lunes, 24 de julio de 2017

No Esperaba Encontrarte: Capítulo 57

—¿Qué quiere decir para qué? —replicó Pedro—. ¿Tengo que analizar cada gesto que hago?

—Lo único que quieres es llevarme a la cama.

Con un gran esfuerzo, Pedro moduló su voz:

—Eso no es cierto y lo sabes. Podríamos ir al museo todos juntos.

 Sin sonreír, Paula asintió:

 —Bien.

—Primero iré a ver a Roberto. ¿Te parece después de comer?

Paula asintió y él frunció el ceño.

—Estás deseando que salga por esa puerta, ¿Verdad?

—¡Necesito estar sola!

De pronto, Pedro entendió qué pasaba y la revelación le hirió.

—Te arrepientes de lo sucedido, ¿Verdad? ¿Piensas que ojalá no hubiéramos hecho el amor?

 —¡No! Claro que no.

—No te creo.

—Lo ocurrido esta tarde me parece maravilloso. Pero también me parece algo irreal —la mirada de Paula recorrió la pequeña cocina con las paredes decoradas por los dibujos de las niñas—. Esto es la realidad.

Pedro hizo un esfuerzo por hablar con honradez:

—Pau, hacer el amor contigo es lo más real que me ha sucedido en mi vida.

—¿Lo dices en serio?

—Y yo soy real también, ¡Maldita sea! Tócame —y alargó el brazo con gesto teatral. Como si no pudiera evitarlo, ella posó los dedos sobre la muñeca desnuda de Pedro, dónde blanqueaba la cicatríz. Casi sin pensarlo, éste comentó—: El médico me dijo que tuve suerte, que un poco más y me corta la arteria.

Paula dijo como en un sueño:

—Y nunca hubieras vuelto a Nueva Escocia. A mí.

 —Supongo que no.

—Oh, Pepe—tras la exclamación, Paula se abrazó a él—. Perdona, sé que me comporto como una idiota, pero es que estoy muy confusa. ¿Por qué me ha hecho esto acostarme contigo?

—Es una pregunta muy difícil —dijo Pedro y le alzó la cabeza para besarla. Esta vez, ella respondió tan apasionadamente como lo había hecho por la tarde—. Contrata a una canguro para mañana por la noche.

—Sí —murmuró Paula contra su boca—. ¿Las ocho y media te parece tarde?

—Dos minutos a partir de ahora ya es tarde —gimió Pedro y la besó. Antes de salir, dijo—. Duerme bien, corazón —y vió una sonrisa radiante en el rostro de Paula.

Pedro volvió a su casa y pasó más de dos horas limpiando y haciendo lavadoras, sin pensar en el futuro, feliz con la situación presente. Durmió como un niño y despertó pensando en Paula. Aquella mañana, terminó la contabilidad de Roberto y luego fue a darle la noticia. Su amigo parecía otro hombre, había recuperado la energía y deseaba volver a casa. Le contó las novedades y, cuando iba a marcharse, Roberto preguntó:

—¿Sigues teniendo problemas con las mujeres?

—No —sonrió Pedro—. En cuanto me prometas alejarte de las hamburguesas y el pescado frito, te la presento.

—Umm —dijo Roberto—. ¿Tanto vale?

—Oh, desde luego, desde luego.

—Tomaré hamburguesas solo dos veces al mes —propuso Roberto—. Eso no puede hacer daño.

—Una vez al mes.

 —Lo pensaré.

—Te gustará, Roberto —dijo Pedro—. Es la hija de Miguel Chaves,  de Juniper Hills. La conozco desde la infancia.

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