miércoles, 15 de febrero de 2017

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 16

—Madre mía —exclamó.

 —¿Qué ocurre? —contestó Pedro mirándola de lado.

 —Se te ha pegado la venda a la piel y voy a tener que tirar —le explicó mirándolo a los ojos.

—No pasa nada, tira fuerte y rápido.

—No puedo hacerlo. Tengo que tener cuidado para que no se salten las grapas.

—Entonces, haz lo que tengas que hacer —dijo él tomando aire.

Paula fue levantando la venda milímetro a milímetro.

—Siento mucho si te he hecho daño —le dijo al terminar.

—A los hombres de verdad nunca nos duele nada —mintió Pedro con las mandíbulas apretadas.

—La herida está bien —anunció ella—. Y las grapas también.

—Supongo que siendo enfermera te parecerá muy normal decirle a un paciente que un hombro completamente deformado y cosido está bien.

Paula se mordió la lengua para no soltarle una bordería, pero, sabiendo lo que sabía ahora, no podía hacerlo.

—Tienes razón. Siendo enfermera, veo muchas cosas que otras personas no suelen ver —contestó—.¿De verdad estás bien, Pedro? —añadió viendo que estaba sudando.

—Te he pillado —dijo Pedro, molesto.

—¿Cómo? —contestó,  sorprendida.

—Te he dado pie a que me soltaras una bordería y no lo has hecho. ¿Quién eres y que has hecho con la verdadera Paula?

—No sé de qué me hablas.

—Anoche, en urgencias, una enfermera llamada Paula Chaves me dijo que era un idiota y me soltó que tendría que seguir mi reguero de sangre si pedía el alta voluntaria y abandonaba el hospital.

—¿Y? —contestó Paula, dándose cuenta de que Pedro se había percatado de que su actitud hacia él había cambiado.

—Dices que eres Paula y te pareces a ella, pero parece que te da miedo hacerme daño. La Paula que yo conocí ayer no era así y, además, no me has insultado desde que has vuelto.

Era cierto que la actitud de ella había cambiado después de haber hablado con Juana. De hecho, se había mordido la lengua en un par de ocasiones.

—Insultar a los pacientes no me parece profesional —se defendió.

—Anoche eras igual de profesional que hoy y me insultaste tranquilamente. Tal vez, si no hubieras dicho que lo sentías, me lo habría tragado. Ahora, empiezo a pensar que los extraterrestres han abducido a la verdadera Paula justo a la puerta de mi casa.

—¡No seas...!

—¿Idiota? ¿Me ibas a llamar idiota? ¿Por qué no lo haces?

 —Porque no quiero infligirte un dolor innecesario.

—Me gustabas más cuando no te mordías la lengua.

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