viernes, 24 de febrero de 2017

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 45

—¡Pepe! —lo saludó Sofía corriendo hacia él.

Pedro abrió los brazos y se preparó para el impacto. Cuando Sofía llegó junto a él y lo abrazó, la tomó en brazos y la subió por los aires.

—¿Qué tal estás, preciosa?

—Muy bien. Estoy haciendo bizcochos con mamá para llevarlos a casa de la abuela mañana —contestó la niña—. ¿Nos ayudas?

—Sofi, a lo mejor Pedro tiene otras cosas que hacer —intervino Paula.

—No. no tengo nada mejor que hacer —contestó Pedro  saboreando el tener a la pequeña entre sus brazos—. ¿Qué bizcochos estás haciendo?

—Estamos haciendo bizcochos de calabaza, de manzana y de... ¿De qué es el otro, mamá?

—De picadillo de fruta.

—Eso, nunca me acuerdo —se rió la pequeña—.Te podrías venir mañana a casa de la abuela a pasar el día de Acción de Gracias con nosotros.

—Sofi, seguramente  tendrá otros planes.

—No, no tengo otros planes, pero no me gustaría pegarme.

—¿Qué es eso? —preguntó Sofía.

 —Es cuando alguien se cuela en una fiesta sin invitación —le explicó su madre.

—Pero tú estás invitado, yo te invito —insistió la pequeña—. A mi abuela seguro que no le importa. De hecho, siempre me dice que invite a mis amigos y tú eres mi amigo. La voy a llamar ahora mismo —añadió corriendo hacia el salón.

—Pedro, no quiero que creas que no quiero que vengas, pero...

—¿A lo mejor lo que te pasa es que tienes demasiadas ganas de que vaya?

Paula lo miró sorprendida y él comprendió que había dado en el blanco, pero, antes de que le diera tiempo de contestar, Sofía volvió a entrar corriendo en la cocina.

—La abuela dice que no hay ningún problema —anunció tomando a Pedro de la mano—. ¿Quieres venir?

 Pedro no sabía qué hacer. Por una parte, no quería poner a Paula en una situación difícil, pero, por otra, lo cierto era que pasar el día de Acción de Gracias con ellas era lo que más le apetecía en el mundo, así que se dejó llevar.

—Sí, claro que quiero ir —contestó sinceramente,aceptando la invitación.

—¡Yupi! —exclamó la pequeña dando saltos de felicidad.

Paula los miró complacida y asustada a la vez. Pedro comprendía su actitud, pero quería que entendiera que no tenía por qué asustarse con él ya que quería ser realmente su amigo para que comprendiera que, cuando realmente lo necesitara, estaría a su lado.

—Muy bien, entonces, ya está decidido, mañana pasas el día de Acción de Gracias con nosotros —le dijo Paula cruzándose de brazos—. ¿Y esas buenas noticias que habías venido a contarnos?

Pedro se dió cuenta de que ella lo estaba invitando a contarles lo que fuera y a irse cuanto antes. Quería mantener las distancias. No le iba a servir de nada porque Pedro estaba decidido a no alejarse mucho de ellas. Aunque hubiera querido, no habría podido porque a su lado se sentía vivo de nuevo. En cualquier caso, tenía la sensación de que Paula quería mantener las distancias con él para proteger de alguna manera a su hija.

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