miércoles, 14 de enero de 2015

Una Dulce Inocencia: Capítulo 87

"Estás arruinando sus patéticas vidas, así como hiciste con la mía. Estoy segura que algún día te sentirás como la misma basura que me sentí yo cuando tuve que tenerte… Porque intenté que no nacieras, hice hasta lo imposible por sacarte de mí. Pero te aferraste como una garrapata a mi cuerpo, y no tuve más que hacer que tenerte. ¡No! No te quiero porque me quitaste todo lo que podía tener.
Nunca voy a querer lo que marcó mi vida en un antes prometedor y un después conformista… Ellos se aburrirán de tí, nos volveremos a ver y seremos esa vez, dos mujeres más con una vida perdedora, sin nadie que te diga un te quiero por sentimiento… Sino por conseguir algo a cambio".
...
Desperté recordando esas hirientes palabras que se habían grabado a fuego en mi memoria y que a pesar del paso de los años, aún las memorizaba como si las estuviera oyendo en este mismo momento. Pasé mi mano de forma ausente por mi ya prominente vientre, y acaricié con la otra la mano que descansaba en él, del hombre de mi vida.
Los rayos de sol se colaban por la ventana y recorrí con mi mirada el cuarto que alguna vez fuese mío. Todas y cada una de las cosas, seguían en su mismo lugar. Lo único que variaba, era la enorme cama que ahora reemplazaba aquella pequeña de madera pintada rosa, con cobijas de princesas que ahora estaba en el cuarto de recuerdos… Mis ojos se posaron en las dos fotos que adornaban el mueble color caoba.
Sonreí al ver la similitud las dos mujeres en cada uno de los marcos, vestidas de blanco con una pequeña barriga que enanchaba la tela del vestido… Me quedé pegada en la primera con mi madre el día de su matrimonio. Un sonriente y orgulloso hombre a su lado, acariciando lo que sería otra princesa más en su vida, sin que nadie lo sospechara en ese momento… Y una pequeña niña de rizos como el sol y mirada de cielo, como la describía mi padre, que lucía una enorme sonrisa entre los dos novios.
Trece años más tarde, esos rizos ya no existían y el rubio de ese cabello ya no era tan claro. Lo único que quedaba, eran las mejillas sonrosadas y el azul de mis ojos… Miré la segunda foto, que retrataba uno de los días más felices de mi vida hacía ya un par de meses atrás, el día de mi matrimonio con Tiger… Definitivamente los caminos de la vida ya estaban trazados con anterioridad, pues después de haber vivido diferentes experiencias cada uno por su lado, dos años antes… volvíamos a unirnos y ésta vez para siempre.
La semejanza en esas dos mujeres, no quedaba solamente en su atuendo y su contextura en el momento tal. A mis casi 21 años, yo también me convertiría en madre, con un hijo nacido de mi vientre y al mismo tiempo de mi corazón, como eran las palabras de esa mujer que supo ser madre en todo el amplio sentido de la palabra. Una madre, amiga, consejera y compañera… Una pequeña patadita me trajo al presente. Acaricié el lugar y sonreí.
- Dejaremos a papá descanzar un momento más bebé.- le susurré a mi pancita, y como si hubiese entendido volvió a manifestarse.
Tomé con cuidado la mano de Tiger, la quité y la dejé sobre la cama. Murmuró algo de pañales y se volcó hacia el otro lado. Con tranquilidad me levanté de la cama y como todos los días, me paré frente al espejo para observar mi figura. Según yo, mi barriga había crecido unos centímetros más de la noche a la mañana, lo que me arrancó una sonrisa grande y me encaminé fuera de la habitación… Sentí ruido en la cocina y fui allí. Mi padre estaba de espalda a mí tarareando alguna canción antigua y bailando de un lado a otro mientras preparaba una bandeja con comida.
- ¿Aaron estuvo despierto toda la noche nuevamente?.- cuestioné. Paró en seco y se volteó hacia mí con su ceño fruncido.
