jueves, 15 de enero de 2015

Una Dulce Inocencia: Capítulo 90

- ¿En serio?.- pregunté entre risas y dolores.
- Tu padre no anduvo muy alejado de eso.- fue el turno de mi madre.
- No me desmayé.- siseó él.
- No, porque te afirmaste en la camilla que yo estaba dando a luz a Ness. Y me corriste con ella y todo.- me reí de buena gana con las anécdotas de ellos.
- No tengo culpa que las camillas tengan ruedas. Además fue sólo un poco.- rebatió.
- Si, solo un poco, que tuvieron que volver a conectar todas las maquinas.- siguió mi madre riendo a costa suya.
- Usted es médico.- afirmó Tiger, con un rostro asombrado y descompuesto. Seguramente por lo que el pasaría en un poco tiempo más
- Ya te quiero ver yo en media hora más en esa habitación.- le gruñó papá.
- Buenos días ¿Cómo vamos?.- entró mi médico felizmente.
- ¿Falta mucho?.- pregunté, al sentir una nueva contracción.
- Vamos a revisarte.
Mientras lo hacían todos salían de la habitación. Miré a mi madre y supo lo que me preocupaba, pero ella me guiñó y sonrió para aclararme que todo estaba bien. El médico comenzó a hurgar todas las máquinas y mi cuerpo, decidiendo al fin que ya estaba todo casi listo, por lo que sería trasladada a pabellón. En ese instante comencé a sudar frío. No había estado nerviosa y los dolores aunque eran fuertes, eran soportables… Pero la hora había llegado…
- Todo va a salir bien princesa.- se despidió mi madre.
- Ajá. Te quiero.- dije con un hilo de voz. Los dolores se acrecentaban más.
- ¡Lu!.- gritó Aaron y depositó un jugoso beso en mi frente.
- También te quiero terremoto.- le sonreí.
- Estoy orgullosa de tí. Seré la tía más consentidora del mundo, porque yo no pienso tener hijos.- gimió Ness al ver mi cara de dolor.
- Eso mismo lo hablaremos… en unos años más.- me reí como pude.
- Tranquila cariño y confianza. En un rato más todo habrá pasado.- fue el turno de tía Ángela.
- Eres valiente.- dijo tío Ben mirándome en shock.- Adoro ser hombre.- agradeció al cielo dramáticamente.- Eres fuerte y ese bebé también.
- Gracias. Los quiero.- susurré.
- Mi princesa hermosa, ya todo va a pasar. Todos han llamado y te envían saludos… Chad dice que recuerdes el por qué estás aquí.- miró a Tiger.- Y que la venganza es dulce.- sonrió maléficamente.
- Dile a Chad, que le diré a tía Jess que lo tenga sin sexo por meses, como la última vez que me jugó una mala pasada.
- Se lo diré. De seguro estará aquí mañana mismo pidiendo perdón para que Jess no lo castigue. Te quiero.
- Está todo listo.- entró la enfermera.
- Te veo más tarde princesa.- me dio un beso en la frente y yo tomé su mano con fuerza.
- Tú y tú.- indiqué a Tiger.- No van a ningún lado.- gruñí. La enfermera rió.
- ¿Cómo?.- preguntó papá sin entender a qué me refería. No pude responder por el dolor agudo que sentí.
- Su hija ha pedido autorización al médico para que el padre y el abuelo estén con ella en el parto.- explicó la enfermera.- Así que pasen a prepararse, por favor.
Pude ver la cara de turbación que emitió mi padre. Tiger lo tomó y lo condujo fuera de la habitación…
Una vez en la sala, entraron mi esposo y mi padre, ganándose uno a cada lado de la camilla. Tomé fuerte la mano de cada uno cuando el doctor me indicó que era hora… Escuchaba vagamente las cosas que me decían, estaba concentrada en traer a mi bebé a este mundo lo antes posible… Miré de soslayo en algún momento las caras de los dos hombres más importantes de mi vida, y rememoré las de mi familia… Con ellas tuve la fuerza para dar el último paso y poder escuchar un hermoso llanto que hizo llenar mis ojos de lágrimas…
- Es un fuerte y sano hombrecito.- anunció el médico con ese pequeño bultito en sus manos.
- Te amo.- susurró Tiger a mi lado con sus ojos repletos de lágrimas.- Te amo y te voy a amar siempre. A tí, a nuestro hijo y los que vengan.
- Yo también te amo.- susurré emocionada hasta el fin. Miré la mano que aun sostenía la de mi padre y lo observé. Sus ojos no perdían detalle de su nieto.- Papá.- lo llamé.
- Conoce a tu mamá, tu papá y tu abuelo.- irrumpió una enfermera y dejó a ese pedacito de cielo en mi pecho. Sus sollozos aun escapaban de su cuerpecito.
- Es precioso.- sonrió Tiger depositando un beso en su cabecita.
- Hola mi amor.- lo saludé y acaricié la pelusita que tenía como cabello.- Mira, ellos son tu papá y tu abuelo.
- Es… es muy hermoso, hija.- habló por fin mi padre.- Gracias.- besó mi frente.
- Te perdiste 4 años de mi vida papá.- le susurré a él. Me miró con sus ojos brillosos.- Hoy soy yo la que estoy dando vida. Y te quería aquí conmigo… Para que recuperaras esos años perdidos, con la vida que ha salido de mí gracias a tí.
- Te amo... hija.- logró decir con su voz entrecortada.
- Anthony también espera que su abuelo le diga que lo quiere.- exclamó Tiger para sorpresa de mi padre.
- ¿Anthony?.- preguntó con voz queda.
- Como su abuelo.- contesté feliz de su emoción, al saber que su primer nieto llevaría su nombre.
- Bienvenido al mundo, a mi vida y a la de todos Anthony.- besó su cabecita, dejando correr sus lágrimas
- Espero que ahora me quiera un poquito aunque sea.- dijo divertido Tiger
- Vas por buen camino.- fue la respuesta de mi padre, para luego mirarlo y sonreírle.- Felicidades a los dos. Y gracias por traernos este regalo… Un nuevo milagro…
...
Dejé a mi pequeño Tony en su cuna. Con sus cuatro meses de vida, era todo un pequeño hombrecito… De mí sólo tenía la piel blanca como la nieve, su pelo era un negro azabache como el de su padre, y sus ojos… eran una de las seis gemas verdes más hermosas que había visto, como los de mi padre y Ness…
- ¿A qué hora te atenderá el médico?.- preguntó Tiger entrando a la habitación.
- Tengo que irme ya. He dejado un poco de leche para él por si despierta.- besé a mi pequeño tesoro y comencé a recoger mis cosas.

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