miércoles, 3 de marzo de 2021

Enemigos: Capítulo 55

Entró en la caseta oficina y vió que en su mesa había un sobre de papel manila. Era de Paula. Lo abrió y cayó una nota. Empezó a leerla.


"Pedro, He llamado a la empresa Exclusive Window Company y he encargado que repongan lo que rompieron en los dos chalés piloto. Me han garantizado el suministro e instalación en tres semanas, para que lo tengamos según lo previsto inicialmente. He trabajado con ellos anteriormente, y trabajan de manera excelente. Y nunca te dejan tirado. Si crees que me he sobrepasado en el uso de mis funciones, hay un periodo de veinticuatro horas para cancelar el pedido. Voy a estar sin ir a la obra por un tiempo, pero no te preocupes, haré mi trabajo. Me da la impresión de que los dos necesitamos tiempo para pensar las cosas y decidir qué camino tomar. Por favor, no intentes contactar conmigo en estos momentos. Paula"


A Pedro le faltaba el aire y se dejó caer en la silla. ¿Cómo se habían podido poner las cosas tan enrevesadas? Se frotó la cara con las manos. Él sólo quería lo que había querido siempre, a Paula. Y la había tenido al alcance. Pensó en la noche anterior y en la encrucijada en que Paula se encontró. No quería que ella se arrepintiera nunca de haberse casado con él. Y si para conseguirlo tenía que dar marcha atrás, y darle tiempo, él así lo haría. Además, sabía que tenía que poner orden en la obra primero. Tenía que demostrar a Miguel Chaves que podía llevar a cabo el proyecto antes de empezar a vivir con Paula. Una sonrisa se le dibujó en los labios. Ya habría oportunidad de ver lo que pasaba cuando ese hombre se enterase de que un Alfonso era su yerno. 



Una semana más tarde, la madre de Paula decidió que tenían que salir de casa. Alejandra Chaves creía que la cura de todos los males era meterse en el abarrotado Centro Comercial Tucson, y probarse ropa y calzado. Paula odiaba ir de compras, así lo probaba su armario ropero. Pero ahora acababa de comprar algunos vestidos nuevos para los que probablemente no encontraría nunca ocasión de ponérselos. ¿Cuándo tendría ella oportunidad? Pensó en el vestido de verano de color violeta que habían encontrado en una pequeña boutique. Los finos tirantes y ajustado corpiño resaltaban su cintura. No pudo evitar pensar si a Pedro le gustaría. ¿Le parecería que estaba sexy con él? Gracias a su ordenador portátil, y a que Francisco le comunicaba cuándo Pedro estaba fuera de la obra para acercarse a su mesa de trabajo, se había podido mantener al día con sus obligaciones. 


Lo que no quería para nada era encontrarse con Pedro. Aunque una parte de ella desearía tal encuentro. Paula tenía ganas de él, de su tacto, de sus besos. Y aunque le había pedido que no la llamara, había rezado para que él lo hiciera. Pero él ni había llamado ni se había pasado a verla. Las lágrimas brotaron en los ojos de Paula por la angustia que le producía el drama familiar. Pedro había dejado muy claro que no merecía la pena luchar por ella. Todo estaba tan enrevesado… ¿Por qué tuvo que ir a enamorarse de Pedro? ¿Por qué tuvo que ir con él a Las Vegas? ¿Por qué había dejado que él le hiciera el amor de esa manera increíble? ¿Había significado lo más mínimo para él? Una lágrima escapó mejilla abajo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario