domingo, 5 de febrero de 2017

Destinados: Capítulo 61

—Sí. La semana pasada, el médico le habló de una nueva tecnología que podría corregir el problema. Está pensando en operarse. Podría cambiar su vida. Por otra parte, si no sale bien, podría morir en el quirófano. Si mi padre decide hacerlo, tengo que estar con él.

—¿Y si se operara en California y pudiera pasar su convalecencia aquí contigo? Tus padres podrían mudarse aquí de forma permanente.

¿Seguía intentando convencerla de que aceptara el trabajo que le había ofrecido? Era demasiado doloroso para ella.

—Me temo que no saldría bien. Siempre han vivido en Miami. No podrían dejar a sus amigos, todos sus recuerdos… no es factible.

—Seguro que todo eso es importante, pero Nico y tú son su vida. Tras la muerte de tu hermano, nada es más importante para ellos.

—Tienes razón, pero no podría pedirles algo así a su edad.

—No creo que sean tan viejos. ¿Cuál es la verdadera razón de tu reticencia? — quiso saber Pedro—. ¿Es por el dinero?

—No. Agradezco tu preocupación, pero no quiero hablar más de ello, si no te importa.

—Disculpa. He sido muy insensible al olvidar que éste es el lugar donde Nico perdió a sus padres. Estoy seguro de que guarda recuerdos que preferís olvidar.

—No es por eso. Esto me gusta mucho. Es un valle majestuoso. Esto es un paraíso.

—Pero te hago sentir incómoda al querer hablar de ello.

 Paula se levantó para poner distancia entre los dos.

—No. Creo que el terremoto me ha asustado a mí más que a Nico. No quiero ni pensar en que mi padre tuviera que experimentar un temblor así en su estado. Por eso, no puedo ni considerar la opción de mudarnos aquí.

—¿Cuándo van a volver a Miami? —preguntó él, poniéndose también en pie.

—Pasado mañana.

—¿Lo sabe Nico?

—Sí. Esta noche ha tenido otro berrinche antes de dormirse. El doctor Karsh me aconsejó que fueran unas vacaciones lo bastante largas, pero no demasiado.

—¿Qué va a pasar cuando quiera volver de vacaciones el mes que viene?

—No puedo responder. Le dije a Nico que volveríamos la siguiente primavera, pero me doy cuenta de que para él es una eternidad esperar tanto —admitió Paula—. Discúlpame un momento. Quiero ver cómo esta.

Salió del salón y se dirigió al cuarto de invitados, pues no quería derrumbarse delante de Pedro. Asustada, vió que Nico no estaba en la cama. Quizá estuviera en el baño. Fue a mirar allí, pero el niño tampoco estaba.

—¿Nico? —llamó ella—. ¿Dónde estás, tesoro? —Paula se giró.  Pedro acababa de salir de su dormitorio—. ¿Está Nico en tu habitación?

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