lunes, 20 de febrero de 2017

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 35

Paula entró en la cafetería del hospital y se sirvió un refresco bajo en calorías y una pieza de fruta. Había dado por terminado su trabajo en casa de Pedro el día anterior y había vuelto a su tumo normal en urgencias. Mientras esperaba para pagar, miró a su alrededor. El comedor estaba prácticamente vacío. De repente, vió una cara conocida junto a la ventana y se acercó.

—¿Te importa que me siente contigo?

Juana levantó la mirada sorprendida y, al ver que era ella, sonrió encantada.

—Hola, siéntate.

—Gracias —contestó Paula sentándose y diseccionando la manzana con precisión quirúrgica—. ¿Qué haces por aquí?

—Me han llamado —contestó Juana.

Paula recordó que su amiga trabajaba ahora para una organización de voluntarios que se encargaba de hacer de enlace entre los hospitales y los familiares de pacientes muertos que pudieran donar órganos. Durante una semana al mes. Juana tenía que estar disponible las veinticuatro horas del día para atender a cualquier familia que hubiera perdido a un ser querido, para apoyarla en aquellos momentos tan duros y contestar a cualquier pregunta.

—¿Te han llamado por lo de la chica del accidente de coche?

 Juana la miró con tristeza.

—Sí, tiene lesiones irreversibles en el cerebro y la están manteniendo viva con respiración asistida mientras la familia toma una decisión.

Paula  alargó el brazo y le apretó la mano.

—Tiene suerte de tenerte. Eres la mejor.

—Lo sé —suspiró Juana.

—Y la más humilde.

—Qué bien me conoces —sonrió Juana intentando animarse—. ¿Y tú qué haces por aquí?

—Había poca gente en este turno.

—¿Y Pedro? ¿Ya has terminado con él?

 ¿Se ha recuperado por completo? Lo cierto era que Paula sospechaba que su capacidad de recuperación era increíble, pero se había sido tan rápidamente el día anterior que no le había dado tiempo a comprobar si estaba completamente restablecido. Y aquello no era algo que le apeteciera compartir con su amiga, así que se revolvió incómoda en la silla.

—Está mucho mejor.

—Lo has dejado, ¿No?

—Sí —admitió Paula.

—¿Por qué? Creía que las cosas iban mejor.

—Depende de lo que entiendas por mejor. Es verdad que se ha abierto un poco. —Eso es bueno —dijo Juana—. ¿Qué te ha contado?

—Me habló del divorcio, me dijo que estaba muy entregado a su trabajo y que viajaba mucho.

Juana asintió.

—Diana siempre se quejaba de eso. En cualquier caso, mi hija no sabía estar sola. ¿Qué más te ha contado?

—Ayer me contó que ambos murieron en un accidente de coche y que se culpa por ello.

—¿Todavía? —dijo Juana sacudiendo la cabeza.

Paula asintió.

—Pobrecito... bueno, en cualquier caso, has conseguido que se abra. ¿Te ha dicho algo de la donación de órganos? ¿Te ha dicho cómo se siente por ello?

Paula negó con la cabeza y se acordó del dolor que había visto en los ojos de Pedro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario