lunes, 19 de enero de 2015

Eternamente Juntos: Capítulo 8

—Gonzalo, soy yo, Paula.
—Ah, hola, Paula. ¿Qué tal van los cuadros que vas a llevar a la exposición?
—Bien —respondió ella esforzándose por darle ánimo a su voz—. ¿Cómo estás?
—Bien, supongo.
—Gonzalo… tengo que decirte una cosa.
—No vas a casarte con Facundo Pieres , ¿verdad? —preguntó Gonzalo con evidente aprensión en la voz.
—No, no, claro que no. Sólo somos… amigos.
—Entonces, ¿qué es lo que me tienes que decir?
Paula respiró profundamente antes de contestar.
—Pedro y yo hemos decidido volver a estar juntos.
—¿Ya no se van a divorciar?
—No —respondió ella—. Ya no nos vamos a divorciar.
—¡Vaya, estupendo, Paula! —exclamó Gonzalo con alegría—. ¿Qué ha pasado?
—Supongo que los dos nos hemos dado cuenta de que íbamos a cometer un grave error. Todavía nos queremos, así que no tiene sentido que nos divorciemos.
—No sabes cuánto me alegro, Paula —dijo Gonzalo—. ¿Qué piensan mamá y papá? ¿Se lo has dicho ya?
—No, todavía no. Pero voy a llamarles para decírselo.
Se hizo un breve silencio.
—¿Lo sabe ya Bruno Di Venuto? —preguntó Gonzalo.
Paula miró a Pedro.
—No, no lo sabe. Pero Pedro  va a llamarle ahora.
—Hace sólo unos minutos que le he visto en la sala de estudiantes —dijo Gonzalo—. Como de costumbre, estaba insoportable.
—¿Lo has pasado muy mal, Gonzalo? —preguntó ella—. Últimamente no me has hablado de ello.
—No te preocupes, Paula, me las arreglo bien —contestó Gonzalo—. Bruno está muy disgustado por lo de vuestro divorcio. El te echa la culpa de todo, pero yo le dije que hiciste lo que hiciste porque creías que Pedro tenía una amante. ¿Cómo ibas tú a saber que te estaban tendiendo una trampa? Cualquiera podría haber cometido esa equivocación.
—Siento que hayas sufrido por mi culpa —dijo Paula—. Ojalá pudiera haberte evitado los problemas que has tenido por mí.
—No seas tonta —respondió él—. Tú siempre me has defendido cuando mamá y papá se enfadaban conmigo por nada. De todos modos, me alegra que se reconcilien.  Quiero sacar bien los exámenes finales y Bruno no ha dejado de hacerme la vida imposible. ¡Él y sus amigos, claro! Mis notas no han sido muy buenas últimamente, pero, si Bruno deja de darme la lata, espero estudiar y sacar buenas notas.
Paula volvió a mirar a Pedro.
—Pedro me ha asegurado que Bruno te va a dejar en paz. Cuídate mucho, Gonzalo. Te quiero mucho.
—No te pongas sentimental, por favor. En serio, estoy muy contento de que tú y Pedro vuelvan  a estar juntos. Me cae muy bien, Paula. Es un buen tipo.
Paula le devolvió el teléfono a Pedro unos segundos después.
—Al parecer, a pesar del comportamiento de tu sobrino, sigues cayéndole bien a mi hermano.
Pedro le lanzó una mirada indiferente.
—Sí, eso he oído.
Paula prestó atención a la conversación de Pedro con su sobrino y, aunque hablaron en italiano, entendió lo que dijeron en líneas generales. Pedro gesticuló con la mano y su expresión mostraba enfado.
Cuando Pedro colgó el teléfono unos minutos después, tenía el ceño fruncido.
—Ese chico necesita una mano firme. Debería haberlo visto venir. Podría haberlo evitado.
—No te preocupes, Pedro. Gonzalo me ha dicho que se las está arreglando bien.
Pedro se levantó de su asiento y, dándole la espalda, se acercó a la ventana.
—No puedo ser la figura paterna que Bruno necesita. He intentado sustituir a Stefano, pero no lo he hecho muy bien. Nadie puede reemplazar a un padre. Bruno está lleno de resentimiento y se está desahogando con tu hermano.
—Tú has hecho lo que has podido —dijo ella con voz queda—. Ha sido muy duro para todos; sobre todo, para Gina.
Pedro se volvió a mirarla.
—Bueno, será mejor que nos pongamos en marcha. Cuanto antes pasemos por esto, mejor.
Paula  salió con él de la oficina sintiendo un nudo en el estómago. Salir con él aquella noche ya le resultaba un problema, pero vivir en su casa iba a suponerle un esfuerzo sobrehumano.

4 comentarios: