lunes, 1 de marzo de 2021

Enemigos: Capítulo 48

A la mañana siguiente, Pedro no podía dejar de mirar a Paula durmiendo. Era su mujer. Todavía no se lo podía creer. La idea de tener responsabilidades con otra persona daba un poco de miedo, y más cuando se había llegado a ello sin estar precisamente preparado. Todavía estaba empezando con su empresa. Gran parte del dinero que ganaba lo destinaba a devolver a Federico el dinero que éste le había prestado para montar Alfonso Construction. Si por lo menos el proyecto Paradise se finalizara a tiempo y pudiera cobrar la gratificación prometida, se consolidaría. Pero hasta que eso pasara, tendría que llevar a Paula a vivir a su pequeño apartamento… sólo por una temporada. Pedro levantó la cabeza.


–Buenos días. 


Ella parpadeó.


–Recuérdame otra vez quién eres.


Él se lo recordó al mismo tiempo que la echaba hacia atrás sobre la espalda y se ponía encima. La boca de Pedro empezó a recorrer su cuerpo hacia abajo.


–Creía que no se te iba a olvidar.


–¿Cómo podría olvidarlo? –dijo ella alargando la mano para agarrarle, y tirando de él para que la besara–. Hazme el amor –susurró ella.


–Me parece que lo voy a tener que hacer tan memorable que no te sea fácil olvidarlo otra vez.


Su boca y sus manos habían empezado a cumplir esa promesa cuando sonó el teléfono.


–No le hagas caso –dijo Pedro. 


No estaba dispuesto a permitir que nada interrumpiera su momento con Paula. Ella se incorporó.


–No podemos.


–De acuerdo, pero acuérdate por dónde me he quedado –dijo él mientras alcanzaba el teléfono. Estaba dispuesto a despachar enseguida a cualquiera que se atreviera a llamar a esa hora–. Dígame.


–Alfonso –la voz enfadada de Miguel Chaves retumbó en su oído–. Exijo saber qué demonios haces con mi hija.


–No tengo que darte explicaciones por cosas ajenas a la obra –dijo Pedro–. Estamos en fin de semana, Miguel.


–Me importa un bledo el día que sea hoy. Eres responsable de tu trabajo veinticuatro horas al día siete días a la semana. Ahora pásame a Paula. Y no te molestes en decir que no está contigo. Estoy llamando a su habitación.


¿Cómo sabía Chaves que Pedro estaba fuera de casa? Francisco era el único que sabía dónde estaba. Pedro rezó para que no hubiera ningún problema. Mientras le pasaba el teléfono, se dió cuenta de que Paula se estaba poniendo pálida. Le gustaría poder encontrar alguna manera de solucionar eso por ella, pero sabía que tenía que ser ella la que hiciera frente a su padre. Paula contestó al teléfono.


–Sí, papá –dijo ella.


Pedro paseaba por la habitación sin querer escuchar la conversación de ella mientras recogía su ropa. El padre de Paula había pasado mucho cualquier cosa para alejar a su hija de él.


–Sí, hoy volvemos. Llegaré hoy por la noche a la hora de la cena. Adiós, papá –con la sábana apretujada contra sus pechos, Paula se estiró y colgó el teléfono–. Mi padre ha tenido que ir a reanimación la pasada noche. Ahora se encuentra bien, pero como no fui a verle, mi madre le dijo que había venido aquí para una entrevista de trabajo.


–Supongo que cuando volvamos tendremos que dar muchas más explicaciones. 

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