengua para no gritar… Si el infierno prometía esta clase de gozos, estaba dispuesta a convertirme en pecadora los días y años que me quedaran ¡Dios! Dije bajito cuando sentí su suave lengua irrumpir en mi lugar recóndito… No era una santa, había tenido experiencias… Me daba gratificaciones en soledad, pero nada se comparaba a esto…
- Pedro.- susurré cuando su lengua tocó la fibra más sensible del lugar.
- ¿Te gusta?.- incapaz de decir nada asentí como posesa.- Dime donde quieres que te toque Paula.
- ¡Justo ahí!.- grité y llevé mis manos a mi boca recordando que mi princesa estaba solo un cuarto más allá.
Pedro prosiguió explorando todos los lugares que mi intimidad le ofrecía y yo estaba por prenderle velas a quienes habían pasado antes y me habían dejado un verdadero maestro ¡Pero ahora era mío! Sentí mi orgasmo cerca, más aun cuando sus dientes intentaron apresar ese pequeño botón que me llevaría a la gloria y mas allá… Mis manos se aferraron a sus cabellos y una Paula en mi cuerpo lo guío hasta que mis ojos rodaron en mi cabeza, mi respiración estaba a kilómetros y mi cuerpo se retorcía de la maravilla alcanzada…
Subió hasta estar a mi altura y selló sus labios a los míos ¡Era erótico sentir mi sabor mezclado con el suyo! Sus dedos mágicos no quedaron quietos y volvieron a trabajar mis senos… Lo quería ahora ¡Ya! Y aunque todo tenía que ir paso a paso ¡Lo sentía! Pero necesitaba un salto o nada…
- Hazme el amor.- mordisquee su cuello y mis manos comenzaron a bajar sus boxer.
- ¿Estás segura?.- inquirió agitado ¿Por qué preguntaba?.
- Pedro. Los roces en cada sesión de besos no han sido infructuosos y necesito apagar el fuego, antes de morirme calcinada.- dije rápidamente.
- Romántica forma de pedirlo.- rió dando mordidas a mis labios.
- Hazlo ahora.- urgí. El acercó su mano a la mesa de noche y noté un preservativo.
¡Bingo! Dejaría de ser una virgen. Podía morirme tranquila… Mientras Pedro batallaba con él, miré sin disimulo al nuevo invasor que acogería ¡Cielos! Pensé, mis ex no eran tan bien dotados o al menos no lo percibía así… Pedro volvió a recostarme y se posó sobre mí…
- Va a doler un poco ¿Si?.- quise rodar mis ojos ¡Lo sabía!.
- Lo sé.
- Si te duele demasiado. Me detengo.- asentí.- Te amo.
- Yo también.
Sus dedos volvieron a acariciar mi parte íntima. Mientras él me observaba atento y daba pequeños besos en mis labios ¡Sería suya completamente! Quería llorar, reírme y saltar. Pero ahora había algo más importante… Algo que Pedro acercaba a mi entrada y rozaba tentándome a voltearlo y violarlo… Una pequeña presión me hizo gestar una mueca, que reprimí inmediatamente al ver el terror en la cara de él.
- Estoy bien.- lo alenté y me obligué a permanecer con mi rostro sereno.
- Está bien. Te amo.- volvió a repetir.
Tomé su cara y la acerqué a mí para besarlo con pasión, al tiempo que sentía como su órgano se iba abriendo paso en mi ¡Ok! La que dijo que no era doloroso, mentía y la que se jactó de no ser nada, igual… Era un pequeño dolor que se acentuaba con la presión ejercida… Yo seguía colgada de los labios y su lengua… Sentí que ya no podía llegar más allá y me comencé a relajar.
Pedro se mantuvo quieto totalmente por unos minutos y elevé mis caderas al sentir que lo peor había pasado… Nuestro vaivén era lento, pausado y sin apuros… Era una entrega absoluta en conexión con nuestras miradas ¡No me arrepentía! Y sonreí al recordar las veces en que mis antiguas parejas habían querido llegar a este punto… Era por esto que nunca había cedido, porque mi mayor tesoro sería entregado al único y el mejor… A quién amaba con mi vida y que traía consigo mi otra mitad de corazón, mi pequeña princesa…
- No voy a durar mucho.- medio sonrió apenado.
- No importa. Tenemos toda la vida para volver a hacerlo amor.- pasé mi mano quitando los restos de sudor que perlaban su frente.
- Toda la vida.- repitió y sus embestidas fueron más fuertes…

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