domingo, 11 de enero de 2015

Una Dulce Inocencia: Capítulo 80

¿En serio? Parece ser una mujer…- la corté.
- Voy a pedirte en tono amable que guardes tus comentarios para otra persona Amanda.
- ¡Wow! El gatito saca las garras.- dijo en tono sorprendido.
- Piensa lo que quieras.- iba a retirarme cuando tocaron efusivamente la puerta.
Paula se encontraba de pié y con la respiración agitada frente a mí. En un minuto pasaron cientos de imágenes e ideas por mi cabeza. Y ninguna mejor que otra. La tomé y la saqué fuera de allí, no quería que esa mujer se enterara de más cosas.
- Tenemos que ir al Jardín.- dijo al fin. Me alarmé.
- ¿Qué le pasó a Lourdes?.- el temor recorrió mi cuerpo.
- Tranquilo.- me apremió y comenzamos a caminar al ala externa.- Susy, solamente me ha dicho que está callada. Demasiado.- eso ya era extraño, pues mi princesa parloteaba todo el tiempo.
- Si alguien le ha hecho algo, los voy a matar.- sisee y Paula me atajó antes de entrar.
- Pedro Alfonso. Estás hablando de niños. Los niños son crueles algunas veces.
- Corrección. Los voy a desmembrar y quemar.- volvió a sacudirme más violentamente.
- Deja de actuar como un demente. Estás hablando de niños que apenas llegan a tu cintura y tienen 20 años menos que tú. Si no serás de ayuda, puedes marcharte.- y cruzó sus brazos obstaculizándome el paso. Me derrotó.
- Está bien. Seré pacífico.- prometí. Alzó una ceja.- ¡Lo juro!.- con eso asintió.
Entramos y Susy, la encargada del jardín, nos indicó a mi pequeña regalona. Estaba sentada con su mirada puesta en un papel que sostenía en sus manitos. Tiger la acompañaba sin decir nada… Paula se acercó a Susy y yo fui donde ella…
- Princesa.- la llamé. Ella se giró y aferró sus bracitos a mi cuello.- ¿Qué pasa amor?.
- Vuelvo luego.- anunció Tiger y se fue hacia otro lado.
- ¿Amor?.- intenté apartarla de mí, pero ella se enrolló mas fuerte.
Miré a Paula que asentía a lo que Susy le relataba y luego se acercó a nosotros. Me extrañó que no intentara acercarse a mi hija y fijara su atención en las hojas esparcidas por la mesa… De pronto sus ojos y los míos se concentraron en un dibujo. Hija, Papá y Mamá rezaba el índice y en cada figura dibujaba resaltaban tres nombres: Lulu, Pedro y Paula.
- ¿Pequeña?.- susurró Paula y sus brazos ejercieron más presión. Fruncí el ceño por su reacción.- Lourdes, mírame.
El tono que usó Paula, era el que ocupaba para que mi hija dejara su testarudez en algo y pusiera atención a lo que decíamos. Poco a poco me fue soltando y me dolió ver sus ojitos rojos repletos de lágrimas ¿Qué estaba pasando?.
- ¿Qué sucede bebé?.- Paula volvió a su tono cariñoso.
- Yo…
- Princesa, puedes decirnos lo que quieras. No vamos a molestarnos.- la insté.
- Dibujé a mi familia.- soltó al fin. Pero igualmente quedé contrariado.
- ¿Y qué hay con eso? Está muy lindo tu dibujo.- la elogié. Estaba seguro que Paula ya estaba enterada.
- Es que…- se mordió el labio y reprimí una risita al darme cuenta que lo había aprendido de Paula.
- ¿Y?.- apremié.
- Tuve que salir a decirlo adelante. Entonces Brenda me dijo que esa no era mi familia.
- ¿Quién es Brenda?.- inquirí  y  Paula me asesinó con la mirada. Tuve que quedarme allí, viendo llorar a mi hija y a esa niñita impune.
- ¿Y qué mas pasó?.- esta vez fue Paula quien cuestionó.
- Que yo le dije que sí. Que… que yo tenía mi mamá.- una punzada me llegó directo al pecho.- Y que… que era Paula.- terminó susurrando
Sentí mis ojos picar y miré inmediatamente a Paula. Sus ojos estaban cristalinos y quise lograr un mínimo de entendimiento al actuar de Victoria ¿Cómo pudo llegar a dañar tanto a su hija? Ella no tenía corazón…
- Amor…- Paula me cortó.
- ¿Y por qué lloras bebé? Deberías sentirte contenta de dejarla como mentirosa. Porque los niños no deben mentir ¿Verdad?.
- Pero yo mentí.- habló quedito.
- ¡Claro que no!.- sonreí a las palabras de mi novia.- Yo sí soy tu mamá. Y tú eres mi pequeño pedacito de cielo.- los ojos de Lulu se iluminaron ante esas palabras.- ¿Recuerdas lo que dijo Mama Sam?.- ella asintió vigorosamente.
- Que los hijos nacen de aquí y aquí.- tocó su pancita y luego su corazón.- ¿Y yo nací de aquí, Paula?.- extendió su manito y la puso sobre el pecho de Paula.
- Exacto amor. De aquí naciste tú y siempre vas a estar allí ¡Siempre!.
- Entonces… ¿Puedo llamarte mamá? ¿No te enojarás?.- preguntó con timidez.
- Estoy esperando que lo hagas bebé. Por supuesto que no me enojo preciosa.- la abrazó y yo me quedé viendo a las dos mujeres más importantes de mi vida con una eterna sonrisa
- Te quiero mucho mamá.- exclamó mi hija. Susy nos miró sonriente. Mi princesa miró a todos lados y localizó lo que quería.- ¡Brenda!.- gritó. La niña la miró feo y quise gruñirle.- Te va a crecer la nariz fea por mentir. Ella es mi mamá.- señaló orgullosa a Paula, y se apresó a su cuello para luego… mostrar su rosa lengua a la niña…
¡Esa era mi hija!.

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