viernes, 26 de marzo de 2021

Te Quise Siempre: Capítulo 33

Él se había sentado sobre la mesa de su despacho, se había cruzado de brazos y la estaba mirando muy divertido con expresión maliciosa.  Su envergadura hacía parecer aquel sitio aún más pequeño e incluso abarrotado, pese a estar ellos dos solos. Y pensó que su oficina no volvería a ser ya nunca la misma. Algo de su presencia iba a quedarse allí para siempre.


 —¿Se puede saber qué te propones? —le preguntó Paula.

 

—Poner nuestro plan en marcha —respondió él, encogiéndose de hombros con indiferencia.

 

—Se suponía que teníamos que empezar mañana dando una vuelta en bicicleta, y tomando un helado en Maynard.


Sus palabras parecían huecas, propias de una mujer insegura que había proyectado un plan infantil y necesitaba un día entero de preparación para llevarlo a cabo.


 —Vamos, Paula. Anímate. Sé más espontánea.

 

—¡No me gusta ser espontánea!


 «¡Espera! ¡Acuérdate de la nueva Paula!», pensó ella entonces.


 —Nunca es demasiado tarde para aprender —dijo él con mucha cordialidad.

 

—¡Yo no quiero aprender!

 

No era verdad. En su calidad de nueva Paula pensó que podía comenzar a ensayar su espontaneidad arrojándose sobre él y besándole en la boca. Eso borraría la mirada arrogante y vanidosa de su cara.

 

—Eso es algo muy triste —dijo él.

 

—¡Yo no soy triste! ¡Y tampoco quiero parecerte patética!


La necesidad de darle un beso se hizo más acuciante. Tenía que demostrarle algo. Pero podría ser contraproducente. Podría evidenciar que era aún más patética de lo que se imaginaba.

 

—Yo no te veo patética, Paula, sólo un poco… demasiado… tensa…, rígida.

 

¿Tensa? ¿Rígida? Aquello se estaba convirtiendo en una pesadilla. El hombre más maravilloso del mundo la veía tensa y rígida. La nueva Sophie tenía que hacer algo.

 

—Vamos a divertirnos un poco con esto —añadió él.

 

¿Qué podía decir? ¿Que no le gustaba divertirse? Se sintió obligada a demostrarle que ella no estaba tensa ni rígida. Que podía ser una chica divertida y desenvuelta. ¡Claro que podía serlo!  Tomó aliento y respiró profundamente. Se acercó a él acortando la escasa distancia que les separaba, le miró fijamente a los ojos, le echó los brazos al cuello, le atrajo hacia sí y le besó en la boca.  ¡Así! Eso le demostraría que no tenía nada de rígida ni de estricta, que podía ser tan desenvuelta y divertida como la que más. 

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