lunes, 13 de febrero de 2017

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 13

—No, pero desde que ellos murieron, Pepe  no piensa muy bien lo que hace, nada le importa y asume riesgos innecesarios.

—Ya me he dado cuenta —comentó Paula recordando la cantidad de veces que había estado ingresado.

—Intenta disimularlo, pero sufre mucho —se lamentó Juana—. Cuando he estado aquí esta mañana, me ha dicho que le iban a mandar una enfermera del hospital, pero nunca imaginé que fueras a ser tú.

 —Estaba de guardia ayer por la noche cuando lo llevaron al hospital —le explicó Paula recordando la noche anterior, que se le antojaba como de otra vida—. Hay algo en él —comentó para sí misma.

—Desde luego, es muy guapo —contestó Juana.

—No me refería a eso —sonrió Paula.

—No, pero veo que estás de acuerdo conmigo.

—Desde luego, no es feo. En cualquier caso, a lo que me refería es a que todos los pacientes que ingresan en urgencias tienen reacciones similares. Todos quieren saber si se van a poner bien, si tienen heridas graves. Pedro también preguntó, pero parecía que quisiera no salir de allí, parecía como si le diera igual vivir que morir.

—Yo creo que así es —asintió Juana—, ¿Has terminado el turno?

Paula negó con la cabeza.

—No, es que tu yerno es imposible.

—¿Qué te ha hecho?

¿Cómo contarle a Juana que Pedro la había besado y que le había gustado tanto que no podía seguir siendo su enfermera?

—Supongo que, tarde o temprano, me iba a encontrar con un paciente al que no iba a poder controlar y ese es Pedro. Aunque cuando llamó al hospital dijo específicamente que quena que yo fuera su enfermera...

—¿De verdad? —la interrumpió Juana agarrándola del brazo.

—Sí —contestó Paula—. En aquel momento, yo no estaba trabajando porque Sofía tenía hoy cita con el oftalmólogo.

—¿Y qué tal? —preguntó Juana sinceramente interesada.

—Todo va de maravilla —contestó Paula muy felíz—. Gracias, por supuesto, a Marcos y a tí —añadió sintiéndose culpable de repente.

—Me alegro enormemente de que tu hija esté bien. Es una niña preciosa — dijo Juana—. Sigue contándome lo de Pedro.

—No hay mucho más que contar. Abandonó anoche el hospital firmando un alta voluntaria, pero, por lo visto, esta mañana se lo ha pensado mejor porque ha llamado y ha pedido una enfermera. Han mandado pero ha dicho que no laquería, que me quería a mí y por eso estoy aquí. Bueno, más bien, estaba. Me he tenido que rendir.

 -¿Por qué? ¿Sabe Pepe que Sofía recibió córneas de Marcos?

 - No, hasta que me lo has dicho tú, ni siquiera yo lo sabía.

 — Entonces no entiendo por qué has decidido no seguir trabajando para él. No me puedo creer que solamente haya sido por su sarcasmo. Tú estás acostumbrada a eso y a mucho más.

—No, no ha sido por eso —admitió Paula retorciéndose los dedos—. Me ha besado —confesó.

Juana se quedó mirándola con los ojos muy abiertos

— Única y exclusivamente porque quería que me fuera.

—Oh, Pau, esto es maravilloso.

—¿Es maravilloso que quisiera que me fuera?

—No, es maravilloso que te haya besado —sonrió Juana—. Dios mío, es la primera señal de que sigue vivo desde que perdió a su hijo. Tienes que volver.

Paula negó con la cabeza.

—Quería que me fuera —insistió—. Lo ha hecho adrede.

—Se está recuperando. Te necesita. Necesita ayuda

—Tú y yo lo sabemos, pero no creo que él lo tenga tan claro. Quizás, lo mejor sería que sufriera un poco más estando solo y que llamara al hospital para que le mandaran otra enfermera.

—Pau, no lo entiendes. Quiere que seas tú su enfermera. Es la primera vez desde que murió Marcos que ha hecho algo así. Lo de besarte ha sido porque le has llegado más adentro de lo que él quería y no le ha gustado. No puedes irte ahora. Tienes que volver. Es el destino, una coincidencia inexplicable que los ha juntado.

Aunque Juana no se lo hubiera dicho, Paula comprendió que su amiga creía que se lo debía y era cierto. Su hija y ella le debían mucho a Pedro. ¿Cómo le iba a volver la espalda si necesitaba ayuda? ¿Pero cómo iba a olvidar aquel beso? Iba a ser difícil, pero tendría que encontrar la manera.

—Cuando tienes razón, tienes razón —suspiró.

—Gracias.

—La verdad es que, ahora que lo pienso, tal vez esta sea la ocasión perfecta para darle las gracias.

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