miércoles, 12 de julio de 2017

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 38

—Adoro a mis hijas, pero si no estuvieran cerca, quizás descubriéramos una nueva cura para la gripe.

Paula se decidió a abrir el paquete mientras Pedro pensaba que le encantaba coquetear con ella. Pero, ¿Cómo sería hacer el amor con una mujer cuya última experiencia sexual era una violación de su marido? Tenía que tener cuidado y no asustarla, para no convocar de nuevo la imagen de Fernando. Dentro de una caja elegante, había un pequeño frasco de perfume.

—Oh, Pedro—Paula parecía tan emocionada como un niño en Navidad—. Es mi perfume favorito, ¿Cómo lo sabes?

—No lo sabía. Es mi noche de suerte. He comprado las galletas favoritas de Bella.

—Pero es carísimo y por eso ya no lo compro —Paula seguía sonriendo—. Perfume y flores… qué convencional eres. ¿Qué pretendes, Pedro?

¿Cómo contestar a lo que él mismo se preguntaba?

—Pretendo fregar tu pila —dijo y, guiñándole un ojo, salió.

Valentina había seguido colocando la comida. Pedro miró la cocina, descubrió que no había más friega platos que él mismo, y se subió las mangas. Valentina se colocó junto a él y le contó las aventuras de su último partido de fútbol. Él iba preguntando y le agradó que la niña tomara un paño para secar los platos. Habían terminado cuando Paula apareció en la puerta, envuelta en su bata verde.

—Es hora de irte a la cama, Valen—dijo.

—¿Puedo terminar de secar? —pidió la niña—. Le estaba contando a Pedro mi gol.

—Es tarde —sonrió Paula—. Dí buenas noches y yo iré ahora a darte un beso.

—Buenas noches, Pedro—dijo Valentina—y gracias por ayudar —en un gesto impulsivo, lo abrazó.

Después, Paula y su hija salieron de la cocina. Se quedó mirándolas. Le había encantado el gesto de Valentina. Ojalá Isabella hiciera lo mismo algún día. El caso es que nunca había tratado con niños. «Padrastro», se dijo, y repitió la palabra, fascinado. Cuando Paula regresó, estaba secando la cocina y la mesa.

—Vendré mañana temprano para llevar a las niñas al colegio —se ofreció—. Y traeré la cena después del trabajo.

Paula se sentó y apoyó la barbilla en sus manos.

—¿Me lo preguntas o me lo anuncias?

Pedro pensó en lo que acababa de decir.

—En cierto modo, te lo ordeno.

—En cierto modo —repitió ella con buen humor.

—Pero lo hago por tu bien.

—Odio esa frase.

 Pedro se sentó frente a ella.

—¿Por qué tengo la sensación de que tengo mucho que aprender?

 De pronto seria, Paula asintió:

 —Los dos tenemos que aprender. Pero, ¿Ves lo que decía de las niñas? Valen solo es cariñosa con las personas que le importan de verdad y Bella nunca se había portado tan mal con nadie.

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