lunes, 24 de julio de 2017

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 55

Con una brusquedad involuntaria, dijo:

—Valen, tu mamá y yo llevamos poco tiempo saliendo. No está bien que empieces a considerarme un padrastro.

—No entiendo por qué.

 Buscando ser sincero, añadió:

—Pero me halaga que pienses en mí para el papel.

Con la tenacidad que había heredado de su madre, Valentina soltó:

—¿No quieres casarte con mi madre?

—No estamos enamorados y no puedo contestar a eso —Pedro oyó con asombro sus propias palabras—. Pero tu madre es una mujer maravillosa, Valen, y me alegra que seamos amigos.

—Amigos —repitió Paula con tono indescifrable—. Eso es. Valen, guarda tu ropa.

Valentina levantó la bolsa del suelo, pero su ceño seguía fruncido.

—¿Sigue siendo el hombre el que pregunta? —dijo—. ¿O puedes pedirlo tú?

 Las mejillas de Lori estaban sofocadas. Pedro pensó que estaba recordando que ella efectivamente había tomado la iniciativa unas horas antes. Habló con cierto humor:

—Los dos pueden pedirlo. Venga, Valen, lleva la bolsa a tu cuarto.

Cuando la niña salió de la cocina, Paula se dio la vuelta para guardar en un armario una serie de productos. Pedro le quitó un paquete de la mano.

—Esto va al frigorífico.

—Hemos dado un gran paso y ahora no sé qué hacer —dijo Paula con voz angustiada.

—No tenemos que hacer nada —replicó Pedro viendo cómo las pestañas de ella ocultaban su mirada—. Aparte de contratar canguros para que puedas dormir conmigo.

—No puedo pasar noches fueras —al sacar una lechuga de la bolsa, unos pimientos cayeron al suelo—. Oh, maldita sea.

Estaba fuera de sí, pero Pedro no podía entender el motivo. Antes de tener la oportunidad de preguntarlo, llamaron de nuevo al timbre.

—Ésta es Bella.

Pedro fue a abrir, recibiendo en recompensa una mirada airada de la pequeña, que corrió a la cocina.

—¡Mamá! Mira lo que me han dado en la fiesta. Y he ganado un concurso de tiro.

Salió hacia su cuarto y Pedro comentó:

—Después de cenar, puedo intentar hablar con ella.

—¿Para qué? —repuso Paula con frialdad—. Le has dicho a Valen que es inapropiado pensar en el futuro.

Pedro sintió que su propia irritación crecía.

—Pau, cuando salga esta noche, no pienso desaparecer, ¿Te entra eso en la cabeza? Así que me gustaría tener un trato agradable con tu hija pequeña.

—¿Quieres que haga ensalada?

—Sí —dijo Pedro y la besó con fuerza en los labios.

Odiaba la forma en que las mágicas horas de la bahía retrocedían ante la realidad. Incluso Paula se había apartado de él y parecía rehuirle. Quizás temía que fallara en el papel de padre. Lo único que sabía era que sería mejor padre que el de Paula y el suyo propio. Así que no tenía por qué despreciarle. Teniendo en cuenta la ansiedad que sentía, Cocinó una cena más que aceptable y, después, mientras Valen y Paula fregaban los platos, se dirigió a charlar con Bella. La niña estaba en el salón, coloreando un cuaderno que le habían regalado en su fiesta. Se sentó junto a ella, sobre la moqueta.

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