jueves, 29 de enero de 2015

Eternamente Juntos: Capítulo 33

A la mañana siguiente, cuando Paula se despertó, vió que Pedro no había dormido allí. Se vió sobrecogida por una profunda desesperación mientras se imaginaba a Pedro y a Gisela Hunter abrazados.
Se levantó de la cama y fue directamente a darse una ducha, pero el agua no le alivió el dolor.
Marietta estaba ocupada en la cocina cuando Paula bajó con sus cosas de pintar en la mochila, que había llegado con el resto de sus pertenencias el día anterior.
—El señor Alfonso debe de haberse marchado muy temprano esta mañana, ¿no? —comentó Marietta.
—Sí —respondió Paula.
—¿Quiere desayunar? Tengo bacon, huevos y…
—No, gracias, Marietta —dijo ella rápidamente—. Tengo que ir a clase a terminar un cuadro para la exposición de final de curso.
Marietta la miró fijamente.
—¿Se encuentra bien? Está muy pálida.
Paula tragó saliva para contener una súbita náu¬sea.
—Estoy bien, gracias. No me gusta levantarme temprano, no me siento bien hasta el mediodía.
—Está más delgada que antes. No se habrá puesto a régimen, ¿verdad?
—No. Es que llevo unas cuantas semanas que no me encuentro del todo bien —confesó Paula—. Un virus me atacó al estómago y, desde entonces, no me he recuperado completamente.
—Ahora que está otra vez en casa, pronto se repondrá —dijo Marietta con seguridad—. Le echaba de menos, ¿no?
—Sí, eso es —contestó Paula, dándose cuenta de que era verdad—. Le echaba mucho de menos…
Paula perdió la noción del tiempo en el estudio de la escuela de pintura. Compartía ese pequeño espacio con otra estudiante que también se iba a licenciar con ella y que, afortunadamente, no iba a ir ese día.
Miró el reloj y descubrió que eran casi las seis de la tarde. Rápidamente, limpió los pinceles, se marchó de la escuela y tomó el tranvía.
Pedro la estaba esperando en su casa cuando llegó, su expresión era irritada.
—Llegas tarde —dijo él paseándole la mirada por el cuerpo—. Y estás sucia.

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