miércoles, 31 de marzo de 2021

Te Quise Siempre: Capítulo 43

Momentos capturados en el tiempo, pensó ella, momentos que, como el que estaba viviendo en ese momento junto a él; cobraban trascendencia y profundidad sin siquiera pretenderlo.

 

—Me cuesta trabajo imaginarte sin un plan —dijo él.

 

—No soy tan estricta y rígida como pueda parecer.


 —Por supuesto que no lo eres —afirmó él con una sonrisa como si fuera a darle unas palmaditas cariñosas en la cabeza—. Hacía mucho que no pasaba un día así —dijo tras mirar detenidamente el cuadro.

 

—Nunca te gustaron ese tipo de cosas, como pasar un día pescando —le recordó ella—. Supongo que es algo demasiado tranquilo y pacífico para tí.

 

—Ya sé, yo era el tipo aquél que pasaba atronando Main Street con su moto de segunda mano sin silenciador, que me tiraba desde el acantilado más alto de Blue Rock, aquél que todos llamábamos el Widow Maker y que saltaba con la bici por las rampas a toda velocidad.

 

—¿Has comprobado si sigues aún siendo el mismo?


—Después de destrozar mi tercera bicicleta mi padre no quiso comprarme otra. Todo volvió a la normalidad, desde entonces —dijo él, con cierta nostalgia.

 

—¿Qué te parece si vamos de pesca? —replicó ella, dispuesta a ayudarle a recobrar sus ilusiones pasadas—. Yo podría encontrar un barco. Tu padre tiene cañas de pescar y nosotros podríamos encargarnos de conseguir algunos gusanos.


La nueva Puala estaba horrorizada. Su abuela también lo estaría. ¿Qué tipo de plan era ése para un noviazgo? ¿Excavar la tierra para encontrar gusanos? Pero la verdad era que estaba más ansiosa por verle feliz que por tratar de cambiar la impresión tan pobre que él tenía de ella.

 

—Eso no está en la lista de actividades de tu programa —dijo él bromeando.

 

—Puedo introducir algunos cambios.

 

—¿De veras? —dijo él sonriendo y con fingida incredulidad—. Bueno, después de todo es tu noviazgo, Paula. Si te apetece sacar gusanos de la tierra e ir a pescar, adelante, iré contigo.


 —Podemos ir mañana después del trabajo —respondió ella—. Trataré de encontrar un barco. ¿Puedes encargarte tú de los gusanos?


 —Lo siento, pero no quiero privarte de la experiencia tan romántica que puede representar para tí sacar gusanos de la tierra conmigo.


Entonces él se echó a reír y ella pensó que esa risa le recompensaba de todo. Incluso de tener que sacar gusanos de la tierra con sus propias manos. Paula no se sintió tan segura de sí misma cuando se reunió con él en los rosales del jardín de su madre la tarde siguiente.


 —Estos rosales tienen muy buen aspecto —dijo ella, asombrada de verlos casi tan hermosos como llegaron a estarlo en otro tiempo—. Has hecho mucho en muy pocos días.


Él aprovechó su buena disposición para entregarle una lata con algo muy asqueroso dentro. 

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