viernes, 12 de marzo de 2021

Te Quise Siempre: Capítulo 2

Franco no iba a unir su vida con la de ella, sino con la de Mariana Roberts.  Durante los últimos meses, había tratado de mantener viva la esperanza de que todo volviese a sus cauces, de que Franco recobrase la sensatez.  Pero aquella misma tarde la había perdido definitivamente al recibir una invitación en la que figuraba el nombre de Mariana Roberts en vez del suyo. No era una invitación de boda. Era para una fiesta que los padres de él darían en la casa de lujo que tenían en las afueras de Sugar Maple Grove.

 

—Franco y yo estuvimos comprometidos pero nunca tuvimos una fiesta de compromiso.


 Paula se sentía menospreciada viendo que todas las miradas y atenciones recaían sobre la nueva prometida. Era la gota que colmaba el vaso. Dejó brotar todas las lágrimas que había reprimido a lo largo de la tarde y se congratuló de no haberse maquillado para la ceremonia de despedida de sus sueños y esperanzas. ¿Cómo podía Diana Hamilton, la madre de Franco, haberle hecho eso? Era demasiado cruel invitarla a esa fiesta donde Gregg presentaría a todo el pueblo a la mujer que la había sustituido. Pero Diana, que en cierta ocasión había estado ojeando con ella revistas de novias, había dejado bien claros los motivos.

 

—No quiero que parezca que te hacemos un desaire, querida. Toda la ciudad va a estar allí y tú también debes estar. Por tu propio bien. Hace ya varios meses de su ruptura. No trates de parecer patética. Procura ir acompañada y dar la impresión de que has rehecho tu vida. No podemos seguir toda la vida oyendo a la gente hablar de que Franco te ha roto el corazón. No sería bueno ni para él ni para Mari. No es agradable que él aparezca en todo este asunto como el villano de la historia, ¿No te parece?


 Ella era verdaderamente la única y auténtica responsable de toda aquella catástrofe.


 —Si pudiera volver atrás… —dijo dejando caer un torrente de lágrimas por sus mejillas.

 

Si al menos fuera posible desdecirse de algunas de las palabras que había pronunciado. Las revivió en ese instante, avivando el fuego que tenía delante de ella hasta ver la imagen de una tarta nupcial de tres pisos y un manojo de rosas amarillas adornando los bordes.


 —Franco —le había dicho el día en que él había regresado a South Royalton para terminar su carrera de abogado y la había presionado para que fijasen una fecha para la boda—. Necesito un poco de tiempo para pensarlo.

 

Ahora tendría toda la vida para hacerlo. Toda una vida para pensar y reflexionar por qué había arrojado todo por la borda sólo por un momento de indecisión. Había creído conocer bien a Franco, nunca se había imaginado que reaccionaría de aquella manera. Siempre le había tenido por una persona muy comprensiva. Pero se había puesto muy furioso. ¿Cómo se había atrevido ella a decirle que necesitaba pensárselo? 

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