domingo, 26 de febrero de 2017

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 49

—A lo mejor algún amigo tuyo de la guardería tiene carné de conducir y te puede llevar —bromeó Gonzalo.

—No seas tonto, tío Gonza —contestó Sofía muy seria—. Pepe tiene carnet de conducir —añadió.

Paula cruzó los dedos para que Pedro se inventara una excusa. De lo contrario, temía salir de la boda de su hermana con pedritis, es decir, inflamación del corazón causada por pasar demasiado tiempo con Pedro Alfonso.

—Pepe, ¿Quieres ser mi pareja en la boda de la tía Delfi y el tío Mauro?

—Por supuesto que sí —contestó Pedro.

Paula cerró los ojos y se dijo que todavía quedaban dos semanas para el evento, tiempo más que suficiente para que Pedro se echara atrás y ella pudiera controlar la cada vez más intensa atracción que sentía por él.

—¿ Por qué han decidido casarse en diciembre? —quiso saber Pedro.

—Cuéntaselo, anda, ya verás que romántico le parece —le dijo Delfina a su prometido.

—Queríamos casamos antes de fin de año para así poder hacer la declaración de la renta conjunta el año que viene — sonrió Mauro.

—Venga ya.

—Lo dice en serio —le aseguró Delfina—. Todo fue idea suya. Aunque diga que hemos sido los dos, no es cierto.

—¿Prefieres que diga que es porque quiero comenzar el nuevo año contigo a mi lado? —sonrió Mauro.

—Por supuesto que lo prefiero —sonrió Delfina.

—Justo después de la boda de los tíos tengo una obra de teatro en el colegio y me tengo que disfrazar —anunció Sofía.

—¿Y de qué te tienes que disfrazar? —le preguntó su abuela.

—De ángel —contestó Sofía.

—El personaje te va al pelo —intervino Pedro.

—Tengo que llevar un traje blanco, alas y aureola.

—¿Por qué no me lo has dicho antes? —le preguntó su madre—. ¿De dónde vamos a sacar todo eso?

— Yo le puedo hacer un vestido blanco sin ningún problema —se ofreció la abuela de la niña.

—¿Y lo demás? La verdad es que nunca he sido muy manitas — se lamentó Paula.

—¿Y qué voy a hacer sin disfraz? —se lamentó la pequeña.

—A lo mejor, yo las puedo ayudar —se ofreció Pedro.

—¿De verdad? —exclamó Paula encantada.

 La verdad era que hubiera aceptado la ayuda de quien fuera con tal de que Sofía no hiciera el ridículo delante de todo el colegio.

—Sí, al fin y al cabo, soy ingeniero, así que supongo que estudiar tanto me habrá servido de algo.

—¿Sabes hacer alas? —le preguntó Sofía.

—Por supuesto, he diseñado muchas alas para aviones, así que seguro que podré hacer las tuyas.

—¿Me harás unas muy bonitas?

Pedro miró a Paula, que asintió.

—Las más bonitas del colegio —le prometió a la niña.

—¿Y vendrás a ver la obra de teatro?

—No me la perdería por nada del mundo —contestó Pedro.

Y así fue cómo Paula vió cómo las dos semanas que quedaban hasta la boda de su hermana se convertían en dos semanas de estar a todas horas con Pedro. Y, por si fuera poco, se había dado cuenta de que lo que sentía por él era mucho más de lo que una enfermera sentía por su paciente, mucho más de lo que una amiga sentía por un amigo, mucho más de lo que ella quería sentir por ningún hombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario