domingo, 30 de julio de 2017

Reencuentro Inesperado: Capítulo 11

—Me harías un gran favor si me acompañaras —insistió él.

—¿Qué parte de la negativa es la que no has entendido? —preguntó ella.

—Toda. Es que soy corto de entendimiento.

Paula pensó que no había nada corto en su personalidad, ni en la forma en que la camisa remarcaba sus bíceps, ni en las masculinas piernas que se adivinaban bajo los vaqueros. Pero al mirarlo, tuvo la impresión de que lo había herido. Fue sólo un brillo momentáneo en los ojos, un detalle que desapareció tan rápidamente que se convenció de haberlo imaginado. Prácticamente acababan de conocerse y por tanto era difícil que tuviera la capacidad de herirlo. Además, no tenía sentido que se preocupara por lo que pudiera pensar o decir cuando podía elegir a la mujer que quisiera. Un hombre tan atractivo e interesante no se molestaría al ser rechazado por alguien como ella.

—No se trata de tí, Pedro.

—¿Crees que no lo sé? —preguntó, repentinamente serio.

 —No estoy segura de que lo sepas.

 —Pues en ese caso te equivocas. A pesar de lo que puedas pensar, no soy un cretino insensible —afirmó.

—Yo no he insinuado que…

—Oh, sí, lo has hecho —la interrumpió. Pero diré en mi defensa que comprendí lo que pasaba cuando te quitaste las gafas. No estoy tan centrado en mí mismo como para no darme cuenta de que has pasado por una experiencia traumática.

—Dudo que puedas comprender lo que siento —espetó.

—Estás sacando conclusiones precipitadas otra vez. ¿Cómo puedes saber lo que yo puedo o no puedo entender?

—Oh, vamos, basta con mirarte —respondió—. Podrías salir en la página de los abogados más sexys del año. No puedes saber lo que se siente cuando te miras al espejo y asumes que nunca podrás estar mejor de lo que ves. No puedes saber lo que se siente cuando la gente te mira a la cara, nota tus cicatrices y no sabe cómo reaccionar.

Él frunció el ceño.

—Pues yo creo que no se trata de lo que piensen los demás, Pauli, sino de tí. No puedes sentarte en una habitación sin hacer nada. La vida no es un deporte para espectadores. La vida pasa, ¿sabes?

—No hace falta que me convenzas de ello, Pedro. Nadie lo sabe mejor que yo. La vida ha pasado ante mi cara y no ha sido una experiencia agradable.

—Ahora eres tú quien retuerce mis palabras…

—Sólo estoy diciendo que, si te encontraras en mi lugar, no harías juicios de valor sobre lo que siento.

—Y yo estoy diciendo que las cosas no son siempre como parecen. ¿No has oído nunca que la belleza está en la mirada de la gente?

—Eso es una estupidez.

Pedro enarcó una ceja.

—La Pauli que yo conocí no era una de esas personas que afirma que la botella está medio vacía —afirmó.

 El comentario de Pedro alcanzó su objetivo, como una flecha.

—Eres injusto conmigo. No soy pesimista, sólo realista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario