jueves, 15 de enero de 2015

Una Dulce Inocencia: Capítulo 89

Estaba cansada y fui yo quien quise quedarme allá.- respondí ante la mirada gélida que le estaba otorgando a mi esposo.
- De acuerdo.- masculló en tono bajo y molesto saliendo de la sala.
- ¿Estás bien?.- inquirió inmediatamente Tiger al verme con el semblante caído.
- Ajá.- fue lo único que dije.
- ¿Te sientes mal?.- me sorprendí al oír la voz de mi madre tras de mi. Se acercó rápidamente y se sentó a mi lado.
- Estoy bien mamá.- la tranquilicé y moví mis ojos en dirección a Tiger para que no dijera más.
- No muy bien.- obvió mi mirada suplicante y prosiguió.- Anoche nos quedamos en casa de mis padres porque no se sentía muy bien.- le explicó a mi madre que comenzó a sobar en forma frenética mi barriga.
- ¿Qué sientes? ¿Es el bebé? ¿Tienes malestares?.- siguió con su verborrea de preguntas.
- No es el bebé. Es ella.- profirió Tiger cuando yo no respondí..
Mi madre nos observó atenta a los dos. Seguramente sopesando alternativas para mi malestar y creyendo que se trataría de un problema de pareja, al ver las miradas que nos brindábamos el uno al otro. Tiger se levantó y argumentó la compra de algunas cosas y se escabulló por la puerta. Yo aun seguía con mi mirada más mortífera sobre él, aunque era imposible que la viera… Me removí incómoda ante el silencio que se instauró entre mi madre y yo.
- ¿Y Aaron?.- pregunté para alejar el tema sobre mí.
- Está dormido. Anoche terminó su jornada a altas horas de la noche.- sonrió, pero su mirada seguía escrutándome.- ¿Tienen problemas?.- fue directa.
- No mamá.- respondí alejando mis ojos de los suyos.
- ¿Entonces? ¿Qué es lo que te está afectando princesa?.- tragué el nudo en mi garganta y me obligué a mentir en cierto modo.
- Son las hormonas mamá. A todas las embarazadas nos ponen en una ruleta de emociones.- intenté calmar las aguas.
- Lo sé. Pero tú eres mi hija y te conozco de siempre.- ese siempre atrajo un dolor en mi pecho.- Tus ojitos cielo no me mienten, y ahí hay algo más.- añadió tocando mi corazón.
Respiré profundo para poder hablar con ella. Mi madre era persistente y no lo dejaría pasar, y sinceramente quizás era el momento de dejar salir mis dudas y temores… Ella tomó mi mano entre las suyas y le dio un cariñoso apretón para darme ánimos.
- Siento que los he decepcionado… A tí y papá.- confié con pena.
- ¡¿Qué?.- casi gritó.- Lourdes… ¿Por qué dices eso?.- su frente se arrugó.
- Ustedes tenían planes para mí mamá.- dije lo que pensaba.- Estaba estudiando y de forma irresponsable me embaracé… Los defraudé.- mi madre comenzó a negar frenéticamente.
- ¡Claro que no!.- de pronto se quedó en silencio y me observó detenidamente.- Hija… ¿Tú…? ¿Quieres el…?.- la miré y entendí su pregunta no formulada.
- Anhelo este bebé mamá.- un suspiro de alivio abandonó sus labios.- Pero… Pero tengo tanta pena mamá.- me abracé de ella como cuando era pequeña.
- Mi bebé.- susurró.- No pienses eso, nosotros te amamos con todo el corazón. Así mismo a esa pequeña vida que llevas allí dentro.
- Papá…- no pude seguir hablando por mis sollozos incontrolables.
- Tu papá te ama como un demente.- sonrió contra mi cabeza.- Le costó algo más aceptarlo, pero no porque lo hayas defraudado… Él sólo…- se quedó en silencio.
- Sólo me cuesta ver crecer a mi pequeña princesa.- habló una voz grave de fondo. La voz de mi padre…
Me voltee y allí estaba él. Con una expresión preocupada y triste en su hermoso rostro. Porque aunque los años siguieran su curso, mis padres seguían siendo el atractivo hombre de ojos expresivos y la mujer hermosa de cabellos mirada chocolate… Se acercó vacilante y ocupó el lugar que Tiger había dejado vacío a mi otro lado. Su mano se posó en mi rostro y fue secando las lágrimas que escurrían por el lugar…
- Nunca me he decepcionado de tí. Y jamás lo voy hacer.- tajó con voz firme y algo quebrada.- Me costó verte crecer mi amor. Porque eras mi bebé, y siempre lo serás… Estoy orgulloso de tí cada día que pasa más y más… Me siento orgulloso de verte hecha una mujer a los ojos del resto, porque para mi podrás tener mil años, pero serás mi princesa.
- Papá…- quise hablar pero él me silenció.
- He actuado mal preciosa. Me he molestado y enojado por cosas pequeñas, que quizás te han hecho pensar en forma errada… La verdad de todo, es que quisiera tenerte para mí todo el tiempo… Por eso me molesto cuando me pierdo una hora de tu tiempo…
- Esa mujer…- comencé y sentí tensarse a los dos.- Me dijo que algún día yo arruinaría sus vidas… Que…
- Esa mujer, si es que es así como se le puede llamar.- escupió mi madre por primera vez.- Sólo trató de sembrar su desdicha en ti… Pero nunca, óyeme bien ¡Nunca haz arruinado nuestras vidas!... Sin tí Lourdes, nuestras vidas nunca hubiesen tenido el sentido que nos haz dado
- Te amamos con defectos y virtudes hija.- continuó mi padre.- Aunque para nosotros, ninguno de ustedes tiene algún defecto.- sonrió.- Los padres somos ciegos ante los hijos… Yo te amo con todas mis fuerzas, al igual que a tus hermanos… Pero te amé primero que a todos ellos…
- Los quiero mucho.- hablé con las pocas fuerzas que me quedaban.
- Nosotros mucho más hija.- dijeron los dos al tiempo que me abrazaban.
- Siento haber pensado eso… Soy una tonta.- sonreí entre llanto.
- No te preocupes princesa, pero quiero que cuando algo te moleste sea como siempre. Vengas y lo digas.- me pidió mamá.
- Y no eres tonta.- me retó en forma amorosa mi padre.- El embarazo y las hormonas han influido en esto.
- Y los desatinos de tu padre.- enjuició mamá divertida.
- Tu madre era peor con sus embarazos.- contestó papá sonriendo engreído.
- ¡Pedro!.- gritó mi madre regañándolo.
...
- ¿Nerviosa?.- consultó Tiger por quinta vez en menos de media hora. Rodé mis ojos.
- Son ustedes tres los que me ponen más nerviosa.- acusé a él, a papá y tío Ben.
- ¿Nosotros?.- se indicó él mismo.
- Tu tío Ben casi se murió cuando tuve a Benjamín.- comentó tía Ángela. Mientras él la observaba con una ceja alzada.
- No fue así, solamente me descompuso tanta sangre que veía.- se defendió.
- Lo descompuso hasta tres horas más tarde que el parto había pasado ¡Se desmayó!.- se carcajeó de él, mientras todos reíamos.

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