viernes, 23 de enero de 2015

Eternamente Juntos: Capítulo 15

De repente, Pedro  tiró de ella hasta estrecharla contra su cuerpo y entonces la besó con fuerza. La pura intensidad animal de él la tomó por sorpresa y, en vez de apartarse, se entregó a aquel arranque de pasión. Le quería, le necesitaba.
Pedro la hizo darse la vuelta. Ella plantó las palmas de las manos en la puerta y pronto se vió con la falda subida hasta la cintura y las diminutas bragas de encaje bajadas mientras Pedro, dentro de ella, la tenía gimiendo de placer en cuestión de segundos.
Paula aún estaba tratando de recobrar la respiración cuando él se apartó de ella. Despacio, Paula se volvió, maldiciéndose a sí misma por su debilidad.
—Ha sido un recuerdo de despedida —le dijo Pedro mientras se subía la cremallera de los pantalones.
Y tras una mirada de desprecio, Pedro se alejó.
Paula volvió al presente cuando Pedro se levantó de la cama. Le vió pasearse por la habitación y revolverse los cabellos, dejándoselos desordenados y atractivo en extremo.
—Mi supuesta aventura amorosa —dijo él en tono despectivo—. Creía que tenías más sentido común y no te dejarías engañar por alguien manipulando unas fotos con Photoshop que, hoy en día, hasta un niño podría hacer.
Paula se avergonzó de sí misma. Había sido una tonta; cegada por los celos, no se había parado a pensar racionalmente.
—Lo siento —dijo ella mordiéndose los labios—. No me habría dejado engañar si, además de las fotos, no hubiera habido mensajes. Ella estuvo llamando todo el tiempo que estuviste fuera. No pude evitar pensar lo peor…
Pedro la miró con furia.
—¿Cómo pudiste hacerlo, Paula? Te quería tanto… Habría dado la vida por tí.
Los ojos de Paula se llenaron de lágrimas. Se sentía más culpable que nunca.
—Pasabas mucho tiempo fuera —dijo ella en un in tentó por justificarse a sí misma—. No pude evitar las sospechas.
—Albergabas sospechas porque estabas buscando una excusa para dejarme. Estabas enamorada de Pieres.
—¡No! —Paula se levantó con piernas temblorosas— Mentí cuando te dije eso. Yo no le quería… en ese sentido al menos.
—Pero te acostaste con él.
Paula apartó la mirada.
—Sí…
—Podríamos haberlo aclarado todo —dijo Pedro con voz enronquecida por la emoción—. Podríamos haberlo aclarado en veinticuatro horas.
Paula se tragó un sollozo y asintió.
—Lo sé.
—No puedo perdonarte lo que hiciste, Paula. Lo he intentado, pero no puedo.
—Lo comprendo… —Paula, avergonzada, bajó la cabeza.
—Estabas empeñada en vengarte de mí por una aventura amorosa que jamás tuve. No te paraste a pensar en las consecuencias y te lanzaste a una venganza que me destrozó el corazón.
—Sólo lo hice una vez —dijo ella en defensa de sí misma—. Por si te sirve de algo, la verdad es que no recuerdo casi nada de aquella noche.

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