lunes, 6 de febrero de 2017

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 1

Equipo de trauma a urgencia. Código tres…. Tiempo estimado de llegada cinco minutos” Paula Chaves leyó el mensaje en su busca y sintió que la adrenalina le corría por las venas. El código tres quería decir que llegaba una ambulancia con luces y sirenas, probablemente alguien a punto de morir. Así que agarró el sándwich de pollo que acabada de comprar en la cafetería del hospital y corrió hacia la sala de urgencia. En ese momento, los paramédicos de la ambulancia entraron llevando a un paciente en camilla.

- Llevenlo  a trauma dos – dijo Paula observando al paciente.

Se trataba de un hombre que tenía los ojos cerrados, la camisa abierta y el pecho ensangrentado. Los paramédicos hicieron lo que se les indicaban y, con su ayuda, colocaron al paciente en una mesa de observación.

 - ¿Qué tenemos? – preguntó Paula.

 - Accidente de moto. Varón de treinta y tantos años. Constantes vitales normales. Estaba inconsciente cuando llegamos. Los testigos nos han dicho que intentó ponerse de pie y se cayó al suelo. Ha recuperado la consciencia varias veces mientras veníamos para acá pero vuelve a perderla. Tiene rasponazos por todo el cuerpo, un fuerte golpe en el hombro izquierdo y otro en la cabeza. Además, presenta heridas en la cara.

- ¿Sabemos de quién se trata?

- Si se llama Pedro Alfonso– contestó uno de los paramédicos entregándole una cartera.

 - ¿Señor Alfonso? ¿Me oye? – dijo Paula.

 El hombre intentó abrir los ojos, pero los volvió a cerrar rápidamente.

- ¿No llevaba casco?

- No.

Paula sacudió la cabeza disgustada y sacó unas tijeras del bolsillo para cortare lo que quedaba de la camisa y los pantalones. A continuación, le afeitó cinco puntos en el pecho y le colocó encima cinco ventosas que iban conectadas al monitor cardíaco.  Aquella máquina les diría rápidamente el pulso, ritmo respiratorio y tensión arterial del paciente.

- ¿Qué ocurre Paula? – preguntó el doctor Sullivan entrando a toda velocidad y palpando el abdomen el paciente en busca de lesiones internas.

Ella le informó de lo que sabía hasta el momento.

 - Llevenlo a rayos para que le hagan un escáner.  Tiene las constantes vitales bien y no parece que tenga hemorragia interna.

- Parece que está peor de lo que en realidad está – comentó Paula.

- Efectivamente.

- Señor Alfonso, vamos a llevarlo a rayos X – le dijo empujando la camilla.  El paciente volvió a intentar abrir los ojos, pero no contesto.  Desde luego, su ángel de la guarda ha hecho un buen trabajo hoy – suspiró Paula.  -¿Me oye, señor Alfonso? Abra los ojos.

Pedro  decidió abrirlos para no tener que volver a escuchar aquella voz femenina que le daba órdenes.  Quería decirle que no perdiera el tiempo  ni la energía  con él, que se había dado cuenta de todo lo que le estaban haciendo, pero que no merecía la pena, que era un esfuerzo en vano.  Sin embargo, cuando abrió los ojos, se encontró con un ángel rubio y de ojos azules que lo dejó sin respiración.  Si estaba muerto, aquel debía de ser el ángel que había acudido a darle la bienvenida. Había vivido mucho tiempo en infierno, así que morir era la mejor salida.

- Bienvenido a bordo, bella durmiente – dijo la rubia.

- ¿Y ahora viene el beso? – contestó Pedro haciendo un tremendo esfuerzo para que las palabras salieran de su boca.

-Soy enfermera, no una princesa.

 - ¿No es usted un ángel?

- Claro que no

- Entonces, ¿No estoy muerto? – preguntó Pedro.

A juzgar por cómo le dolía todo el cuerpo, no, no estaba muerto.

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