sábado, 10 de enero de 2015

Una Dulce Inocencia: Capítulo 77

- ¿Embarazados?.- preguntaron a coro. Rodé mis ojos.
- ¿También ustedes?.- inquirí sonriente.
- ¿Por qué?.- dijo mi amiga.
- David casi mata a Pedro creyendo algo parecido.- contesté viendo como mi pequeña jugaba con su mascota.
- ¿Entonces?.- apremió Ben.
- Me voy del piso.- miré a ambos.- Decidimos con Pedro, irnos a vivir juntos.
- ¿En serio?.- saltó Ben.
- Así es.- sentenció mi novio feliz
- Me alegro enormemente.- acotó mi amigo y nos abrazó a ambos. De pronto miré a mi amiga y ella solo estaba allí.
- ¿Ángela?.- llamé.
- V-vas a… dejarme sola.- terminó sollozando.
- ¿Y qué soy yo?.- cuestionó Ben con falsa indignación.
- Ángela podrás ir y podré venir todas las veces que quieras o quiera. Seguiremos siendo amigas.
- No malinterpretes mis lágrimas Paula. Estoy muy feliz por tí.- apretó mi mano.- Es solo que siempre hemos estado juntas.- siguió hipando.
- Y no tiene por qué cambiar eso amor.- la abrazó Ben. Limpié mis lágrimas que no había notado escurrían y le sonreí.
- Yo quiero que Tiger vaya a mi casa para que juegue con mis juguetes ¿Cierto papi?.- intervino nuestra pequeña.
- Si, mi amor.- contestó Pedro, pero lo noté serio. Y mas aun, no mostró molestia o celos por el nombre de Tiger.
Luego de la pequeña visita a casa de mi amiga, nos dirigimos a mi departamento, que muy pronto sería pasado. Busqué las cosas más importantes y aquellas que eran imprescindible que llevara conmigo… Recorrí todos los rincones y volví donde Pedro y mi pequeña… Noté que él observaba como ido su entorno, y me senté junto a él.
- ¿Qué pasa?.- posó su mano y en mi cabello y corrió algunos mechones sueltos.
- No quiero sentir que te presiono.- comentó. Dejándome muda.- Ver lo mucho que te cuesta dejar todo esto…
- Yo quiero dar este paso Pedro- lo enfrenté.- Y no quiero oírte nunca más decir algo así. Te amo y lo único que quiero es empezar nuestra nueva etapa juntos.
- Yo también te amo.- sonrió. Una cosa peludita saltó en sus piernas.- ¡Ew!.- se quejó.
- Nosotros también los amamos.- gritó mi pequeña y aterrizó en el estómago de su papá.
- Me queda claro princesa.- pudo decir con esfuerzo.

Miré y gemí al ver la escena. Mi pequeña me había buscado reemplazo en su cama. Había extrañado tanto su mascota, que la había situado en el lugar que yo normalmente ocupaba para dormir junto a ella, las veces que me alojaba en esta casa… Pedro entró a despedirse y me vió de pié junto a la cama, con pijama y buscando alguna solución.
- Pensé que ya estabas acostada.- comentó.
- Mmm no. Creo que no puedo.
- ¿Por qué?.- frunció el ceño. Desde su postura no podía ver al visitante.
- Mira.- le indiqué mi lugar y se acercó..
Ahí estaba mi princesa aferrada a la bolita peluda que nos miraba con los ojos cerrándoseles. Sabía que Pedro intentaría sacarlo, así que me apresuré a evitarlo dando una solución.
- No lo quites. Dormiré en ese sofá.- lo apunté detrás de él.
- Por supuesto que no Paula ¿O quito a ese peludo o duermes en mi cama?.- mi sonrojo no se hizo esperar. Lo que lo alertó.- No pienses mal. Tú duermes en mi cama y yo me quedo aquí.
- ¡Claro que no!.- rebatí.- El sofá es incomodo y lo sabes…- me trabé ¿Cuál era la única solución que quedaba? ¡Ugh!
- ¿Y entonces?.- respiré asombrosamente profundo.
No se me ocurría otra idea y no había más camas. Michael y Lucy no se encontraban en casa, y tampoco me apetecía adentrarme en sus habitaciones como una intrusa. Además volverían cansados de una larga noche de guardia ¡Jesús! Era claro.
- Creo que…- carraspee evitando su mirada.- La única solución es dormir juntos ¿No?.- una risita nerviosa se me escapó.
- Eh, claro. Mi cama es grande, podremos dormir bien.- él también estaba nervioso.
Nos despedimos de mi pequeña y antes de abandonar la habitación, me encomendé al ángel de la guarda que protegía a mi pequeña. Mientras avanzábamos por el pasillo Pedro  tomó mi mano y me guió en medio de miradas y sonrisas inquietas. Mientras quitaba mis zapatillas y aprovechando que estaba de espaldas a él murmuré palabras de tranquilidad para mí. Aquellas que quedaron en alguna parte escondidas, cuando voltee y lo vi solo en unos apretados y sensuales boxer negros ¡Santa madre!
- Eh. Yo acostumbro a dormir así.- se indicó.- Pero… si te molesta.
- No, no, no.- repetí con voz de boba.- Está bien.
- ¿De qué lado duermes?.
- De este.- destapé las cobijas y salté en su interior tapada hasta la naríz.
- ¿Te molesta si veo TV?.- preguntó una vez acostado.
- No.- dije ahogada.
Había estado quedándome dormida de pié casi todo el día y justo ahora el maldito Morfeo hacía acto de desaparición. No pude evitar mirar de soslayo su pecho y sus brazos ¡Era un pecado andante! Me acurruqué más en mi lugar, sentía como si en cualquier momento una mujer cavernícola se apoderara de mí y saltaría sobre él ¡Jesús! ¡SOS! Decidí terminar con la tentación y cerrar los ojos.
- Buenas noches Pedro.- se volteó y acercó sus labios topando los míos.
- Buenas noches amor.- mi mano rozó su pecho y me consumí.
¡Contrólate! Me grité mentalmente y me pegué al último hueco que dejaba la cama. Entre más distancia era todo mejor… Comencé a tararear canciones de cuna para dormirme… Lo sentía sonreír por lo que veía o removerse en su lugar y más de alguna vez nuestras pieles hicieron contacto ¡Señor, envíame sueño para mí!... Pasados unos minutos mis ojos comenzaron a cerrarse y me dormí…
Un pequeño ronroneo y cosquillas en mi cuello me despertaron levemente… Acomodé mi cabeza y traté de volver a dormir, pero un peso extraño en mi cintura me hizo replantearme la hazaña ¿Qué era esto? Traté de enfocar mi vista, pero la oscuridad no me permitía ver donde estaba… Intenté voltearme y me sofoqué ¡****, **** y más ****! Palpé el peso sobre mí y era un brazo… Un brazo fuerte, masculino, velludo y ¡De Pedro! Comencé a híper ventilar. No había espacio entre nuestros cuerpos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario