sábado, 11 de febrero de 2017

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 10

—¿Qué es lo que te apetece hacer?

Pedro se encaminó al salón lentamente y, con gran esfuerzo, se sentó en el sofá y dejó las muletas apoyadas al lado.

—Cuando has llamado al timbre, me dirigía a la cocina a beber algo — contestó.

Paula  fue a la cocina y le sirvió un vaso de agua que él se bebió como si llevara treinta años en el desierto.

—Madre mía —se lamentó ella,  llevándole otro vaso—. ¿No crees que habrías estado mejor en el hospital?

Pedro la miró mientras se tomaba el segundo vaso de agua.

—Allí tendrías un goteo con solución salina y no te estarías deshidratando y no tendrías que levantarte para ir al baño porque te habríamos puesto una cuña en la cama.

—Ahora estoy más convencido que nunca de que hice bien en irme — contestó Simón.

—Te aseguro que habrías estado mucho más cómodo allí.

—Y yo te aseguro que habría ido al baño a gatas con tal de no tener que utilizar esa cosa de metal helada, que parece que la metes en el congelador, hombre.

—Pero si son de plástico —le explicó Paula.

—Buen intento, pero no me lo creo —sonrió Pedro.

Paula  se encontró deleitándose con su sonrisa y, cuando consiguió volver a la realidad, se dijo que debía disimular la zozobra.

—Te voy a tener que echar un vistazo.

—Pero si ya me estás viendo.

—Me refiero a que tengo que ver qué tal tienes las heridas, las grapas y esas cosas.

—¿Me va a doler?

—Sólo un poco.

—No me lo creo. Me va a doler mucho —insistió Pedro.

 —Yo nunca miento —contestó Paula.

—Está bien, me haré el valiente.

—Tengo que cambiarte las vendas y puede que eso te duela un poco si las heridas han supurado y se han pegado a la piel. Entonces, tendré que volvértelas a limpiar, ponerte pomada y vendártelas, pero te aseguro que lo haré todo lo más rápidamente que pueda. Luego te sentirás mucho mejor.

Pedro sonrió sin mucha convicción y Paula se encontró sonrojándose de pies a cabeza y sintiendo que el calor se apoderaba de su cuerpo.

—Cuando te haya examinado las heridas, te tomaré la tensión, la temperatura y el pulso y, si todo está bien, comenzaremos a hacer ejercicios con la pierna.

—Un momento, movimiento significa dolor. He pedido una enfermera porque es muy difícil darle la vuelta a la hamburguesa y sujetar las muletas a la ve,  no para que venga a torturarme.

- Si querías un mayordomo, haber llamado a una agencia de servicio. Yo soy una enfermera profesional y estoy aquí para asegurarme de que éstes bien. Eso incluye vigilar tu ingesta nutricional para asegurarme que sea suficiente para un hombre de tu tamaño, pero no hacerte de criada.

- ¿Eso quiere decir que me vas a dar de comer? – insistió Pedro.

—Sí, claro, en la boca, como a un niño pequeño —sonrió Paula—. Venga, vamos a ver las heridas.Te prometo que voy a intentar no hacerte daño.

—No es el dolor físico lo que me da miedo —comentó Pedro.

Paula se quedó mirándolo. Desde el principio, había sospechado que aquel paciente estaba anímicamente abatido, pero se volvió a decir que no era asunto suyo.

—¿Qué tal le ha ido a tu hija en el oftalmólogo?—le preguntó él de repente.

—¿Cómo?

—Me dijiste anoche que esta mañana la llevabas al oftalmólogo, ¿No?

—Para que lo sepas, no me he caído de ningún guindo. No me engañas. Me doy cuenta perfectamente de que estás intentando distraerme.
—¿Y está funcionando?

—¿Tú qué crees? —contestó Paula rebuscando en su bolsa en busca del estetoscopio.

—Bueno, ¿Entonces que ha dicho el médico?

—Que progresa adecuadamente —contestó ella.

Pedro  frunció el ceño.

—¿Y eso?

 Se le había escapado. Paula no tenía intención alguna de contarle que su hija era un milagro médico, que le habían hecho un trasplante de córneas y que progresaba adecuadamente a pesar de que siempre corría el riesgo de que se produjera un rechazo. Por eso, cada vez que iban al oftalmólogo a revisión y les decían que todo estaba bien era un regalo, un regalo que habían obtenido gracias a la terrible pérdida y a la increíble generosidad de otra familia. Pedro Alfonso ya tenía bastante con sus propios problemas, así que decidió no contarle los suyos.


1 comentario:

  1. Me puse al día con esta novela y ya me atrapó! Muy buenos capítulos!!!

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