domingo, 19 de febrero de 2017

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 30

—Muchas gracias por todo, Pedro.

—De nada —contestó Pedro mirándola con intensidad—. Me pregunto si tu hija se da cuenta de la suerte que tiene.

—Por supuesto que lo sabe. Ahora mismo, debe de estar ya durmiendo con la tripa llena de pollo con patatas.

—No me refería a eso —sonrió —. Lo decía porque puede cenar todas las noches contigo.

Aquellas palabras llegaron al corazón de ella y le hicieron un profundo bien, ya que no era Pedro el único que se sentía solo. ¿Cuánto tiempo hacía que no cenaba con un hombre guapo y sensual que la excitaba con una sola mirada? Ya ni siquiera se acordaba. Intentó convencerse de que no le importaba, de que lo único que necesitaba en su vida era su hija, pero, ¿De qué servía engañarse a sí misma? La verdad era que se sentía sola.

—Hablame de su padre —le pidió Pedro.

Paula estuvo a punto de atragantarse con la pasta.

—Preferiría no hablar de él.

—¿Porqué?

— Porque puede que se me quitara el hambre o se me cortara la digestión — contestó, haciéndolo sonreír.

—¿Cómo lo conociste?

Paula pensó en no contestar, pero para entonces ya se había dado cuenta de que, cuando él  quería algo, no paraba hasta que se salía con la suya.

—Era comercial de una empresa farmacéutica y entre los hospitales que tenía estaba el hospital en el que yo estaba haciendo prácticas. Nos conocimos en la cafetería.

—¿Y cuánto tiempo saliste con él?

—Hasta que desapareció.

 —¿Qué opinaban tus padres de él?

—¿Te refieres a si se dieron cuenta de que era un canalla?

 —Sí —contestó Pedro, metiéndose el tenedor lleno de espaguetis en la boca.

—No les caía mal hasta que cuando me quede embarazada, ni se le pasó por la cabeza casarse conmigo.

—¿Por qué crees que fue?

Paula se encogió de hombros.

— Me parece que es obvio, ¿No?

—No.

—Tú también eres hombre, Pedro. ¿Por qué crees que fue?

—Dímelo tú.

—Muy bien. Fue porque no me quería ni a mí ni a nuestra hija. Ya está. Ya lo he dicho. ¿Contento?

—No, no me siento contento en absoluto de que haya hombres así por el mundo.

—Yo tampoco. Y ahora, si no te importa, preferiría que cambiáramos de tema. ¿Qué tal van los Lakers este año? Está haciendo buen tiempo, ¿Verdad? ¿Tú crees que los demócratas volverán a la Casa Blanca?

—¿Pregunta por él?

—¿Quién? —dijo Paula haciéndose la tonta.

¿Por qué demonios insistía  en preguntar cosas de su vida que no le podía contar? Se suponía que era él quien tenía que abrirse y hablar de su vida personal y no ella. Estaba empezando a perder el control de la situación.

—Sabes perfectamente a quién me refiero. ¿Pregunta Sofía  por su padre? ¿Por qué no lo ve?

— No quiero hablar del tema.

 —Pero somos amigos...

 —¿Ah, sí?

—A mí me gustaría pensar que sí. Te respeto y te aprecio aunque no paras de darme órdenes. Nos llevamos bien, pero hay una falta de cooperación por tu parte a la hora de compartir información.

—El hecho de que nos pasemos casi todo el día juntos no significa que te tenga que contar detalladamente mi vida personal.

— Sólo te he preguntado por tu hija.

—Mi hija está muy bien, gracias por preguntar.

—¿No me vas a decir nada más?

—No, no tengo por qué hacerlo.

 —Te recuerdo que tú has intentado sonsacarme varias veces —sonrió Pedro.

Aquello la  hizo reír.

—Y yo te recuerdo que no me has contado casi nada, sólo que tu mujer se divorció de tí porque trabajabas mucho y que actualmente no trabajas porque vendiste la empresa que tenías.

—¿No te parece suficiente?

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