jueves, 1 de enero de 2015

Una Dulce Inocencia: Capítulo 57

El camino hacia el lugar donde se llevaba a cabo el juicio fue silencioso. Solamente inquietado por las veces en que Vanessa intentaba infundirle confianza a Paula. Me comía la lengua por entrometerme en la conversación y decirle que yo estaba con ella, pero debía conformarme con mirarla a través de espejo retrovisor y contentarme con las veces en que hacían contacto nuestras miradas y ella las esquivaba aprisa.
Una vez fuera de la sala. Vanessa volvió a repetirle lo que debía decir. Paula estaba nerviosa y mordía con fuerza su labio. Antes de hacer ingreso, obvié todas las malas miradas y me acerqué a darle un beso en su frente. Ella se quedó estática y luego se dio vuelta e ingresó casi corriendo.
La sesión fue extenuante. Paula tuvo que hablar ante la asesina mirada de esa mujer y ese hombre, más ella no se dejó amedrentar por aquello y expuso su declaración con decisión y sin titubeo. Lo mismo tuvo lugar cuando otros testigos que Vanessa había contactado sin estar enterado, tuvieron que subir al estrado y exponer su testimonio. Dejando en irrefutable evidencia que las acusaciones no eran infundamentadas y que su hija, a lo que ella había apelado en forma cínica, no había sido nunca un motivo de preocupación por su parte.
Respiré aliviado cuando estuvimos fuera de esa pequeña sala. Por fin sentía que estábamos avanzando a una resolución justa y que mi hija podía empezar a caminar por un sendero tranquilo, limpio y fructífero. Vanessa se reunió con las personas que había logrado que declararan y se excusó de volver con nosotros, pues se quedaría más tiempo para poder incautar mayores datos sobre lo que seguiría.
Con Paula nos subimos al auto en completo silencio. Mis padres me lo habían hecho llegar hacia unas semanas y en este momento podía casi gritar de júbilo, pues era perfecto para lo que tenía pensado. Miré de soslayo a mi compañera, su vista estaba fija en la ventana lateral observando las calles pasar.
Doblé de forma súbita en una esquina y esperé pacientemente a que ella cuestionara mi actuar. Me percaté periféricamente como ella se removía en su asiento y su cabeza viajaba en diferentes direcciones al notar que no nos movíamos por el camino que llevaba al Hospital… Además, ella no había recorrido este trayecto con anterioridad. Yo sí…
- ¿Dónde vamos?.- preguntó al cabo de unos minutos en que supongo, ya no pudo más
- Debo pasar a recoger ropa a mi casa.
- Déjame en la siguiente parada. Tomaré un taxi para volverme al Hospital.- exigió.
- No.- la miré sin derecho a réplica.- Iremos por mis cosas y luego volveremos juntos.
- Ángela y…-
- Ella está al tanto.- la corté.
No habló más y se aferró enfurruñada en su asiento. Quise reírme de su actitud infantil, pero eso sólo llevaría a empeorar las cosas. En vez de eso, puse música para relajar el ambiente y seguí manejando con la alternada mirada en el camino y en ella… Quince minutos más tarde, aparqué en el estacionamiento interior de la casa que habíamos arrendado con Michael y Lucy, aunque básicamente la usaban ellos. Yo pasaba casi las 24 horas del día junto a Lourdes.
- Te invito un café.- hablé antes de bajar.
- No gracias. Preferiría que recogieras tus pertenencias y regresáramos de una vez.
¡Terca! Pero yo también podía actuar de igual manera….
- Insisto, tomemos un café y luego emprendemos camino de vuelta.
- ¿Acaso estás sordo?.- entrecerró sus ojos hacia mí.- ¡Lo siento! Doctor Alfonso, tengo que cumplir con mi trabajo.- usó su tono más irónico posible.
- Ok. No vengo a buscar absolutamente nada. Estoy simplemente tratando de encontrar un espacio para hablar tranquilamente.- me sinceré, ella no me miró ni una sola vez.- ¿Podemos pasar y conversar en forma pacífica?.
- No tenemos nada de que hablar, excepto que sean modificaciones en mi trabajo y mis horarios.- zanjó.
- Tú tono de voz y frases irónicas ¿No te parecen temas suficientes?.- me miró con rabia y advertí que otra vez estaba metiendo las patas.- Está bien, ambos hemos cometido errores ¿Entramos y tratamos de solucionarlo de la mejor manera posible?.- la vi titubear, así que proseguí.- ¿Por favor?.
No esperó a que yo bajara y abriera la puerta para ella; sino que bajó como un torbellino y se paró frente a la puerta con sus brazos cruzados y golpeando rítmicamente su pié en la baldosa. Negué con la cabeza y sonreí por su actitud. Bajé del auto y me paré a su lado para abrirle la puerta y cederle el paso.
Me senté uno de los dos único sillones disponibles, esperando que ella lo hiciera en el ubicado frente a mí, pero en lugar de eso se mantuvo de pié a un lado de la puerta principal. Frustrado, apoyé mis manos en mis rodillas y me puse de pié frente a ella.
- Quiero pedirte disculpas.- comencé sin obtener su atención.- Nunca quise sonar como lo hice ese día en tu departamento.
- Sólo hacías lo que te correspondía.- contestó a la defensiva.
- Estas equivocada. Tú crees que fui en plan de jefe mandón, pero jamás fue esa mi intención.
- Te salió verso.- musitó bajito, pero logró sacarme una sonrisa mas distendida.
- Paula, este mes no ha sido de los mejores. Quiero decir que, creí que podíamos comenzar a llevar una buena amistad, sobre todo teniendo en cuenta que somos las personas con las que Lourdes pasa mayor tiempo y a las que más apegada está.- expliqué.- He vivido experiencias que no creí adquirir de un momento a otro, y no me quejo. De retroceder el tiempo, volvería a pasar por todo lo que he pasado, porque Lourdes lo vale…