- Así es, pero tu madre aun duerme.- me quedó mirando fijo.- Esta bandeja es para otra señorita que no debería estar levantada tan temprano con casi 9 meses de embarazo.- me regañó.
- Papá estoy embarazada, no enferma.- puse mis ojos en blanco y me acerqué a besar su mejilla.
- Con tus casi 21 años, sigues siendo terca Lourdes.- bufó y comenzó a dejar todas las cosas que había preparado frente a mí.
- Y tú sigues tratándome como si tuviera 5 años.- le devolví.
- Para mí siempre serás mi pequeña.- se encogió de hombros y le sonreí con cariño por sus palabras.
- Lo sé papá.- estiré mi brazo y acaricié su mano por sobre la mesa.
- ¿Y Tiger aun duerme?.- medio gruñó y medio preguntó.
- Se quedó hasta tarde estudiando para un examen que tiene pronto.- contesté tranquilamente.
- Le cuesta mucho levantarse, pero poco le costó hacerle un bebé a mi bebé.- refunfuñó bajo su aliento. Oculté mi sonrisa de él.
Había sido difícil contarle a papá que por un descuido mío, había quedado embarazada. La primera en saberlo había sido mi madre, y aunque tampoco era su mayor sueño que me embarazara y tuviera que dejar mis estudios de lado por un tiempo, me había apoyado desde el primer momento. Tiger había sido el segundo, y aunque temblara cada vez que estaba frente al imponente Doctor Pedro Alfonso, se las había arreglado para decir en una sola frase "Me casaré con su hija en este mismo instante". Yo no lo creía necesario, pero nos habíamos casado igualmente.
Lamentablemente esas frases con mi padre, en vez de ocasionar el resultado esperado, eran totalmente opuestas. Y Tiger había tenido que buscar a tía Ángela, tío Ben y mi madre como escudo, ante la furiosa mirada que le había brindado mi papá. Por suerte, aun le quedaba una princesa para cuidar de su virtud, y como era de esperar, había aparecido en el momento exacto para prometerle a mi padre que ella nunca se casaría y tampoco tendría hijos. Esa era mi querida y consentida hermana, Ness.
- ¿Cómo te haz sentido?.- cuestionó de pronto, trayéndome de regreso.
- Bien papá.- respondí.- Además entre Steph, Chad y Jessica no pasan un día sin revisar mi historial médico.- contesté riendo.
- Igualmente preferiría tenerte aquí, mas cerca y conmigo.- volvió a regañar.
- Papá, me casé hace más de dos meses ¿Recuerdas?.- extendí mi argolla hacia él, que se estremeció.- Es mi deber estar donde se encuentre mi marido.
- Existe el divorcio.- murmuró, pero logré oírlo y no fui la única.
- ¡Pedro Alfonso!.- saltamos los dos al oír la voz de mi madre.
- Amor…- comenzó papá nervioso y escondí mi risa con una falsa tos.
- ¿He escuchado bien? ¿Estás intentando que nuestra hija…?
- ¡No!.- la cortó mi padre y se levantó inmediatamente de su asiento.
- Mas te vale.- lo sentenció y movió su dedo frente a él. Mi padre asintió como si fuera un niño pequeño regañado.- ¿Cómo haz amanecido mi pequeña?.- mi madre se acercó a mi y acarició mi cabello, para luego bajar su mano hacia mi vientre.- ¿Y usted mi nieto regalón?
- O nieta.- la corregí.- Estamos muy bien mamá, con hambre ¿Y tú? ¿Haz dormido con Aaron?
- Teniendo en cuenta que tu padre ronca como un toro y no despierta aunque pase un tren por encima de él. He dormido poco corazón. Aaron ha estado despierto casi toda la noche
Seguimos conversando los tres con nuestro desayuno. Miré a mi madre bostezar innumerables veces y puse mi mano en forma inconciente sobre mi vientre. En pocas semanas más, yo estaría igual que ella. Con sueño y notorias ojeras bajos sus ojos debido a las pocas horas de sueño que lograba tener con Aaron. Mi pequeño hermano de apenas 1 año y 5 meses de vida… Después de Ness, mi madre había tenido múltiples pérdidas espontáneas, y habían decidido quedarse solamente con 2 princesas como decía mi padre.

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