« Pero me molesta que nuestra relación se haya estancado por un malentendido. Estaba molesto y no contigo, pero pareció que tú eras el destino de ese fastidio y todo se jodio.- puse mis manos en mis bolsillos, porque la tentación de tenerla tan cerca era abrumadora.- He intentado explicar las cosas, pero tu estás cerrada a cualquier idea que destrone tus fijas posturas, porque crees y te aferras a las idea que la única verdad es la que te haz imaginado»

- Fuiste claro Pedro.- refutó tozuda.
- ¿Te dije explícitamente que tu trabajo estaba siendo incumplido?.- inquirí.
- No era necesario que lo dijeras en forma explícita. No soy tonta y entiendo perfectamente los mensajes encubiertos.
- Lamento tener que ofenderte, pero creo que esta vez no estás siendo muy inteligente que digamos.- sus ojos chispearon en coraje.
- ¡¿Me estás diciendo en forma sutil que soy ****a?.- gritó furibunda.
- No, te estoy intentando hacer ver que sólo esta vez estás equivocada.
- Me voy, tomaré un taxi.- se dio media vuelta y me adelanté.
En cuanto ella abrió la puerta, pasé mi brazo por el costado de su cabeza y la cerré de un golpe seco. Ella saltó por el repentino cambio, pero no volteó para increparme. Cerré los ojos y me acerqué a su cuerpo, su característico aroma me abrumó y quise voltearla de una buena vez y aclarar el tema con la forma que me estaba pareciendo la más concluyente, besarla.
- ¿Me permites abrir la puerta y marcharme?.- no podía ver su rostro, pero su voz sonó ahogada.
- Paula, arreglemos las cosas.- afirmé en tono ronco. Su sola cercanía me desarmaba.
- Ya está todo hablado.- giró su cuerpo y se espantó de los pocos centímetros que nos separaban.

4 comentarios:

  1. Decime que van a solucionar este momento x favor!!!!!!!!!!!!! Muy buenos los 2 caps

    ResponderEliminar
  2. Muy buenos capítulos! Por fin pudo hablarle, pero que se arreglen ya y que hagan lo que sienten!

    ResponderEliminar